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Zaragoza, Aragón, Spain
Sindicalista de UGT Zaragoza entre 1977 a 2006. Periodo en el que fue uno de los refundadores de UGT Zaragoza, Sº de Acción Reivindicativa de UGT Zaragoza, Sº General de UGT en General Motors España, Presidente del Comité de Empresa de GM España, Sº General de UGT Metal Zaragoza, miembro del Comité Confederal de UGT y formó parte del Comité Europeo y Mundial de General Motors .

viernes, 18 de abril de 2014

Retrocesos laborales imperdonables


Desconsideración, explotación con empleos de cartón, siervos con salarios de minijobs, esclavos del trabajo, materia empresarial de ganga, vergüenza. Esta es la degradación que esta sufriendo el empleo, al desmoronarse el valor del trabajo como si fuera un fenómeno de lluvia ácida constante. El Gobierno del Partido Popular, no sabe levantar la economía ni crear empleo; pero, tiene una habilidad extraordinaria para hundir las rentas hasta olfatear el suelo, no dejando un empleo decente. Su inventiva destructiva para degradar el sistema laboral no tiene comparación. Piensan y destruyen. Siguen demoliendo y vuelven a pensar en más destrucción. Son la caballería ligera arrasando el valle de la juventud, las praderas fértiles de la colaboración obrera, la montaña de la ilusión humana al quitarles su futuro. Todo y aún más, sin protestas de voces justicieras que griten lo necesario y se hagan oír... con signos de entereza en una honrada lucha.

La última treta legal destructora es, despedir individualmente a los trabajadores de las empresas, por la modalidad de despido disciplinario, alegando bajo rendimiento en el trabajo y falta de voluntad del trabajador. Con unas largas cartas de despido, que arañan la mente de cualquiera. Es tremendo. A los jóvenes los dejan muertos. Sin saber cómo explicar a sus familias y amigos el motivo del despido, ni que decir sobre las causas del mismo al buscar un nuevo empleo. Este abuso empresarial es, una bajeza para los trabajadores. Una vergüenza basada en una mentira. Un fraude, que la legislación laboral admite.

Antes existía el llamado “despido exprés” que este Gobierno eliminó, consistente en despedir sin motivo ni dar cuenta a nadie, siempre que el afectado recibiera el máximo de la indemnización legal de 45 días por año de antigüedad. Era un procedimiento socialmente desastroso, si bien lo que hoy ocurre es aún peor. Las empresas entregan la carta de despido y no pagan nada, debiéndose reclamar por medio de abogados y con coste, la improcedencia del despido y la indemnización correspondiente, en caso de ganar los pleitos. Si la falsa carta, afecta mucho moralmente al trabajador y no la recurre legalmente; la empresa se ahorra la cuantía del despido improcedente que en realidad es. Lo cual es un robo legal. De todas maneras, que nadie le dé importancia a que le atribuyan bajo rendimiento, porque ha de saber que ahora se dice de manera general en infinidad de despidos, al ser una nueva modalidad de ratería empresarial.

El retroceso general existente, se refleja hasta en los ambientes laborales haciendo que las relaciones personales entre los compañeros de trabajo, hayan perdido la frescura de antes. Al dañarse la concordia entre las personas que trabajan en la misma empresa, debido a la nerviosismo que genera la inestabilidad. La inseguridad produce tensión particular y colectiva, gestando inclinaciones de resistencia e individualismo extremo; si a nivel sindical, no existe capacidad suficiente para apartar de la mente de los trabajadores, esta maraña de miedos y basuras que a nada bueno conllevan.

Si se visita el interior de una empresa, enseguida se nota que pasa algo. Cada vez se habla menos de solidaridad de, ese fundamental principio, que entre los colegas hay que tener siempre. Los más jóvenes que, no han vivido la buena armonía anterior entre compañeros, parecen autómatas, muñecos sin corazón, no hablan con total franqueza, el miedo a perder el empleo los ha vuelto reservones, se muestran esquivos, desconfían de le gente que les habla y no conocen. Parecen heridos en su amor propio, como si no tuvieran importancia, ni fueran necesarios. Cuando se han de sentir todo lo contrario, importantes y necesarios, como en realidad son, para hacer valer su trabajo.

Esta degeneración hace también que, cada día haya más interés economicista individual, con menos conciencia sindical de emancipación y progreso común. Este síntoma es grave. Para mi es un lamentable retroceso, en el espíritu de unión que hace progresar el mundo del trabajo. Se han herido las relaciones humanas, en aras del interés individual, contrario al colectivo de vanguardia y disputa, para lograr las reivindicaciones necesarias. ¿Solución? Sencilla. Que cada uno levante la vista viendo más allá de lo que tiene delante, dejando de una maldita vez tanta sumisión. Cogiendo del hombro al compañero más cercano, ya que este será el que más le ayudará; siendo dos, en vez de uno, en busca de un mañana mejor. Dando un paso adelante, para orientar el camino de su vida, de sus hijos, la de los demás. Junto a otros y jamás solo, deambulando por la empresa sin el respeto de nadie. Como primera condición, el trabajador se ha de hacer respetar por su compañerismo y profesionalidad, para ser tenido en cuenta tanto él como su trabajo.


Salario variable

Pero claro, como el demonio no descansa, las patronales han observado la misma decadencia temerosa e individualista, con perdida de vigor colectivo sindical. Y así, se muestran dispuestos a pecar de nuevo, con otra propuesta diabólica, el “salario variable” (de percepciones variables en función de resultados, que no pueden ser previamente conocidas por el trabajador). Esto los conducirá directos a que les arda el trasero en las calderas de Satán. Vayamos a ello, tras una introducción previa.

Junto con el Gobierno del Partido Popular, la CEOE ha llevado a cabo la desastrosa reforma laboral de 10 de febrero de 2012, debilitando al máximo la negociación colectiva, al objeto de que los trabajadores no pudieran defender sus derechos y reivindicaciones como lo hacían. Esta acción político empresarial, ha tenido para los asalariados las graves consecuencias negativas sociales y salariales conocidas. Pero no les basta. Quieren más miseria obrera, hasta que la basura les impida abrir las puertas de sus ya roñosos, equivocados y vulgares negocios. Las empresas españolas competitivas y con ansia de ganar el futuro, no son ni pueden ser así.

La reforma laboral más la crisis, han llevado a desvirtuar tanto la negociación colectiva, que esta es meramente salarial. Como simples revisiones salariales. Atrás han quedado las grandes Plataformas Reivindicativas de antaño, para negociar los convenios, preparadas con tanto esmero e ilusión sindical. Y, tan completas, que llevaban a las mesas de negociación, lo relativo a retribuciones, revisiones salariales, jornada laboral, vacaciones, trabajo a turnos, pausas, movilidad funcional, ascensos, ritmos de trabajo, salud laboral, beneficios y mejoras sociales, primas de participación, de calidad en el trabajo, derechos de la mujer trabajadora, acuerdos por la competitividad y el empleo y hasta la implantación de códigos de conducta empresarial.

Negociar todo costaba dos meses, haciéndose con innumerables asambleas de los trabajadores, comunicados, presencia mediática, referéndum y a veces con duras movilizaciones y huelgas. Eso sí, un convenio sin reducción de jornada, aumento de pausas, incremento de ascensos o mejoras sociales no era nada, aunque la subida salarial fuese aceptable. Lo conseguido era igual para todos los trabajadores, diferenciándose las condiciones laborales pactadas, únicamente en función de la categoría profesional, el nivel técnico o de mando.

Sí, todo se ha quedado prácticamente en una mera revisión salarial, con incrementos de décimas, sin revisión en función del IPC, perdiendo poder adquisitivo. Sin embargo, hasta la nada parece mucho, dado que como decía, ahora la CEOE propugna potenciar la citada retribución variable; yendo también, a desvirtuar la estructura salarial que es lo único que queda, al desear un mayor peso del variable en la negociación colectiva. Considera que se precisa de formulas flexibles adaptadas a la situación de cada empresa, introduciendo la idea del “salario variable”. En mi opinión, con los salarios variables, se pretende eliminar conceptos fijos e iguales para todos; introduciendo la idea patronal, altamente añorada, del sueldo individual negociado individualmente. Para ir eliminando el salario colectivo y las propias negociaciones sindicales que lo generan.

Esta pretensión ha puesto en guardia a los representantes sindicales, debido a que los sindicatos ven que ha llegado la hora de poner fin a la desvalorización salarial, sacando los salarios del congelador, para permitir a las familias y los ciudadanos consumir. Cándido Méndez ha señalado: “Vamos a decir alto y claro lo que queremos, empleo de calidad y mejora del poder adquisitivo”.

El salario variable se debe pactar solo, en conceptos de colaboración de los trabajadores en la empresa. Como forma de compensar sus aportaciones a la calidad, o por sugerencias de participación. Siendo una parte muy mínima del salario y por medio de primas, que podrán ser de mayor o menor cuantía en función de los objetivos alcanzados. Siempre, que toda la plantilla cobre la misma cantidad resultante. Utilizándolas, como una manera de poder superar el poder adquisitivo real de los salarios; siendo así, apropiadas y convenientes. La empresa garantiza el poder adquisitivo real de los salarios, por medio de conceptos fijos. Y si se quiere superar ese salario real, se pactan estas pagas variables en base a objetivos de participación muy claros y medidos.

En aplicación únicamente de estos criterios, yo he negociado y pactado dos primas de salario variable: Una de competitividad, vinculada a la mejora continua de la calidad y otra de participación, de acuerdo a iniciativas de ahorro en despilfarro y mejora de método, que venían a suponer un punto de poder adquisitivo cada una. Las cuales fueron muy bien acogidas por la plantilla de la factoría de General Motors España. Así, ¡sí! Como maraña para dividir a los trabajadores y pagarles menos, ¡no!

Todo lo que esta pasando y se pretende hacer es tanto y, de tan graves consecuencias para los trabajadores, que los retrocesos laborales sufridos serán imperdonables por el pueblo español. Ahora se gobierna y se impone, pero en política todo tiene un final y un principio. Tengo la certeza, de que los españoles sabrán corregir sus errores de elección en las urnas; floreciendo el ímpetu obrero, desde el hondo desconcierto en que vive. ¡Se verá!

De mileuristas a minieuristas, haciendo el mismo trabajo y aquí no arde ni una tea. ¡Pero arderá!


                    18.04.2014                              Fernando Bolea Rubio
                                                                    Sindicalista

viernes, 4 de abril de 2014

Un articulo que no gustará


Los errores ideológicos y políticos cometidos por los gobiernos socialistas, junto con la desorientación política de personas progresistas con equivocas e ineficaces inclinaciones electorales, debilitan electoralmente a la izquierda socialista retrasando el cambio político al que urge llegar. Para que esa manzana caiga, el árbol lo agitan la derecha política y mediática. Con el empuje de grupos confusos con buena intención pero desorganizados, al no saber que sin un partido fuerte detrás, todo será, según me temo, simples fuego de artificio. Más intereses electorales de otras izquierdas, a veces disfrazadas de Robin Hood, como arqueros del bien, cuando no tienen unión ni posibilidades para quitar del reino al príncipe Juan sin Tierra.

El PSOE es en realidad la única izquierda real con posibilidades transformadoras. Sin embargo, estos días he oído decir: “El Partido Socialista Obrero Español no es de izquierdas”. Bueno, el pensamiento es libre y esta forma de degradar típica de aliados de otra trinchera. Así diré, que el PSOE es socialista. Si se quiere más exactitud, socialdemócrata. Dado que desde el congreso extraordinario de 29 de septiembre de 1979, en el que Felipe González le hizo renunciar al marxismo, no es marxista. En él, se retiró la transformación en una sociedad socialista sin clases, ni propiedad privada; como en los demás partidos socialdemócratas europeos ya se había hecho. Se aceptó el mercado como guía general, separándose del Estado neoliberal de la derecha al optar por un Estado social de orientación socialdemócrata, amparado en el Estado del bienestar.

En el contexto político e ideológico de aquel año, este cambio se consideró lógico. Porque como el PSOE ha sido siempre un partido de gobierno, esa iniciativa era necesaria, para desactivar los demoledores ataques que los conservadores les hacían en las campañas electorales, asustando a los ciudadanos por el referente marxista. Así, la espoleta se desactivó pronto. En las elecciones de 1982, el PSOE aventajó a la derecha en 20 puntos, permaneciendo en el Gobierno durante 14 años. Implantando en ese tiempo, todos los grandes avances sociales que los españoles disfrutamos, como la sanidad universal, educación gratuita, igualdad de oportunidades, un estado de derecho envidiable, apertura del país en el mundo, prestigio gubernamental en Europa y otros logros.

Pero como si todo esto no fuera nada, ahora se suele mentir principalmente por ignorancia, mala fe, o intereses partidistas concretos, diciendo: PSOE y PP la misma birria (m...) es. A estos tipos, este artículo no les gustará. Ahora bien, como Elena Valenciano alega: “El PSOE y el PP no deben ser lo mismo, cuando los populares están quitando las mejoras y derechos que los socialistas implantamos”. Ante todo lo cual y en términos opcionales e izquierdistas, cabe preguntarnos. ¿Izquierda Unida, el movimiento Podemos, los televisivos y presuntamente radicales en boga, hubieran tenido la lucidez suficiente y hubiesen sido capaces de hacer política de tal altura, dando vida a la izquierda y ese bienestar real al pueblo español? ¿Cuántos de los que piensan que el Partido Socialista no es de izquierdas y ellos sí, se sienten socialistas marxistas de verdad y dispuestos a tumbar la sucia sociedad capitalista como tal, copiando modelos desaparecidos de los que no queda casi ninguno en pie?

Hay que ser marxistas de corazón en su recuerdo y consideración, no intelectualmente. Por hacerlo mal, la humanidad se ha dejado perder esa ideología y ya no volverá, al menos en los países desarrollados. Aunque también hay que decir, que en la Unión Soviética comunista se veían colas de personas en los supermercados esperando ser servidos; pero no gente rebuscando comida en los contenedores de la basura, como en España esta pasando.

Por lo tanto, el Partido Socialista es socialdemócrata. Ser así, quizá no parezca ortodoxo. Sí bien, es de tal condición, lo mismo que lo son la inmensa mayoría de los partidos de la izquierda europea. En Alemania, Francia, Reino Unido. ¿Eso es poco? Es la izquierda que gana y gobierna, en la que confían millones de europeos y de ciudadanos en el mundo. ¿Es ser de izquierdas? Por supuesto que sí. ¿El PSOE es de izquierdas? Claro que sí. E, incluso mucho más, es socialista. El socialismo democrático es, la única izquierda, a la que el conservadurismo teme todavía. A pesar de las andanadas celosas que le lanzan desde cañones diversos.

Sí la izquierda real no fuera la socialista, apañados íbamos a ir, con el resto de los grupos que quedan criticando mucho al PSOE, a veces con razón, pero sin saberse organizar ni actualizar. Los neoliberales están saqueando el país, mientras en la izquierda hacemos ciencia ficción. Quijotadas. Y menos manifestaciones de colores, con todos a una e igual fin. La política no es un juego de niños, es hacer que la sociedad viva mejor o peor.

De todos modos, cada uno que piense lo que quiera y vote en conciencia o al más pintado, si su color le gusta. Lo único que me preocupa es, el que por simples diferencias de matiz, la izquierda pierda votos inútilmente cuando tan necesarios son. Debiéndose tener en cuenta, el que cuando el socialismo falla, sus votos perdidos no van más a la izquierda, su efecto en ella es mínimo y en realidad desaprovechable. Van a la abstención, a la derecha y a la ultraderecha, como en las municipales francesas acaba de ocurrir. Lo que no es óbice, para dar un viva muy fuerte a la socialista de origen español, Anne Hidalgo, por convertirse en la primera alcaldesa de París.

Aun así, yo no pretendo decir, que todos los votos tengan que ser socialistas. Sí pediría, mucho más respeto para unas siglas y una organización como el PSOE, en recuerdo de lo que históricamente ha aportado a la política y a las clases populares españolas; a pesar, de las correcciones que necesita, lo mismo que los demás partidos. Sacrificando miles de vidas, soportando cárceles, miserias, calamidades. Aportando esfuerzos, sacrificios, iniciativas para una vida mejor. Todo ello, desde que el partido fue fundado por el padre de la izquierda española, Pablo Iglesias, el 2 de mayo de 1879, en Casa Labra (aun abierta) de Madrid. Hace exactamente 135 años. ¿Se ha pensado en lo que este país sería, si el Partido Socialista no hubiera existido? Para todos los que lo insultan y desean eliminarlo porque sí, para ocupar ellos su espacio electoral, vaya mi reprobación más absoluta.

Y, por supuesto no, a las falsas apariencias. Debido a que observo, que hay personas que parecen enamoradas de sí mismas, yendo felices por la vida, con la simpleza de decir que son de izquierdas y que el PSOE no lo es. Cuando en ellos se ve menos izquierdismo del que aparentan, ni entienden que la derecha esta ahí atornillando a la gente y de verdad hay que apartarla de los gobiernos.

Asimismo pienso que, la juventud está más organizada y sensibilizada de lo que parece. Pero por desgracia, en ellos no cala el discurso de los partidos tradicionales de la izquierda; sin duda porque se lo han ganado a pulso, al estar más pendientes de ellos mismos que de formar política y socialmente a los jóvenes. Lo que ha derivado en que éstos, en vez de pensar en unidad, lo hacen en diversidad. Les gusta lo diferente valga o no. Adoran cualquier aire que sopla la vela, no el huracán de izquierdas en unidad que entre todas ellas hay que hacer para vencer. “Yo lloro cada vez que veo esa película”, decía por la calle un mozalbete ya hecho. Así vamos mal. Que la juventud tenga más coraje, siempre dentro del pacifismo. Con mayor sentido organizativo en los partidos y sindicatos estables, para asumir las responsabilidades político-sindicales correspondientes a su época y condición. Como en su día los jóvenes las asumimos para instaurar el sindicalismo de clase, la democracia, la libertad. Si no lo hacen, se arrepentirán siempre.

La candidata socialista a las Elecciones Europeas también afirma: “El 25 de mayo tiene que ganar la izquierda, pero sólo la izquierda que “puede” y “sabe”: La socialdemocracia. “Ha llegado la hora de la izquierda al timón. Y me refiero a la izquierda que puede, que sabe, que ofrece soluciones de verdad. La única alternativa real que existe en este momento en Europa”. Es verdad.

Hace unos días, el doctor en filosofía y autor del libro “Sociofobia”, Cesar Rendueles, conocido simpatizante de los nuevos movimientos políticos de calle, impartió una conferencia invitado por UGT. En el debate que después se generó, ante un comentario que le hice, sobre la importancia del PSOE en la izquierda y la necesidad de unirse toda ella. Me contestó indicando: “El centro político ha girado hacia la derecha y ha de volver a la posición anterior”. Estoy de acuerdo. Al actor José Sacristán, refiriéndose a la política retrograda del Gobierno, le he oído decir: “Esto es como una revolución al revés”. Es cierto, también. En todo caso, quien tendrá más fuerza para virar el rumbo: ¿Un trasatlántico con la bandera de la unidad de la izquierda, con los botes salvavidas del socialismo democratico europeo, o el velero pirata de tres palos y sin catalejo del capitán Garfio?

La izquierda obrera y sindical quiere que la izquierda se una de una vez y sin zarandajas. La realidad y la coherencia del electorado... situará en su sitio a los discrepantes.


                     4.04.2014                               Fernando Bolea Rubio
                                                                             Sindicalista