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Zaragoza, Aragón, Spain
Sindicalista de UGT Zaragoza entre 1977 a 2006. Periodo en el que fue uno de los refundadores de UGT Zaragoza, Sº de Acción Reivindicativa de UGT Zaragoza, Sº General de UGT en General Motors España, Presidente del Comité de Empresa de GM España, Sº General de UGT Metal Zaragoza, miembro del Comité Confederal de UGT y formó parte del Comité Europeo y Mundial de General Motors .

miércoles, 20 de abril de 2011

No más errores. Regeneración

Con el anuncio de José Luis Rodríguez Zapatero de no ser candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno en 2012, después de haber ejercido esa responsabilidad durante dos legislaturas; se debe abrir una seria reflexión entre los socialistas, con repercusión en los simpatizantes y en la sociedad, con la firme idea de que los trabajadores y los progresistas vuelvan a recuperar la confianza en el partido y en sus dirigentes. Una esperanza que se ha perdido, por los errores gubernamentales cometidos y el abandono de la política socialdemócrata, que ha de volver a ser la seña de identidad.   

Es tanto el deterioro que se ha producido que, se llega a decir, que los “trabajadores no tienen partido” (Carlos Carnicero); dado que en la economía, la política y el Gobierno, se ha impuesto el neoliberalismo como culto general, pasando a ser el socialista como un partido de derechas más. Lo cual requiere la primera reflexión. ¿Se debe volcar el partido en defender totalmente, como lo ha hecho, la política de un Gobierno que se dice socialista, aunque este no respete el programa electoral ni la ideología propia? ¿Cabe mantener un minuto más, el exceso de soberanía de los cabezones y las cabezonas de las listas electorales que, al llegar al poder, someten el partido a su voluntad e interés en sus áreas de influencia? ¿Pueden seguir las agrupaciones locales sin hacer asambleas de afiliados, anulando así el debate interno? ¿Si principalmente se votan las siglas y no tanto a los candidatos, porque estos se imponen a ellas, olvidando que los votos son del partido y no suyos? ¿Por qué se permiten (como en la mayoría de los partidos, por cierto), las familias o los grupos de poder, para que tres o cuatro ciudadanos de la causa escalen los muros del imperio?

¿Acaso, los partidos políticos no son internamente democráticos? En sus estatutos sí, totalmente; más en la praxis van dejando de serlo. El PSOE (posiblemente igual que los demás), se ha convertido desde hace años en una simple máquina electoral, sacrificando a ese fin, todos sus viejos valores de participación y democracia interna. Así, puede ocurrir de todo, nadie controla a los cargos electos, debido a que las comisiones ejecutivas, los comités, los congresos correspondientes, son simples fachadas decorativas de exaltación al líder salvador.

Antes en las organizaciones socialistas, las comisiones ejecutivas dirigentes tenían que presentar su gestión por escrito, de manera colegiada y especifica de cada secretaría cada seis meses; entregándose la misma a cada uno de los miembros de los órganos censores con un mes de antelación, para su fiscalización y aprobación o rechazo. En los debates de la gestión en los comités y en los congresos, nadie podía tomar la palabra para defender la tarea de esos órganos de dirección -salvo ellos mismos-, pudiéndose hacer únicamente para criticar la labor realizada. En 1.976, aun en la ilegalidad, en el primer congreso de UGT en España después de la guerra, las delegaciones extranjeras se alarmaban al desconocer este procedimiento, llegando a decir uno de estos invitados con preocupación: “Hasta ahora han tomado la palabra diez delegaciones y todas han criticado la gestión de Nicolás (Redondo), ninguna la ha defendido”.

En la actualidad se somete la gestión a votación solo una vez al año, pudiéndose criticar como antes, pero también analizarla y alabarla para comodidad de los dirigentes a juzgar. Como resultado: apenas se critica, se hace poco uso de la palabra, los debates se adormecen, las resoluciones pierden valor. Por consiguiente, se ha pasado de un estado de información y debate puro, a otro insustancial de casi obediencia y sumisión interna, que deja el campo libre para el nacimiento de presidencialismos y caudillajes sin crítica ni oposición real. ¿Hasta cuando se va a seguir así? ¿Los dirigentes creen quizá, que este ocaso hay que mantenerlo para siempre, degradándose cada día más? ¿De esta forma, el partido socialista se podrá mantener otros cien años? Me temo que no será la cúspide la que reoriente la organización, si no recibe una fuerte presión desde la base.

En mi opinión, es necesario y urgente que haya una regeneración en el interior del partido, para corregir sin dilación las desviaciones que sufre. Por tanto, de forma estatutaria y por el procedimiento que corresponda, por responsabilidad política y moral, se ha de volver a la critica constructiva en los órganos de control a las direcciones correspondientes, abriendo los procedimientos para que se rehabilite y avive la opinión autónoma de los afiliados, para que nazcan sugerencias de abajo a arriba, no sólo de la cúpula a la planta baja, teniendo en suma consideración las propuestas de las comisiones ejecutivas de rango inferior. Hay que dar vigor a la militancia, para llenar de vida los espacios muertos.

Las afirmaciones anteriores tienen más necesidad de aplicación, si se considera que un  error del Presidente Zapatero ha sido, no contar con la opinión real de los cuadros y militantes del partido; porque ni se han podido expresar adecuadamente por las carencias del funcionamiento organizativo, ni él las ha querido escuchar porque con su propio parecer ha creído tener bastante. En vez de asumir el sistema participativo del partido, implantó un absurdo sistema presidencialista y los fracasos políticos no tardaron en venir. Así las cosas, se llega a no admitir críticas, prescindiendo hasta del que las hace, como se demostró al cambiar a buenos ministros sin motivo aparente; cuando las opiniones discordantes han de ser palancas de superación y un aliciente para mejorar la gestión.

El mal ya esta hecho, pero que no se cometan más errores. A ningún socialista le gustaría que Zapatero acabara su periodo presidencial peor valorado de lo que está, sí mejor; porque se le aprecia y no se olvida que creó ilusión en infinidad de personas, librando a la sociedad de la llegada del PP al poder al menos durante ocho años. Debiéndose reconocer que aun siendo el responsable de sus actos, todo parece indicar que ha estado mal asesorado, al girar su política hacia la derecha y coincidir con asesores neoliberales del Ministerio de Economía y del Banco de España, que no le han debido decir la verdad -o tampoco la ha querido escuchar-, sobre el estado real de la deuda privada de las empresas, el ladrillo y la banca, cuyo alcance es mayor del imaginado; haciéndole creer, que con una reforma laboral y atornillando las pensiones se remediaría la crisis, cuando ambas acciones tan sólo han servido para que los trabajadores perdieran derechos inútilmente, para que él mismo dilapidara la confianza de sus votantes y acaso para que los socialistas pierdan el Gobierno de España, más alguno de comunidad como en Cataluña, la niña mimada del zapaterismo.

Cuando el Presidente afirmo que “reducir impuestos era de izquierdas”, empezaron las averías. Que declaración más nefasta y a la vez clarificadora para conocer su pensamiento real. Pero sin duda lo peor es, que se puede hacer otra política económica, al tener el Estado capacidad financiera para llevarla a cabo y no se aplica. La deuda pública española es baja, del 65% del PIB. ¿Por qué se aporta dinero público para sanear las cajas y los bancos, en vez de dejar caer a las entidades que tengan que hacerlo (cubriendo a los impositores), como ocurre en la inmensa mayoría de las empresas? ¿No quebró Lehman Brothers en EE.UU., el paraíso del capitalismo? Con ese dinero se podría crear una banca pública, que impulsara la concesión de prestamos a las familias y los negocios, incrementándose el consumo y por ende el empleo. El capital público se tendría que dedicar a la economía productiva, no a la especulativa, financiando a las empresas con créditos suficientes para que el crecimiento y el trabajo fluya.

Si el Estado se endeuda más en los mercados financieros mundiales, para cubrir las carencias de la banca, lo cual no esta repercutiendo para conceder más créditos para el desarrollo del país, al explotar ella misma las partidas económicas que se le prestan, en operaciones financieras para generar mayor capital particular, en beneficio de los propios bancos. El Gobierno debería cambiar esa orientación a todas luces negativa, dedicando ese esfuerzo inversor en políticas keynesianas, de desarrollo de la actividad como motor de progresión. Por ejemplo, planificando un ambicioso plan de empleo juvenil -como se esta haciendo en Francia, por medio de un programa de formación con 35.000 millones de apoyo a la universidad, que establece el objetivo de incorporar entre 600.000 y 800.000 jóvenes al mundo laboral-; dado que es reprochable que con más de un 40% de paro juvenil en España, el doble de la media de la unión europea, el Gobierno no diga ni haga nada a este respecto. Y, financiando, un proyecto de rehabilitación de viviendas, como propone MCA UGT, que crearía 600.000 puestos de trabajo. Francia invierte en juventud y nosotros nos dedicamos a reflotar bancos y banqueros. Incomprensible, la verdad.

“Nos van a arruinar. –Ni unos ni otros” hablaban dos mayores en un semáforo, reflejando sabiamente el sentimiento de fracaso de la política en la sociedad. El PSOE perderá representación en los próximos comicios, pero el PP también tiene sus  dificultades. En la última encuesta del CIS, Zapatero obtuvo la baja nota de un 3,3 de aceptación, superando a Rajoy que con un 3,25 aún quedo peor. De manera tal, que por el abandono del socialista su partido tiene que elegir a otro líder; como el popular debería hacer lo mismo, al disponer de un candidato que no gusta a los españoles, por mucho que lo quieran imponer. La verdad es que, los dos principales partidos del país y por diferentes circunstancias, no tienen ahora dirigentes firmes de futuro, lo que  requiere obrar en consecuencia. Es decir, que no sería descabellado considerar la próxima legislatura como un periodo de transición, para que en ese tiempo los dos partidos puedan designar a sus candidatos, que ya frescos y renovados competirían en las elecciones siguientes.

¿Quien podría ser el presidente transitorio, o de continuidad si se diera el caso? Yo creo que Alfredo Pérez Rubalcaba sería la persona ideal, porque entre otros motivos, si no ha ocurrido antes, en ese plazo y con él en la presidencia se acabaría definitivamente el terrorismo. Si en el 2012 el Partido Popular no gana las elecciones, Mariano Rajoy tendrá que levantarse de la tumbona para dejar el sitio al sucesor. ¿Esto puede ser   posible? Porque no. Si la izquierda se lo propone, sucederá. 

20.04.2011                                                   Fernando Bolea Rubio
                                                        Sindicalista 

jueves, 7 de abril de 2011

Juventud indefensa

La mayoría de la juventud esta preocupada por su futuro, en muchos casos con signos de desesperación, pero generalmente ninguno de sublevación, lo cual no tiene una explicación lógica. Como máximo, parecen tener una mínima disposición a secundar alguna movilización si es a la carta, a su gusto y medida. “En una empresa que trabajé tres meses, no hicimos la huelga general del 29-S, porque ya se había hecho la reforma laboral y para qué”, he oído decir a un buen chaval en paro. Hilando tan fino, no zurcirán el calcetín.

Cuando los sindicatos convocan una huelga, se hace. No cabe más explicación. ¿Por qué haces huelga? “Porqué lo dice mi sindicato”, suelen contestar los colegas alemanes. Así de simple puede ser el apoyo más efectivo, porque con este tipo de respuesta se fortalece la central sindical ante la parte que se enfrenta, recayendo las ventajas sobre sus representados. Las movilizaciones son acciones colectivas. No se pueden hacer a la medida de cada uno. En ellas hay que unir muchas voluntades: diferentes sindicatos, sectores, colectivos, comunidades, enlazar las protestas con otras de la Unión Europea a través de los movimientos sindicales correspondientes, acertar en su repercusión política y mediática, buscar el mayor efecto para que el esfuerzo obtenga superior recompensa. No obstante, las huelgas se programan precedidas de innumerables debates en procesos de participación interna en los sindicatos, con asambleas informativas en los centros de trabajo, polígonos y donde proceda.

¿Qué significa lo anterior? Pues simplemente, que tanto las huelgas como las principales decisiones del movimiento obrero, las toman democráticamente los trabajadores organizados. Las personas afiliadas a los sindicatos, al adquirir sus organizaciones la responsabilidad y el compromiso necesario de ejecución de lo acordado, disponiendo de procedimientos y medios para poderlo hacer. Así debe ser, aunque en muchos casos, los no afiliados al no participar en los procesos y ser solo informados, no conocen en profundidad las estrategias y las razones esgrimidas. Si bien ocurre que, en los asalariados no organizados y menos concienciados, se ha ido estableciendo una desviación negativa, en el sentido de que ante las dudas que se pueden tener, en vez de informarse mejor y tratar de comprender los motivos reales de las huelgas a realizar; para algunos de ellos, lo fundamental es buscarse una buena excusa para no hacerlas. Además, tratando de aparentar que la culpa es de la convocatoria y no suya, a veces con un discurso que hasta intenta ser más radical que el sindical, como justificación para obviar el paro y quedar como un gallo valiente ante sus compañeros y conocidos, cuando en realidad se hace de esquirol (obrero que no sigue la orden de huelga o el que reemplaza en su trabajo al huelguista), que es el peor calificativo que se le puede dar a un trabajador o a una trabajadora. 

¿Qué no se esta de acuerdo con el papel secundario de los no organizados? La solución es sencilla, se adquiere la afiliación y asunto solucionado. La sindicación es libre y voluntaria, existiendo todo tipo de opciones para poder elegir; debiéndose hacer, por solidaridad y en beneficio personal y de clase. Una persona asalariada no afiliada no tiene justificación posible. Que un trabajador no este afiliado, para mí es incomprensible. Las empresas tienen sus patronales y los trabajadores sus sindicatos. “Cuando se legalicen las organizaciones sindicales, saldremos de trabajar... iremos a casa a lavarnos y a peinarnos y después al sindicato”, decía yo a mis compañeros de trabajo en los años de la dictadura. Aquella era una ilusión, que parecía que nunca iba a llegar y ahora que se disfruta, no se valora lo suficiente y hasta se desprecia. La juventud no sabe lo que tiene, ni se aprovecha de lo que hay. Sí me gustaría subrayar, que en todo caso, la Unión General de Trabajadores no es una máquina de hacer huelgas, es una máquina de negociación.

Pues bien, que estas pinceladas sindicales sirvan para decir, que los obreros se dotaron de estas herramientas de defensa y emancipación en el siglo XIX, que se fueron perfeccionando durante el XX, y que todavía se aplican en el XXI. Con estas armas, los trabajadores han ido conquistando el bienestar laboral y social alcanzado hasta ahora, quedándose establecidas para que si lo desean la juventud y las futuras generaciones de trabajadores, las puedan seguir utilizando en su bien. Debiéndose destacar que estos utensilios ya han demostrado su eficacia, porque los avances logrados son consecuencia de su virtud y vigor. Hay por tanto un resultado que es cuantificable y digno de la mejor valoración, para las personas mayores que se han servido de estas tácticas y, que sin duda se seguirán sirviendo, siempre con ánimo de luchar por las ideas y los objetivos, optimizando día a día los procedimientos. 

Sin embargo, la juventud esta indefensa. Sufre autenticas calamidades de desempleo, contratos basura, bajos salarios, pérdida de derechos y de estima personal, de inestabilidad laboral con carencia de cotizaciones, no pudiendo dibujar un futuro atrayente y sólido en ningún sentido. Ya está bien. ¡Cómo lo toleran! Pero claro, no se defienden ni saben como hacerlo. La mayoría no confía en los sindicatos, pero esta opción no la han sustituido por otra, por lo cual no tienen ninguna. No se quieren afiliar en mayor medida a las organizaciones sindicales, porque en realidad hay mucha incultura sindical e infinidad de gente sin suficientes ideas sociales y de izquierdas. El problema es muy serio y difícil de remontar. Antes existía la escuela sindical del trabajo que se iniciaba a corta edad desde el aprendizaje en las empresas; sin embargo, en las últimas tres décadas se han sustituido en gran porcentaje las empresas por las aulas de licenciatura, teniendo la juventud menos oportunidades para poderse formar sindicalmente, al no haber experimentado las rigideces y las injusticias del trabajo.

¿Y ahora que pueden hacer? El primer error sería dirigir solo la mirada a la red, porque en sindicalismo y en las movilizaciones los manifestantes se tienen que sentir, tocar y ver en la calle, portando las pancartas reivindicativas y agitando las banderas unitarias e indentificativas; no demostrando su hipotética fuerza con mensajitos por medio de una ridícula, fría e inhumana pantalla de ordenador. En los grandes conflictos laborales, el que domina la calle al final gana. Produciéndose por desconocimiento e ignorancia, algunas anormalidades en el uso de internet, dado que hay jóvenes que no se conectan con la web de los sindicatos  -no, eso no se lleva-; pero sí con las de grupos fascistas y de extrema derecha. Estos chicos no saben por regla general cómo son y actúan esos fanáticos individuos, debido a que rondan por los colegios aragoneses de Dios, un inocente muchacho que se dice fascista, con una gran cresta en el pelo, que es lo más raro y contradictorio visto; así como otros seres de su especie, charlando amigablemente con inmigrantes de países pobres, desconociendo que les pueden llegar a inculcar que sean esos mismos amigos el blanco de sus odios, iras y violencias. ¿Sabes lo que significa esa chapa, porque simboliza crímenes a la humanidad y muerte? Qué dices, tú siempre igual, no lo sé pero es tan bonita. El sindicalismo y la política acabaron con el fascismo. Quedan cuatro nostálgicos pero no renacerá.

Estos días es novedad el pequeño libro: ¡Indignaos!, del joven francés de 93 años, Stéphane Hessel, que con 1.700.000 ejemplares vendidos en Francia, 120.000 en España, y editado en 30 países; hace un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica. “Esto se puede cambiar. Comprometeos, indignaos. Buscar formas de militancia y resistencia pacifica, recuperar la confianza en los partidos y buscad en internet las organizaciones que defienden los derechos humanos. Con un clic podemos contactar con gente que comparte la misma indignación. No estamos solos”, acaba de declarar el autor a la prensa española. “Un grito contra el conformismo”, titulaba El País su crónica. “Yo también estoy indignado”, escribe José Luis Sanpedro de su misma edad, en el prólogo de la publicación. Él se ha convertido a sus años, en el líder juvenil con más seguidores, a los que les dice: “¿Cómo puede faltar hoy dinero para mantener las conquistas de las medidas sociales, cuando la producción de la riqueza ha aumentado?” “Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es un valor precioso”. “Para ser eficaz hoy en día, se debe actuar en red, aprovechando los medios modernos de comunicación”. Es un libro sencillo e impresionante, que convence por los argumentos que muestra, tanto como por el ejemplo de la vida comprometida del  escritor.

Se ha podido leer en la prensa: Los jóvenes tendrán móviles con GPS, pero puede que solo les sirva para encontrar la oficina del paro más cercana. Dispondrán de vuelos baratos para viajar, pero es probable que no puedan hacerlo hasta que se jubilen después de cumplir 70 años. Internet tiene la cualidad de convertir a cada usuario en el chico del megáfono de la manifestación. ¿La próxima rebelión juvenil ocurrirá a golpe de clic? En Portugal, un grupo de jóvenes (Generación de la Precariedad) convocó una manifestación a través de redes sociales y el 12 de marzo reunieron a 200.000 personas en Lisboa al grito de “este no es país para jóvenes”. Perfecto, en España también se puede lograr esta hazaña; pero, ¿después que? “Un líder estudiantil advierte, que la red puede ayudar a difundir los mensajes, pero las conquistas se logran en la calle”. Por supuesto.

Más, no basta con salir y ocupar las calles. Hay que tomar la dirección y la responsabilidad del movimiento, porque si no se hiciera así, podría ser dirigido por gente desconocida y sin compromiso organizativo, siendo posible que orientaran la corriente por cauces equivocados e irresponsables. Y, esto, sin una organización sindical fuerte detrás, sería simplemente una utopía que navegaría a capricho de las olas del mar. Las movilizaciones serias con objeto de impactar requieren, direcciones y líderes con prestigio y autoridad, que digan cuando se empiezan y, lo que es infinitivamente difícil, cuando se acaban; porque todos los conflictos tienen principio y fin, debiendo ser la salida tan exitosa como la entrada, para mantener vivo el espíritu del movimiento que se trate y dispuesto para repetir las acciones que hubiera menester.  

¿Cómo se promueve? Que empiecen a echar humo las web de los departamentos de jóvenes de los sindicatos, poniendo las personales a trabajar en un enjambre cruzado como no ha existido jamás. Acudiendo toda la juventud en masa para llenar las calles en las manifestaciones del 1º de mayo. Pasándose por las sedes de los sindicatos, para descubrir un mundo sumamente atrayente y desconocido para los luchadores novicios. Y una vez que haya aflorado la indignación, solo queda marcar los objetivos a lograr y las fechas de desarrollo. Se comenta que la juventud es cómoda, que no pelea porque los viejos cubren sus gastos; pero yo pienso que sobretodo es una juventud poco atrevida.  ¿Qué no es así? Muy bien, ¡demostrarlo!



7.04.2011                                                          Fernando Bolea Rubio
                                                           Sindicalista