Ha pasado el tiempo de maduración y a siete meses de su
floración, la reforma laboral del Partido Popular solo produce fruta amarga.
Los sindicalistas ya dijimos lo que iba a pasar, pero este Gobierno no atiende,
impone. Sólo escucha las campanas patronales y financieras de alto copete y la
ministra de Empleo hace valer sus insignes rapacerías.
Ahora consumen el mal fruto, soportando la desestimación
en las encuestas electorales. Si rectificar es de sabios, podrían cortar el
árbol y acabar con parte de sus penas; mas para anular esta ley, tendrían que
ser inteligentes que no lo son y actuar antes de que la hoguera arda de nuevo.
Así, si además del Presidente se tuviera que destituir a una ministra, yo mismo
puedo dar el nombre: Fátima Báñez, azote de obreros, lágrima del poder, pésima
gestora. Con gobernantes así, de europeos del sur pasaremos a ser africanos del
norte.
Es inasumible lo que se ha hecho y el movimiento sindical
no debe permitir por más tiempo tanta bajeza. Una vez más, la derecha basó la
trama de la reforma en la creación de empleo. Siempre ocurre lo mismo, cuando
se destruyen derechos de las trabajadoras y los trabajadores, en todos los
casos los Gobiernos de todas las ideologías los justifican con el mismo fin:
por el paro... los jóvenes... Así fue en la reforma de Zapatero y lo ha vuelto
a ser en la de Rajoy. El resultado es eternamente idéntico. Nada de lo
prometido mejora, pero la clase trabajadora va sufriendo una degradación de sus
derechos tras otra, quedando a la espera del próximo embuste. Estos días, los
titulares de prensa son concluyentes: “La reforma laboral cumple seis meses sin
frutos”, “La reforma ha empeorado las condiciones laborales”, “La reforma
laboral no consigue ningún efecto positivo en Aragón, diez mil contratos menos
y 596 ERE más son el efecto de la reforma”.
A este respecto, un informe elaborado por UGT indica, que
en el periodo de vigencia de la reforma laboral (10 de febrero de 2012)
respecto al mismo periodo del año 2011, la contratación en general ha caído en
un 4,4%; los contratos indefinidos, el 5,8%, y los temporales, un 4,6%, todo un
récord en un país con altas tasas de temporalidad. La proporción de contratos
indefinidos sobre el total de contratos alcanzo la cifra más baja en agosto de
2012: 6%, antes el 11% y pico. Caen las conversiones en indefinidos en un
14,3%. El contrato para emprendedores, presentado como medida estrella a favor
de los jóvenes, se ha deshinchado porque apenas llega al 0,7% del total y el
15,6% de los indefinidos ordinarios (categoría en la que se encuadran), el 9,5%
del total de los contratos indefinidos. Han aumentado los despidos voluntarios
de los trabajadores, al quererles cambiar las condiciones y bajarles los salarios.
El paro registrado desde agosto del 2011, hasta el mes pasado, ha aumentado el
12%. Crecen los desempleados en un 17,8%. Cae el número de ocupados un 4,8%
respecto al año anterior. Desde febrero, los Expedientes de Regulación de
Empleo (ERE) han subido el 88%.
De modo que, la reforma laboral no crea empleo, todo lo
contrario, se superan tasas históricas de paro. Precariza y desestabiliza la
contratación. Han caído los contratos temporales y los indefinidos. Aumentan
los despidos individuales y colectivos. Los salarios han bajado. Desciende el número
de convenios colectivos. No ha facilitado la inserción de mujeres y jóvenes. La
flexibilidad interna apenas existe. Siendo singular e intolerable, el que la
patronal CEOE, la gran defensora y paladín de la reforma al argüir que,
acabaría dando una patada al desempleo; pronostique actualmente, que el paro
escalará al 25,2% en 2012 y al 26,5% en 2013, tras rozar la cifra de seis
millones de parados. Para el secretario de Acción Sindical de UGT, Toni Ferrer:
“La reforma no ha supuesto ningún estimulo para la creación de empleo. Esta no
era la reforma más urgente que necesitaba la economía, sino la del sistema
financiero, ya que crear empleo depende de la actividad económica y ésta de que
fluya el crédito”.
Así es. En todo caso, la reforma laboral debió unir
flexibilidad productiva con estabilidad laboral a prueba de crisis, con un
sistema de participación compensada de los trabajadores en la empresa, tal como
inicialmente contemplaba el acuerdo laboral suscrito unos días antes por los
agentes sociales y que el Gobierno ignoró erróneamente. En el II AENC 2012,
2013 y 2014 (Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva) de 25 de enero
de 2012, las organizaciones empresariales CEOE y CEPYME, y las sindicales UGT y
CCOO, ponían de manifiesto que el espacio propio de la flexibilidad interna es
la negociación colectiva, puesto que comporta instrumentos idóneos para el
mantenimiento de la actividad productiva y el empleo.
De tal forma que el AENC establecía, que el convenio
colectivo deberá regular criterios, causas, procedimientos, para la movilidad
funcional y la distribución irregular de la jornada de trabajo en el ámbito de
la empresa, con la participación de la representación sindical. ¡Que sería hoy
de GM España, si no hubiéramos pactado varios acuerdos en este sentido! Con el
rechazo de esta modernización laboral y la entrega de la casi totalidad del
poder de decisión a la parte empresarial con la reforma, el Ejecutivo de
Mariano Rajoy y el desarrollo de las empresas perdieron una oportunidad
histórica. Ha sido una reforma en contra de la voluntad de las partes, que ni
los empresarios de verdad la quieren. Aplicando su filosofía, he oído decir que
ni estando loco, un banco hará un convenio propio. Con la reforma, el único
objetivo que buscaban era rebajar los salarios y las condiciones laborales.
Todo ha sido una reforma-estafa para los trabajadores y nada más. Sí, que la
ministra y su impulsor se vayan.
Sin embargo, tal como vengo observando ni los trabajadores
ni la Unión General de Trabajadores, van a olvidar el agravio de la reforma.
Hasta el momento, en contra de ella se ha hecho la huelga general del 29-M
(marzo de 2012); se va a continuar con movilizaciones sostenidas en el tiempo;
se ha reiterado el escrito de solicitud a la Defensora del Pueblo, para que
tramite el recurso de inconstitucional de la reforma ante el Tribunal
Constitucional y las denuncias ante la OIT.
Pero los sindicalistas y los sindicatos pueden hacer más,
en las empresas y desde las empresas. Por eso me agrada que UGT haya iniciado una fuerte ofensiva sindical
desde el interior de las firmas, elaborando una Guía Sindical de orientación
general, para continuar expresando el rechazo a la reforma laboral impuesta.
Evitando a la vez, sus desfavorables efectos e introducir los avances del AENC,
que está en vigor y cuyo cumplimiento se va a exigir. ¡Se quiere revertir la
reforma! Este es hoy el fin sindical común. El Gobierno esperaba que los
sindicatos pasaran página. Ellos ya han renegado de decir que la reforma crea
empleo. Pero el movimiento sindical ni olvida ni perdona. No se van a dejar
desprotegidos a los trabajadores, mientras la reforma esta vigente.
Con la política de austeridad la derecha quiere acabar con
el Estado del bienestar. Con la reforma laboral intentar terminar con el
Derecho del Trabajo y el Estatuto de los Trabajadores. Habrá otra huelga
general.
A
Santiago, la última esperanza
Estos días nos ha dejado Santiago Carrillo. Él fue durante
la dictadura la esperanza de muchos luchadores contra el caciquismo, la
miseria, la opresión. He sentido mucho su muerte. Le recuerdo oyéndole con la
radio baja a temprana edad. ¡Ya verás cuando venga Carrillo! oía decir. Guardo
en gran estima su libro de memorias, con una dedicación de su puño y letra que
dice: “A mi compañero Fernando, del metal, con el afecto de Santiago Carrillo”.
En marzo de 1989 tuve la satisfacción de invitarle a impartir una conferencia
titulada: “Los sindicatos y la izquierda en la España de hoy”, en el Club de
Opinión 14-D que en UGT-Metal Zaragoza formamos. Fue una tarde maravillosa y su
mensaje de plena actualidad hoy en día, al afirmar: “Sólo los sindicatos siguen
en la izquierda”. Adiós, camarada.
27.09.2012 Fernando Bolea Rubio
Sindicalista