Sobre el autor

Mi foto
Zaragoza, Aragón, Spain
Sindicalista de UGT Zaragoza entre 1977 a 2006. Periodo en el que fue uno de los refundadores de UGT Zaragoza, Sº de Acción Reivindicativa de UGT Zaragoza, Sº General de UGT en General Motors España, Presidente del Comité de Empresa de GM España, Sº General de UGT Metal Zaragoza, miembro del Comité Confederal de UGT y formó parte del Comité Europeo y Mundial de General Motors .

jueves, 24 de febrero de 2011

La productividad como guinda salarial

Ahora al deseado recorte salarial del 20% que la Unión Europea y los cómplices del capital pretenden para España, lo definen como: Muchacho, no pidas tanto salario, que tu no sabes lo baja que tienes la productividad. Pero, no ganarán la ofensiva. El movimiento sindical esta más preparado de lo que creen y superara este nuevo obstáculo sin dificultad, a pesar de las falsedades que se publican en contra, a veces más por desconocimiento que por manipulación.

En mi actividad sindical, los periodistas que he conocido son grandes profesionales y personas honestas. Si bien, los medios de comunicación como tales, deberían ser más pluralistas al informar y opinar, dado que en general van perdiendo esa condición, notándose en ellos cada día más las manos financieras y bancarias que los sostienen. Que le vamos a hacer, hay jefes para todo. A mayor enemigo, mayor victoria. Animándose el partido, con lo que decía un jocoso empresario: “Los datos hay que torturarlos hasta que canten lo que tu quieras”.Y a esto se dedican muchos como deporte de élite, en el país y en la Comisión Europea. Antes los ricos y los recoge pelotas -sus acólitos neoliberales-, jugaban con raquetas de madera; hoy se entretienen, dando de comer salarios de los pobres a los mercados, a ellos mismos; sin mencionar para nada ni reprobar lo suyo: los precios de los productos, los beneficios empresariales, ni los desorbitados salarios de los altos ejecutivos. Que yo sepa, ningún periódico, ni emisora de radio, ni TV, ha censurado una sola vez, estas cuestiones.

Es muy fuerte, la verdad. Las clases populares y los trabajadores españoles y europeos están acorralados; pero no indefensos y sin animo de superación. Joaquín Sabina sabiamente ha dicho: “La batalla en Europa, brutal, es contra el Estado de Bienestar, contra la socialdemocracia, contra los sindicatos. Y la están perdiendo”. No, no se perderá, al menos del todo. Queda mucho por decir y hacer al tener la razón, la fuerza del trabajo y el poder del consumo, si todos estos componentes se combinan bien.

A los trabajadores no les gusta que se les hable de productividad, porque ellos suelen padecer en sus espaldas lo que los malos ingenieros solo dibujan sobre el papel. No significa trabajar más, sino mejor. Las empresas necesitan mejorar constantemente la productividad para ser rentables y seguras. La mejor medicina contra la recesión es, mejorar la competitividad empresa por empresa, ganando mercado exterior. Solo progresa económicamente un país si son competitivas sus empresas.

A estas reflexiones personales añadiré las del Ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, que en diciembre de 2004 afirmo:“La productividad, es un fenómeno que tiene una doble dimensión, porque efectivamente, permite producir con menos mano de obra, y por otro lado, mantiene un nivel de disminución relativa de precios, esencial para mantener las cuotas de mercado”; agregando: “Es necesario mantener un conjunto de políticas de competitividad basadas en la tecnología, en el desarrollo de la investigación y la innovación, en el desarrollo de métodos de la organización de la producción, como fórmula alternativa de un concepto de competitividad, que no puede estar exclusivamente basada en la moderación de costes salariales”. Bien, así es.¿El ministro seguirá pensando lo mismo? Pienso que sí y por tanto ha de estar en el lado sindical, diciéndole al no improductivo muchacho de la historia: Sigue que vas bien y dile a tu anticuado censor que aumente la inversión y la innovación que así, los dos ganareis más. Cada día más baratos ¡NO!, pero cada vez más competitivos ¡SÍ! La productividad no reduce empleo, al incrementarse con ella el volumen de fabricación. Queda claro, pues, que el mundo del trabajo asume y defiende la productividad bien aplicada; pero no a modo de lanza mortífera, o como simple patraña de reducción salarial que tal es el caso.

Alemania quiere acabar con la legislación y las practicas que vinculan el incremento salarial a la inflación, como básicamente ocurre en España. La canciller alemana, Angela Merkel, defiende un sistema de aumentos saláriales basados en la productividad y los resultados de las empresas; llegando a pedir a los socios del euro, que supriman las cláusulas de revisión salarial. En definitiva, que aquí como primera condición, cada año se venga a perder un 2%  de poder adquisitivo, para restar al fin político del 20% del sueldo a devaluar. No tiene otro propósito, a no ser que esta señora no conozca las altas y desproporcionadas tasas de inflación que sufre este país; sin que el señor: “reformas, reformas, reformas, saneamientos...” del Banco de España diga nada a tal efecto, porque tendría que censurar los precios y los beneficios, lo que sería ingrato para él.

El mayor lastre empresarial y de la economía española no son los salarios, sino su desorbitada tasa de inflación, que en periodos de crecimiento dobla la registrada en la zona euro. Por lo general, en vez de un 2%, un 4%. Así, el coste laboral se incrementa anualmente más en España, sin que de ello se beneficien los trabajadores con mayor poder de compra, aun con la cláusula de revisión, al subir a la par el coste de la vida; mientras que los precios de venta de los productos exportados, se suelen elevar a la mitad de lo que lo hace el coste laboral, al regirse los mismos, por la inflación del resto de la UE que es donde se exporta y vende; en algunos casos, hasta el 90% de la producción. Además, a dos puntos más cada año, en diez se tendría que empezar de nuevo la cuenta del 20% de devaluación salarial pretendida, puesto que ya se habría fundido su efecto; o si la diferencia salarial entre una empresa Alemana y otra española fuera de un 30% menor aquí, en quince años sería igual, siendo los asalariados españoles igual de pobres que ahora, al no obtener ningún beneficio por ello. Este fue uno de los mayores problemas que tuvimos que sortear sindicalmente en GM España, cuando en 2005, evitamos la deslocalización de la fabricación del modelo Meriva a una planta de Polonia (con salarios bajísimos allí), que hubiera causado la desaparición de media fabrica.

Pero aún se abre otra variante. Si también se han fijar los salarios en función de los resultados de las empresas como se sugiere, habrá que establecer un sistema que controle muy bien los beneficios, como segunda condición. En realidad no se tendría que inventar nada nuevo, basta con que se copien en España los llamados Aufsichtsrat, los Consejos de Vigilancia alemanes –compuestos por representantes de los accionistas y de los trabajadores-, que con tan poco placer vería el Gobernador del Banco de España, tan mal amigo él de estas cosas progresistas, como sería este método de cogestión. Desde luego, el que algo quiere algo le cuesta. Que no piense nadie, que se toleraría un cambio salarial con pies de barro, como sería dejarse llevar sin certeza, por las cifras de beneficios que se tengan a bien declarar. De todos modos, una cosa es la cogestión y otra la codirección. Con la cogestión las partes son autónomos y pueden proceder en línea crítica. Son elegidos cada cuatro años. Solo pueden intervenir en temas de personal, lo que incluye evolución económica y política salarial. Los sindicalistas alemanes de los consejos si reciben una retribución por esa función, la entregan después voluntariamente a organizaciones humanistas y sociales, sin animo de lucro.

En todo caso, esta disyuntiva sobre salarios con inflación o productividad, hace años que el sindicalismo la ha debatido y superado, fijando su posición por medio de las organizaciones sindicales internacionales y aplicándose en los países con ligeras variaciones. El criterio es simple y justo. Tanto en Alemania como en España se utilizan las dos variables, la de inflación y de la productividad; por el hecho, de que si solo se empleara la inflacionista, el incremento de la productividad repercutiría en el rendimiento de la inversión, y ha de incidir  en los salarios, al objeto de que los trabajadores participen también en el crecimiento de la riqueza.

 Y así, en las reivindicaciones saláriales alemanas, aplican la formula: Tasa de inflación, más aumento de la productividad, más lo que llaman aumento real de la renumeración. De esta manera, en 1999 (año que ellos me citaron como modelo), con una inflación del 1% y con un aumento de la productividad del 3-4%; el sindicato IG-Metal solicito en ese país un incremento salarial del 6,5%, pactándose los convenios en un 4,2%. En concreto, obtuvieron un 3,2% por encima de la inflación y de lo que se hubiera logrado entonces en España, con el hoy perseguido procedimiento de inflación y cláusula de revisión. En los últimos años, el liberalismo de ese país, otras circunstancias, más la crisis mundial, han frenado los salarios reales. No obstante, este mes, Volkswagen ha subido un 4,2% los sueldos en Alemania. En SEAT han pactado para el 2011 el IPC real más el 0,2. En definitiva, en la empresa alemana posiblemente mejoraran su poder adquisitivo un 2,2%, porque la inflación será baja; mientras que en la española aun siendo de la misma compañía y aunque la inflación suba mucho el salario, únicamente mejorarán su nivel de vida en un 0,2%. Por el juego de las inflaciones, para la compañía el coste laboral entre unos y otros puede ser casi igual; sin embargo, por esa perversa inflación descontrolada, los trabajadores españoles no recuperaran prácticamente poder de compra.

En España la configuración de la negociación colectiva es similar, después de que se introdujera por primera vez el crecimiento de la productividad, no solo el de la inflación mediante revisión para pactar los salarios, en el Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva del 2002 (ANC-2002). El texto decía lo siguiente: “Puede haber incrementos superiores a la inflación prevista dentro de los limites derivados del incremento de la productividad”. El 10 de enero de ese año publiqué un articulo titulado: “Salarios y productividad”(Periódico de Aragón) donde destaqué las ventajas de este avance, después de haber participado activamente en el sindicato, para que se introdujera en la negociación colectiva española esta interesante novedad, la cual descubrí en Alemania en los foros sindicales que participé. En el hoy en día, AENC 2010-2012 (Acuerdo Interconfederal para el Empleo y la Negociación Colectiva), se contempla que el incremento salarial sea hasta el 1% en 2010, entre el 1% y el 2% en 2011 y de entre el 1,5% y el 2,5% en 2012. Poco supone, la verdad. Es consecuencia de la crisis, aunque si la inflación se dispara de nuevo, estos incrementos  pueden suponer con la revisión un 3%, un 4%, quien sabe.

 Según la Secretaria de Acción Sindical de UGT, se está cumpliendo con la moderación salarial en el conjuntos de los convenios, ya que el incremento salarial medio pactado hasta diciembre de 2010 se sitúa en el 1,31%; mientras que la subida media de la inflación anual se ha establecido en el 1,8%. Un 53,16% de los convenios ha contado con cláusula de garantía salarial; si bien, un estudio de las cláusulas de revisión pactadas, demuestra que un 42,84% de los trabajadores con convenio cerrado en 2010 han perdido capacidad de compra. Por eso son tan necesarias las cláusulas de revisión o garantía. Para Malo de Molina del Banco de España: “Las cláusulas salariales son un residuo, un obstáculo que no permite la suficiente flexibilidad en los salarios. La mayor parte de los países europeos se las han quitado de encima, las tacha de inflacionistas”. Por su parte, Toni Ferrer ha afirmado: “Lo que busca el Banco de España y no se atreve a pedir es un recorte de los salarios”. 

Hay que puntualizar que la trilogía: inflación prevista, productividad y cláusula de revisión, se ha venido repitiendo en España durante siete años, en todos los acuerdos interconfederales firmados y con la misma redacción inicial de 2002. En 2009 no hubo pacto. No figurando esa condición en el AENC 2010-2012, al constar la declaración de que se llevará una política de crecimiento moderado de los salarios que permita el mantenimiento y recuperación del empleo, y que contribuya a la reactivación económica. Con la afirmación, de que los criterios para determinar los incrementos saláriales deberán ser objetivos y tener en consideración las realidades especificas de cada sector o empresa. En total, que no recoge relacionar los salarios con la productividad, debido a que con la necesaria moderación salarial por la crisis y el alto desempleo, en estos tres años se ha optado solamente por garantizar con la cláusula de garantía el IPC real de los sueldos, eliminando temporalmente los crecimientos del nivel de vida establecidos; al objeto de fomentar la reactivación económica, el empleo y la estabilidad laboral.

Con este hecho, ¿No se demuestra suficiente responsabilidad sindical? En los malos tiempos, el sindicalismo español sabe estar a la altura de las circunstancias. Y, en los buenos tiempos, será justo que las trabajadoras y los trabajadores ganen más. A los sindicatos españoles, nadie ajeno les tiene que marcar su política, porque es fruto de muchos años de cultura social y económica, tanto en el ámbito nacional como internacional. 

De todas formas, si la señora Merkel y el ejército liberal español, siguen soñando con la productividad y los salarios como único matrimonio a bendecir, tal vez les haga cambiar de opinión  los datos del ciudadano Miguel Boyer, que en un magnifico articulo titulado “Ni perezosos ni improductivos”, publicado en El País el 17.2.2011, dice:“El tópico de la baja productividad de los trabajadores españoles es una generalización errónea del estancamiento que esta tuvo en el periodo entre 1996 y 2002, dominado por la inmigración y la ocupación en el inmobiliario. Pero el crecimiento del PIB por ocupado español fue más rápido que el de Alemania y el de Italia entre 1982-1993 y, de nuevo, entre 2004 y 2009. Y, en 2009, la productividad por ocupado española, estaba entre el de Alemania y el de Italia. En 2010, la productividad por asalariado fue del 2,4% en el conjunto de la economía y del 6,6% en la industria”. ¿Qué le parecen estos datos... señor Fernández Ordóñez, se viene a negociar el convenio del metal? 


24.02.11                                                                      Fernando Bolea Rubio
                                                                                     Sindicalista     

jueves, 10 de febrero de 2011

Sindicalismo y pensiones

¿Hacia donde dirigir los dardos? El enfado por la política laboral del Gobierno es mucho y sus explicaciones no convencen. Podemos ir contra Ángela Merkel por sus sugerencias, u otro político y de paso criticar a ZP, por ponerse por el medio pitando a favor del equipo contrario; pero así no erradicaremos de todo el mal, porque la avalancha que nos invade como la niebla, tiene una raíz y un componente ideológico de derechas claro, que de modo suave llaman liberalismo Un tsunami que crece y barre desechos de los trabajadores y de las clases populares sin un freno efectivo, debido a que nos dedicamos a sacar el agua con cubos, en vez de cortar de una vez el caudal del río, secando las fuentes que lo imbuyen.

Todos los problemas que nos llegan proceden del mismo punto, de la cuna liberal que domina la economía y la política del país y del mundo. En ella hay, hasta mentes ultra conservadoras con lenguas progresistas. Así las cosas, debemos saber que la lucha fundamental ha de ser contra el liberalismo general implantado, no solo por una o varias consecuencias individuales de éste. ¿Cómo hacerlo? Muy fácilmente, no apoyando ni votando las candidaturas de tendencia liberal y de derecha, como primera condición. Y, en segundo lugar, peleando desde todos los frentes, para que la socialdemocracia sea la guía del PSOE y su fundamento de existencia, que no lo es del todo; corrigiendo lo que proceda  en otras formaciones de izquierdas.

Los dardos dialécticos de oposición, han de ir en esa dirección. Menos banqueros y más trabajadores en las mesas socialistas. No tanta preocupación por el aval alemán o de la Unión Europea, con más calor ideológico y político local. Si se pierde el ideal, no queda nada: incomprensión, desanimo, con sensación de derrota, tan sólo.¿Pero por qué no animarnos? Con desánimo no se avanza en la vida, ni corregiremos la desviación, únicamente se pierde fuerza y facultades de convicción.

Por qué no analizar la reforma de las pensiones con mejor cara, aunque no nos guste; si al fin y al cabo los sindicatos no han podido hacer más, siendo incluso necesario que se hayan comprometido, como lo han hecho, por la desconfianza económica y política existente en el contexto actual. Demostrando así, su alto grado de responsabilidad con los trabajadores, la sociedad y el país. Una responsabilidad que ha sido superior a la del propio Gobierno, si se analiza con detalle las actuaciones de cada cual, incluido el adverso atrevimiento gubernamental de la ruptura del dialogo social, que se acaba de recomponer. “Yo no puedo hablar en términos de satisfacción con el acuerdo. Puedo hablar en términos de implicación y responsabilidad”, ha declarado Cándido Méndez, Secretario General de UGT. 

Cuando se pacta, nunca se esta de acuerdo en todo. En sindicalismo, no siempre se firma lo que gusta. En una negociación jamás se consigue todo lo que se reivindica. La otra parte también existe. Hasta se dice que, los acuerdos son buenos, cuando ninguna de las dos partes se queda contenta con lo conseguido. En sindicalismo raras veces se logran satisfacciones plenas puntuales; si se pueden obtener, si se valoran trayectorias de largo plazo. Y en este caso, la negociación global aun no ha acabado, porque el nuevo Acuerdo Social y Económico (ASE), del 2-F, solamente esta hilvanado al quedar por concretar: la negociación colectiva, la política industrial, el modelo energético, la innovación y las Políticas Activas de Empleo.

De hecho, los sindicatos han implantado un método de coherencia y efectividad, al conseguir agrupar en un mismo paquete los diferentes temas a tratar, porque con la velocidad y la fiebre  reformista del Ejecutivo, las centrales sindicales no podían firmar un día un acuerdo y cuatro días después tener que convocar una huelga por otro asunto. Así diré, que era totalmente necesario establecer el tiempo de calma que las conversaciones requerían, debido a que la táctica sindical o es de negociación o de confrontación; pero nunca de ambas formas a la vez, como si de cambiar de camisa se tratara. 

“Mis hijas van a vivir unos cuatro años más que yo por esperanza de vida”, viene diciendo el ex ministro Jesús Caldera. La esperanza de vida es cada día mayor, “en virtud de que aumenta un año cada lustro, siendo en el 2.050 de 85 años y cuando a principio del siglo pasado, se fijó el retiro a los 65 años era de 40”, según el catedrático Antón Costas. ¡Quien lo duda!, si esta apreciación, hasta los mas firmes opositores de la reforma la han tenido en cuenta. Tanto es así, que no ha habido prácticamente nadie que haya defendido que la jubilación se quedara establecida y, bloqueada, a los 65 años sin ninguna modificación. La discrepancia ha estado en la forma más que en el fondo, porque aun con diferencias, se venía a coincidir en el límite de 67 años; pero con la diferencia sustancial, de cubrir esos dos años de manera obligatoria como quería imponer el Ejecutivo con carácter universal, o voluntaria como pretendían  las centrales sindicales y ya existía. Incrementando más la cantidad del 2% por año, que se obtenía en compensación.

¿Qué posición era la más razonable? Para mí la sindical, sin duda, porque era una opción libre y de mayor deferencia; ya que después de una carrera larga de cotización, había humanidad y consideración personal hacia el jubilado o la jubilada. Entre retraso obligatorio o alargamiento voluntario, se centro el proceso. Del resultado se puede decir que, la negociación ha quedado al 50%, con peores efectos en los más jóvenes con contratos precarios, que ahora más que nunca se tienen que estabilizar (el 43% de los jóvenes españoles menores de 25 años busca trabajo y no lo encuentra). Se alarga de forma gradual la jubilación a los 67 años. Crece el periodo de cálculo de 15 a 25 años. Serán necesarios 37 años (dos más) de cotización para obtener la pensión máxima. Situándose en 38,5 años el periodo cotizado para jubilarse a los 65.

Que por cierto, cuando el 77% de los pensionistas no llega a ser mileurista, esta reforma supone una reducción del 20% del valor las mismas. Un 10% por la ampliación de los años de calculo y otro 10% por el aumento de la edad de jubilación, aunque en realidad el recorte para los afectados será de un 10% en dinero y un 10% en tiempo al tener que trabajar más años, ahorrándose el sistema el 20%. Las medidas entrarán enteramente en vigor en el 2.027.

¿Había una necesidad urgente... de hacer ahora la reforma de las pensiones? Ninguna. El sistema es totalmente solvente ahora y en el futuro, porque a pesar de la crisis, cuenta con superávit y con su Fondo de Reserva intacto. Por consiguiente, las actualizaciones se podrían haber hecho sin ningún problema dentro de cinco años o de más, empezando por contabilizar el incremento de la productividad de las próximas décadas, la cual incrementará sustancialmente los ingresos; cosa que ahora el Gobierno no hace, al enarbolar solo la bandera de la esperanza de vida, como argumento ventajoso de justificación. ¿Por qué se plantea la reforma en medio de la fuerte recesión económica y financiera que padece el país y, cuando por ello, hay más parados y pérdidas de cotizantes a la Seguridad Social? ¿Es el momento más oportuno?

A este propósito, unas declaraciones del Ministro de trabajo, Valeriano Gómez, son tremendamente ilustrativas: “La Reforma de las Pensiones pactada influirá positivamente para calmar los mercados. Tenemos que financiarnos en el exterior, Estado y empresas. Si hacemos reformas que estabilicen el gasto público a medio y largo plazo, tendremos más capacidad de financiación exterior”. Lo que cabe apuntillar con lo dicho sin ningún rubor por el Presidente de MAPFRE, José Manuel Martínez: “Sería una pena que no se aprovechara esta circunstancia (de la reforma) para fomentar el ahorro y las pensiones privadas. Hay que explicárselo a la gente de la misma manera que se le dice que se necesitan más contribuyentes según aumentan los jubilados. Abogando por una mayor deducción fiscal a los planes privados de pensiones”. Para el catedrático Ignacio Zubiré: “Los planes de pensiones suponen altas comisiones y muy baja rentabilidad”.

De lo anterior, por las palabras del ministro queda demostrado, la inmensa preocupación del Gobierno por generar confianza inversora, tranquilizando a la par a los mercados  extranjeros, para obtener en ellos la financiación que las empresas y las entidades publicas necesitan. Así, ¿son estas dificultades de financiación, el principal motivo para que se hayan tratado ahora las pensiones y no en otro contexto más acorde? Creo, firmemente, que sí lo es.¿Por que motivo? Por la sencilla razón de que, todos los abaratamientos de los planes públicos de pensiones, abren un poco más la puerta a los fondos privados de pensiones, para satisfacción y goce de esos mercados financieros y del presidente de la mutua mencionada. En resumen, ¿ha sido la modificación un regalo a los mercados, para que se porten bien e inyecten a precio justo el dinero tanto público como privado, que el país necesita a la mayor urgencia? Esencialmente, sí.

Siendo como siempre muy interesante la opinión - Público de 3.02.11- del catedrático Vicenc Navarro: “Los sindicatos UGT y CCOO han hecho lo que tenían que hacer: han defendido en condiciones dificilísimas los intereses de los trabajadores. Debido a su esfuerzo se suavizaron algunas de las propuestas más duras del Gobierno y la reforma mejoró considerablemente. Es injusto que se les acuse de traicionar a la clase trabajadora, pues hicieron lo que pudieron, aunque se les puede reprochar que nunca debieron haber aceptado el retraso obligatorio de la jubilación”.

A primera vista, parece tener cierta razón en el regaño final. Pero cabe añadir una circunstancia que, oprime el desarrollo y la trayectoria normal del país, y que a pesar de verla todos los días, continuamente, no se percibe en toda su gravedad. Es la siguiente: en España hemos pasado del ladrillo a la deuda, y exagerando el término, de la deuda casi a la ruina. Esto es lo que hay. ¿Acaso olvidamos, que lo mismo que Grecia e Irlanda, España ha estado a punto de tener que ser rescatada? Las Cajas hacen agua. Las empresas están maniatadas por los créditos. Los salarios y el consumo bajando y la inflación subiendo. Las pensiones congeladas. La sociedad no confía mayormente ni el Presidente, ni el líder de la oposición. La alternativa del PP está en campaña electoral permanente, sin colaborar lo necesario en este momento crucial.

Aragón cerró 2.010 con 103.300 desempleados, el 16,06%, la cifra más alta de la historia, según datos de la EPA. 28.700 hogares aragoneses tienen a todos sus miembros en paro. El año acabo con 4.696.600 desempleados en España, un 20,33% de la población activa. 1.328.000 familias españolas tienen a todos sus componentes desempleados. España con una tasa del 42,80%, es el país de la Unión Europea con más paro juvenil, ya hay 840.000 menores de 25 años sin trabajo, los de la generación perdida.

Para mí, estos son los verdaderos motivos que han llevado a la Unión General de Trabajadores, a firmar las pensiones y el Acuerdo Social y Económico. Había que colaborar, dando confianza, para levantar el país y ayudar a salir a infinidad de personas del drama en que se encuentran. Creo que dadas las circunstancias, los sindicatos han actuado responsablemente y con buen criterio. Sin embargo, a la sociedad le falta por asumir, que la especulación en general y los abusos de la vivienda, han pasado de las gracias en los programas del corazón de TV, a la economía real, a las necesidades de la gente y, al propio sindicalismo, que se ve abocado a definir estrategias acordes con la realidad social y política, para hacer más efectiva su gestión, sin renunciar nunca a sus ideales.

Se ha llegado a decir, que los sindicatos han firmado el acuerdo, porque creían que una nueva huelga general sería un fracaso, como ya lo fue la anterior del 29-S. Se buscan mil argumentos tratando de entender el comportamiento sindical, debido a que no se sabe ni se llega a comprender desde fuera de las organizaciones, el que los sindicatos hayan sido capaces de actuar con la altura objetiva que lo han hecho, durante toda la crisis y en el momento actual. Primero, que los sindicatos le tenían que hacer una huelga a Zapatero, ¿dónde están que no la hacen? Segundo, la huelga ha sido un fracaso, los sindicatos están anticuados por hacer huelgas. Tercero, tienen que firmar, no tienen que firmar.

Basta de tanto desatino. En la última huelga pararon masivamente todos los sectores productivos, junto a otros y millones de personas se manifestaron por las calles, lo mismo que harán nuevamente cuando se les convoque. Por lo tanto, ningún temor de fracaso ante nada. En todo caso, es más difícil hacer una huelga general a un gobierno al que se le ha votado y se le piensa seguir votando, que a otro menos afín. El movimiento sindical español, está siempre preparado y dispuesto para pactar o para pelear. Así se ha demostrado y se seguirá haciendo. Claro que sí.


10.02.11                                                              Fernando Bolea Rubio
                                                                             Sindicalista