Desconsideración, explotación con empleos de cartón, siervos con salarios de minijobs, esclavos del trabajo, materia empresarial de ganga, vergüenza. Esta es la degradación que esta sufriendo el empleo, al desmoronarse el valor del trabajo como si fuera un fenómeno de lluvia ácida constante. El Gobierno del Partido Popular, no sabe levantar la economía ni crear empleo; pero, tiene una habilidad extraordinaria para hundir las rentas hasta olfatear el suelo, no dejando un empleo decente. Su inventiva destructiva para degradar el sistema laboral no tiene comparación. Piensan y destruyen. Siguen demoliendo y vuelven a pensar en más destrucción. Son la caballería ligera arrasando el valle de la juventud, las praderas fértiles de la colaboración obrera, la montaña de la ilusión humana al quitarles su futuro. Todo y aún más, sin protestas de voces justicieras que griten lo necesario y se hagan oír... con signos de entereza en una honrada lucha.
La última treta legal destructora es, despedir individualmente a los trabajadores de las empresas, por la modalidad de despido disciplinario, alegando bajo rendimiento en el trabajo y falta de voluntad del trabajador. Con unas largas cartas de despido, que arañan la mente de cualquiera. Es tremendo. A los jóvenes los dejan muertos. Sin saber cómo explicar a sus familias y amigos el motivo del despido, ni que decir sobre las causas del mismo al buscar un nuevo empleo. Este abuso empresarial es, una bajeza para los trabajadores. Una vergüenza basada en una mentira. Un fraude, que la legislación laboral admite.
Antes existía el llamado “despido exprés” que este Gobierno eliminó, consistente en despedir sin motivo ni dar cuenta a nadie, siempre que el afectado recibiera el máximo de la indemnización legal de 45 días por año de antigüedad. Era un procedimiento socialmente desastroso, si bien lo que hoy ocurre es aún peor. Las empresas entregan la carta de despido y no pagan nada, debiéndose reclamar por medio de abogados y con coste, la improcedencia del despido y la indemnización correspondiente, en caso de ganar los pleitos. Si la falsa carta, afecta mucho moralmente al trabajador y no la recurre legalmente; la empresa se ahorra la cuantía del despido improcedente que en realidad es. Lo cual es un robo legal. De todas maneras, que nadie le dé importancia a que le atribuyan bajo rendimiento, porque ha de saber que ahora se dice de manera general en infinidad de despidos, al ser una nueva modalidad de ratería empresarial.
El retroceso general existente, se refleja hasta en los ambientes laborales haciendo que las relaciones personales entre los compañeros de trabajo, hayan perdido la frescura de antes. Al dañarse la concordia entre las personas que trabajan en la misma empresa, debido a la nerviosismo que genera la inestabilidad. La inseguridad produce tensión particular y colectiva, gestando inclinaciones de resistencia e individualismo extremo; si a nivel sindical, no existe capacidad suficiente para apartar de la mente de los trabajadores, esta maraña de miedos y basuras que a nada bueno conllevan.
Si se visita el interior de una empresa, enseguida se nota que pasa algo. Cada vez se habla menos de solidaridad de, ese fundamental principio, que entre los colegas hay que tener siempre. Los más jóvenes que, no han vivido la buena armonía anterior entre compañeros, parecen autómatas, muñecos sin corazón, no hablan con total franqueza, el miedo a perder el empleo los ha vuelto reservones, se muestran esquivos, desconfían de le gente que les habla y no conocen. Parecen heridos en su amor propio, como si no tuvieran importancia, ni fueran necesarios. Cuando se han de sentir todo lo contrario, importantes y necesarios, como en realidad son, para hacer valer su trabajo.
Esta degeneración hace también que, cada día haya más interés economicista individual, con menos conciencia sindical de emancipación y progreso común. Este síntoma es grave. Para mi es un lamentable retroceso, en el espíritu de unión que hace progresar el mundo del trabajo. Se han herido las relaciones humanas, en aras del interés individual, contrario al colectivo de vanguardia y disputa, para lograr las reivindicaciones necesarias. ¿Solución? Sencilla. Que cada uno levante la vista viendo más allá de lo que tiene delante, dejando de una maldita vez tanta sumisión. Cogiendo del hombro al compañero más cercano, ya que este será el que más le ayudará; siendo dos, en vez de uno, en busca de un mañana mejor. Dando un paso adelante, para orientar el camino de su vida, de sus hijos, la de los demás. Junto a otros y jamás solo, deambulando por la empresa sin el respeto de nadie. Como primera condición, el trabajador se ha de hacer respetar por su compañerismo y profesionalidad, para ser tenido en cuenta tanto él como su trabajo.
La última treta legal destructora es, despedir individualmente a los trabajadores de las empresas, por la modalidad de despido disciplinario, alegando bajo rendimiento en el trabajo y falta de voluntad del trabajador. Con unas largas cartas de despido, que arañan la mente de cualquiera. Es tremendo. A los jóvenes los dejan muertos. Sin saber cómo explicar a sus familias y amigos el motivo del despido, ni que decir sobre las causas del mismo al buscar un nuevo empleo. Este abuso empresarial es, una bajeza para los trabajadores. Una vergüenza basada en una mentira. Un fraude, que la legislación laboral admite.
Antes existía el llamado “despido exprés” que este Gobierno eliminó, consistente en despedir sin motivo ni dar cuenta a nadie, siempre que el afectado recibiera el máximo de la indemnización legal de 45 días por año de antigüedad. Era un procedimiento socialmente desastroso, si bien lo que hoy ocurre es aún peor. Las empresas entregan la carta de despido y no pagan nada, debiéndose reclamar por medio de abogados y con coste, la improcedencia del despido y la indemnización correspondiente, en caso de ganar los pleitos. Si la falsa carta, afecta mucho moralmente al trabajador y no la recurre legalmente; la empresa se ahorra la cuantía del despido improcedente que en realidad es. Lo cual es un robo legal. De todas maneras, que nadie le dé importancia a que le atribuyan bajo rendimiento, porque ha de saber que ahora se dice de manera general en infinidad de despidos, al ser una nueva modalidad de ratería empresarial.
El retroceso general existente, se refleja hasta en los ambientes laborales haciendo que las relaciones personales entre los compañeros de trabajo, hayan perdido la frescura de antes. Al dañarse la concordia entre las personas que trabajan en la misma empresa, debido a la nerviosismo que genera la inestabilidad. La inseguridad produce tensión particular y colectiva, gestando inclinaciones de resistencia e individualismo extremo; si a nivel sindical, no existe capacidad suficiente para apartar de la mente de los trabajadores, esta maraña de miedos y basuras que a nada bueno conllevan.
Si se visita el interior de una empresa, enseguida se nota que pasa algo. Cada vez se habla menos de solidaridad de, ese fundamental principio, que entre los colegas hay que tener siempre. Los más jóvenes que, no han vivido la buena armonía anterior entre compañeros, parecen autómatas, muñecos sin corazón, no hablan con total franqueza, el miedo a perder el empleo los ha vuelto reservones, se muestran esquivos, desconfían de le gente que les habla y no conocen. Parecen heridos en su amor propio, como si no tuvieran importancia, ni fueran necesarios. Cuando se han de sentir todo lo contrario, importantes y necesarios, como en realidad son, para hacer valer su trabajo.
Esta degeneración hace también que, cada día haya más interés economicista individual, con menos conciencia sindical de emancipación y progreso común. Este síntoma es grave. Para mi es un lamentable retroceso, en el espíritu de unión que hace progresar el mundo del trabajo. Se han herido las relaciones humanas, en aras del interés individual, contrario al colectivo de vanguardia y disputa, para lograr las reivindicaciones necesarias. ¿Solución? Sencilla. Que cada uno levante la vista viendo más allá de lo que tiene delante, dejando de una maldita vez tanta sumisión. Cogiendo del hombro al compañero más cercano, ya que este será el que más le ayudará; siendo dos, en vez de uno, en busca de un mañana mejor. Dando un paso adelante, para orientar el camino de su vida, de sus hijos, la de los demás. Junto a otros y jamás solo, deambulando por la empresa sin el respeto de nadie. Como primera condición, el trabajador se ha de hacer respetar por su compañerismo y profesionalidad, para ser tenido en cuenta tanto él como su trabajo.
Salario variable
Pero claro, como el demonio no descansa, las patronales han observado la misma decadencia temerosa e individualista, con perdida de vigor colectivo sindical. Y así, se muestran dispuestos a pecar de nuevo, con otra propuesta diabólica, el “salario variable” (de percepciones variables en función de resultados, que no pueden ser previamente conocidas por el trabajador). Esto los conducirá directos a que les arda el trasero en las calderas de Satán. Vayamos a ello, tras una introducción previa.
Junto con el Gobierno del Partido Popular, la CEOE ha llevado a cabo la desastrosa reforma laboral de 10 de febrero de 2012, debilitando al máximo la negociación colectiva, al objeto de que los trabajadores no pudieran defender sus derechos y reivindicaciones como lo hacían. Esta acción político empresarial, ha tenido para los asalariados las graves consecuencias negativas sociales y salariales conocidas. Pero no les basta. Quieren más miseria obrera, hasta que la basura les impida abrir las puertas de sus ya roñosos, equivocados y vulgares negocios. Las empresas españolas competitivas y con ansia de ganar el futuro, no son ni pueden ser así.
La reforma laboral más la crisis, han llevado a desvirtuar tanto la negociación colectiva, que esta es meramente salarial. Como simples revisiones salariales. Atrás han quedado las grandes Plataformas Reivindicativas de antaño, para negociar los convenios, preparadas con tanto esmero e ilusión sindical. Y, tan completas, que llevaban a las mesas de negociación, lo relativo a retribuciones, revisiones salariales, jornada laboral, vacaciones, trabajo a turnos, pausas, movilidad funcional, ascensos, ritmos de trabajo, salud laboral, beneficios y mejoras sociales, primas de participación, de calidad en el trabajo, derechos de la mujer trabajadora, acuerdos por la competitividad y el empleo y hasta la implantación de códigos de conducta empresarial.
Negociar todo costaba dos meses, haciéndose con innumerables asambleas de los trabajadores, comunicados, presencia mediática, referéndum y a veces con duras movilizaciones y huelgas. Eso sí, un convenio sin reducción de jornada, aumento de pausas, incremento de ascensos o mejoras sociales no era nada, aunque la subida salarial fuese aceptable. Lo conseguido era igual para todos los trabajadores, diferenciándose las condiciones laborales pactadas, únicamente en función de la categoría profesional, el nivel técnico o de mando.
Sí, todo se ha quedado prácticamente en una mera revisión salarial, con incrementos de décimas, sin revisión en función del IPC, perdiendo poder adquisitivo. Sin embargo, hasta la nada parece mucho, dado que como decía, ahora la CEOE propugna potenciar la citada retribución variable; yendo también, a desvirtuar la estructura salarial que es lo único que queda, al desear un mayor peso del variable en la negociación colectiva. Considera que se precisa de formulas flexibles adaptadas a la situación de cada empresa, introduciendo la idea del “salario variable”. En mi opinión, con los salarios variables, se pretende eliminar conceptos fijos e iguales para todos; introduciendo la idea patronal, altamente añorada, del sueldo individual negociado individualmente. Para ir eliminando el salario colectivo y las propias negociaciones sindicales que lo generan.
Esta pretensión ha puesto en guardia a los representantes sindicales, debido a que los sindicatos ven que ha llegado la hora de poner fin a la desvalorización salarial, sacando los salarios del congelador, para permitir a las familias y los ciudadanos consumir. Cándido Méndez ha señalado: “Vamos a decir alto y claro lo que queremos, empleo de calidad y mejora del poder adquisitivo”.
El salario variable se debe pactar solo, en conceptos de colaboración de los trabajadores en la empresa. Como forma de compensar sus aportaciones a la calidad, o por sugerencias de participación. Siendo una parte muy mínima del salario y por medio de primas, que podrán ser de mayor o menor cuantía en función de los objetivos alcanzados. Siempre, que toda la plantilla cobre la misma cantidad resultante. Utilizándolas, como una manera de poder superar el poder adquisitivo real de los salarios; siendo así, apropiadas y convenientes. La empresa garantiza el poder adquisitivo real de los salarios, por medio de conceptos fijos. Y si se quiere superar ese salario real, se pactan estas pagas variables en base a objetivos de participación muy claros y medidos.
En aplicación únicamente de estos criterios, yo he negociado y pactado dos primas de salario variable: Una de competitividad, vinculada a la mejora continua de la calidad y otra de participación, de acuerdo a iniciativas de ahorro en despilfarro y mejora de método, que venían a suponer un punto de poder adquisitivo cada una. Las cuales fueron muy bien acogidas por la plantilla de la factoría de General Motors España. Así, ¡sí! Como maraña para dividir a los trabajadores y pagarles menos, ¡no!
Todo lo que esta pasando y se pretende hacer es tanto y, de tan graves consecuencias para los trabajadores, que los retrocesos laborales sufridos serán imperdonables por el pueblo español. Ahora se gobierna y se impone, pero en política todo tiene un final y un principio. Tengo la certeza, de que los españoles sabrán corregir sus errores de elección en las urnas; floreciendo el ímpetu obrero, desde el hondo desconcierto en que vive. ¡Se verá!
De mileuristas a minieuristas, haciendo el mismo trabajo y aquí no arde ni una tea. ¡Pero arderá!
18.04.2014 Fernando Bolea Rubio
Pero claro, como el demonio no descansa, las patronales han observado la misma decadencia temerosa e individualista, con perdida de vigor colectivo sindical. Y así, se muestran dispuestos a pecar de nuevo, con otra propuesta diabólica, el “salario variable” (de percepciones variables en función de resultados, que no pueden ser previamente conocidas por el trabajador). Esto los conducirá directos a que les arda el trasero en las calderas de Satán. Vayamos a ello, tras una introducción previa.
Junto con el Gobierno del Partido Popular, la CEOE ha llevado a cabo la desastrosa reforma laboral de 10 de febrero de 2012, debilitando al máximo la negociación colectiva, al objeto de que los trabajadores no pudieran defender sus derechos y reivindicaciones como lo hacían. Esta acción político empresarial, ha tenido para los asalariados las graves consecuencias negativas sociales y salariales conocidas. Pero no les basta. Quieren más miseria obrera, hasta que la basura les impida abrir las puertas de sus ya roñosos, equivocados y vulgares negocios. Las empresas españolas competitivas y con ansia de ganar el futuro, no son ni pueden ser así.
La reforma laboral más la crisis, han llevado a desvirtuar tanto la negociación colectiva, que esta es meramente salarial. Como simples revisiones salariales. Atrás han quedado las grandes Plataformas Reivindicativas de antaño, para negociar los convenios, preparadas con tanto esmero e ilusión sindical. Y, tan completas, que llevaban a las mesas de negociación, lo relativo a retribuciones, revisiones salariales, jornada laboral, vacaciones, trabajo a turnos, pausas, movilidad funcional, ascensos, ritmos de trabajo, salud laboral, beneficios y mejoras sociales, primas de participación, de calidad en el trabajo, derechos de la mujer trabajadora, acuerdos por la competitividad y el empleo y hasta la implantación de códigos de conducta empresarial.
Negociar todo costaba dos meses, haciéndose con innumerables asambleas de los trabajadores, comunicados, presencia mediática, referéndum y a veces con duras movilizaciones y huelgas. Eso sí, un convenio sin reducción de jornada, aumento de pausas, incremento de ascensos o mejoras sociales no era nada, aunque la subida salarial fuese aceptable. Lo conseguido era igual para todos los trabajadores, diferenciándose las condiciones laborales pactadas, únicamente en función de la categoría profesional, el nivel técnico o de mando.
Sí, todo se ha quedado prácticamente en una mera revisión salarial, con incrementos de décimas, sin revisión en función del IPC, perdiendo poder adquisitivo. Sin embargo, hasta la nada parece mucho, dado que como decía, ahora la CEOE propugna potenciar la citada retribución variable; yendo también, a desvirtuar la estructura salarial que es lo único que queda, al desear un mayor peso del variable en la negociación colectiva. Considera que se precisa de formulas flexibles adaptadas a la situación de cada empresa, introduciendo la idea del “salario variable”. En mi opinión, con los salarios variables, se pretende eliminar conceptos fijos e iguales para todos; introduciendo la idea patronal, altamente añorada, del sueldo individual negociado individualmente. Para ir eliminando el salario colectivo y las propias negociaciones sindicales que lo generan.
Esta pretensión ha puesto en guardia a los representantes sindicales, debido a que los sindicatos ven que ha llegado la hora de poner fin a la desvalorización salarial, sacando los salarios del congelador, para permitir a las familias y los ciudadanos consumir. Cándido Méndez ha señalado: “Vamos a decir alto y claro lo que queremos, empleo de calidad y mejora del poder adquisitivo”.
El salario variable se debe pactar solo, en conceptos de colaboración de los trabajadores en la empresa. Como forma de compensar sus aportaciones a la calidad, o por sugerencias de participación. Siendo una parte muy mínima del salario y por medio de primas, que podrán ser de mayor o menor cuantía en función de los objetivos alcanzados. Siempre, que toda la plantilla cobre la misma cantidad resultante. Utilizándolas, como una manera de poder superar el poder adquisitivo real de los salarios; siendo así, apropiadas y convenientes. La empresa garantiza el poder adquisitivo real de los salarios, por medio de conceptos fijos. Y si se quiere superar ese salario real, se pactan estas pagas variables en base a objetivos de participación muy claros y medidos.
En aplicación únicamente de estos criterios, yo he negociado y pactado dos primas de salario variable: Una de competitividad, vinculada a la mejora continua de la calidad y otra de participación, de acuerdo a iniciativas de ahorro en despilfarro y mejora de método, que venían a suponer un punto de poder adquisitivo cada una. Las cuales fueron muy bien acogidas por la plantilla de la factoría de General Motors España. Así, ¡sí! Como maraña para dividir a los trabajadores y pagarles menos, ¡no!
Todo lo que esta pasando y se pretende hacer es tanto y, de tan graves consecuencias para los trabajadores, que los retrocesos laborales sufridos serán imperdonables por el pueblo español. Ahora se gobierna y se impone, pero en política todo tiene un final y un principio. Tengo la certeza, de que los españoles sabrán corregir sus errores de elección en las urnas; floreciendo el ímpetu obrero, desde el hondo desconcierto en que vive. ¡Se verá!
De mileuristas a minieuristas, haciendo el mismo trabajo y aquí no arde ni una tea. ¡Pero arderá!
18.04.2014 Fernando Bolea Rubio
Sindicalista