Después de la derrota, viene la inquietud. El programa electoral hay que tirarlo, los candidatos quedan en entredicho, los equipos dirigentes desautorizados, la estrategia se quiebra, la moral interna se fractura. De pronto se cierra la noche, nada anterior parece servir. Se endurecen las críticas, se abren falsas hipótesis, la confusión es total, nadie influye, emana el desasosiego, surge la desorientación.
En el vasto caos, como primer calmante reparador, surgen preguntas buscando respuestas clarificadoras de las causas del fracaso; así como de la trayectoria a seguir, con la idea de recuperar la confianza e ir reponiendo el partido. De las primeras cuestiones, las de Bases en Red me parecen significativas: ¿Es la crisis la única causa de las derrotas del 22-M y 20-N? ¿Por qué una crisis del modelo neoliberal afecta tan severamente a un gobierno socialdemócrata? ¿Qué errores se han cometido para perder tanto apoyo social? Sobre ellas diré, que ningún líder, partido o sindicato se hunde por afrontar situaciones difíciles, si son lo suficientemente competentes para hacerles frente de la mano con sus afiliados, simpatizantes y votantes. Y, si lo hacen, con políticas propias y claras que los allegados entiendan y estén dispuestos a asumir.
De no ser así, en el mundo de la izquierda sobreviene el fracaso, no quedando otra solución que la dimisión de los dirigentes a tiempo, en bien de los ciudadanos que se representan y si se quiere evitar un sonado fracaso electoral futuro; porque a la primera ocasión, el enfado acumulado se manifiesta en las urnas, castigando los desaciertos no yendo a votar o no haciéndolo por los afines, si son los responsables de los hechos impropios. Como le ha ocurrido al partido socialista, por culpa de sus principales responsables: José Luis Rodríguez Zapatero, los ministros y los órganos de dirección.
En mi opinión, en el voto de castigo influyó decididamente el que, en el peor momento, ese necesario lazo de unión del Gobierno con el pueblo afectado no se plasmó, explicando esa carencia lo demás. En el recorte presupuestario de 15.000 millones de euros en mayo de 2.010, el Gobierno actuó por su cuenta, casi en semiclandestinidad, dado que decía unas cosas (reforma laboral como solución a la crisis, brotes verdes), y ocurrían otras (crisis bancarias, paralización de negocios por cierre de créditos, losa del ladrillo que todavía sigue oculta). No se contó con los militantes del partido, se olvidaron de los electores socialistas. Ante el estupor general, en economía se hizo una política neoliberal que nadie entendía, en vez de la anhelada socialdemócrata -más aun en crisis- que correspondía.
Se rechazaron radicalmente los recortes que Zapatero hizo caer principalmente en sus propios votantes (congelación de las pensiones, reducción salarial de un 5% a los funcionarios). Sin que afectaran a las grandes fortunas o tuvieran un efecto progresivo en la sociedad, aportando más los que más tienen, como hubiera sido lo justo y hasta posiblemente asumido -si con pesar- por la mayoría de los españoles. Conozco a representantes sindicales que, después de tres años de lucha e infinidad de penurias en defensa de los puestos de trabajo, finalmente se cerró la empresa, los cerca de quinientos trabajadores fueron al paro que fue lo peor que les podía ocurrir; pero esos sindicalistas, tenían la misma consideración de los trabajadores el último día como el primero. Junto a ellos, habían sido buenos dirigentes y los trabajadores les dieron su confianza hasta el final. A los líderes no los vencen las crisis, lo hace la inseguridad ideológica y la ineptitud.
Tanto es así, que hasta se puede afirmar que las grandes dificultades políticas elevan el prestigio de los buenos dirigentes, tal como ha venido ocurriendo a lo largo de la historia. Winston Churchill, fue conocido por su liderazgo del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Charles de Gaulle, labró su prestigio con el movimiento “Francia Libre” apoyando la resistencia. En comparación con esos graves trances, que el gobierno socialista haya caído por una crisis económica y por un simple recorte del presupuesto, demuestra la flaqueza política y de liderazgo del zapaterismo. Así, la crisis no es la única causa de la derrota, dado que el motivo fundamental ha sido el no saber gobernarla (ni tan siquiera explicarla de verdad), como deseaban la mayoría de los ciudadanos progresistas que, en 2.008, habían alzado el PSOE al poder. Del mismo modo, la crisis del modelo liberal ha afectado tanto a un gobierno que se decía socialdemócrata, porque en lo económico ejercía de neoliberal. Que el nuevo partido que ha de renacer, nunca cometa desvaríos como estos ni de ningún tipo.
De las preguntas de futuro, dado que mirar el pasado es no tener ilusiones, una se impone a las demás: ¿Se deben abandonar las nuevas o terceras vías políticas de triste recuerdo y volver a la izquierda? Claro que sí. Cuando de los votos exsocialistas perdidos muy pocos han ido a la derecha, queda demostrado que la base electoral progresista sigue viva y a la espera de una política del partido socialdemócrata-socialista de verdad. Pero claro, esta reimplantación ideológica se tiene que dar claramente en las personas de la organización, siendo asumida y defendida en primer lugar por los responsables de las comisiones ejecutivas, cargos electos o designados, convirtiéndose en la hoja de ruta de la política a seguir. No valdrá solo con pintar los programas de color y nada más, como santificarían seguramente algunos jefes y jefas poco amigos de esta innovación.
Hagamos pues, la prueba del algodón. Si usted es presidente de una comunidad y le piden a la vez una entrevista la dirección y el comité de empresa de una fábrica, ¿a quien recibiría en primer lugar? Si UGT le hiciera una reivindicación razonable y CEOE otra también sensata, si solo pudiera conceder una de las dos, ¿a quien se la otorgaría? ¿Atendería antes a un ciudadano necesitado o a un banquero? Como se que no ha acertado ninguna de las tres, debe ponerse en cuarentena... Y, el tiempo dirá.
Con el título: “Una generación que pide cambio pero no ruptura”, el diario El País de 4 de diciembre, publicó varias preguntas y respuestas de nueve jóvenes dirigentes socialistas; en las que observé poca firmeza izquierdista al contestar a lo siguiente: ¿El PSOE debe girar más a la izquierda? Cinco divagaron diciendo: “Siempre ha sido de izquierdas y un ejemplo es lo que ha hecho José Luis Rodríguez Zapatero”; en un caso. “No considero que sea el debate prioritario”; en otro. “El PSOE no puede dar volantazos”; o sea que nada. “Yo soy de las que piensan que el partido es claramente de izquierdas, socialdemócrata”. “El último programa es bastante de izquierdas”. Sin embargo, las cuatro personas restantes demostraron mayor sentimiento ideológico y más deseo de profundizar en él, al afirmar: “El partido tiene que recuperar el perfil de izquierdas”. “Nos toca volver a un proyecto fresco e ilusionante, socialdemócrata puro pero innovador, nuestro lugar natural es el centro de la izquierda, que no es el centro político”; bueno, ya se dice algo. “Hacia una posición de centro-izquierda socialdemócrata, con una economía social de mercado hacia el keynesianismo”; pienso que querrá decir como idea económica. Para Eduardo Madina: “El pensamiento socialdemócrata debe readaptar sus preguntas a este tiempo histórico”; perfecto. Me parece muy bien.
No obstante, da la sensación de que incluso los más proclives al salto quieren dar el paso, pero tirando de la rienda del caballo para que no se desboque. Lo que me crea cierta preocupación, al ser jóvenes y pronunciarse con tan poca severidad. El ser de izquierdas no debe alterar el espíritu de nadie, es nuestro estado natural como socialistas. ¿Alguien duda de esto? La actual socialdemocracia en el mundo no es la de Lenin ni Rosa Luxemburgo, es algo muy para ir por casa en cada país, aunque pudiendo llegar muy lejos si se desarrolla bien.
De todas maneras, socialdemocracia no es neoliberalismo y si alguien piensa que innovándola o readaptándola a este tiempo histórico y de confusión, dará pie para aparentar lo que no se es y seguir navegando en la práctica por la misma marea neoliberal atroz, que cambie de idea o de partido. El PSOE ha de ser lo que las clases trabajadora, baja y media ahora demandan y quieren que sea. Y, en ningún caso será, refugio y amparo de liberales y neoliberales. Al principio, el propio Zapatero declaró que era liberal, hoy posiblemente es neoliberal. Con limpiar el neoliberalismo habría mucho avanzado. Entre socialdemocracia y socialismo democrático no hay ninguna diferencia, es lo mismo, ya se debería saber. En España se desconocen popularmente la socialdemocracia y el keynesianismo, carencia que se ha de remediar incorporándola al debate socialista.
El PSOE se ha convertido en una maquinaria obediente, sin valor crítico interno para corregir errores e imponerse a lo incorrecto. Como decía Albert Einstein: “El peligro del mundo no es de los que lo hacen mal, sino de los que se sientan a verlo”. Vaya pues el último mensaje de acción urgente a corregir, para con mi modesta opinión y todo lo dicho aquí, añadir algunos puntos más de reflexión al borrador del proyecto socialdemócrata en elaboración. Hay que levantarse de la silla y participar activamente en los debates del partido, con la mente limpia e ideales de izquierda claros. Que el próximo congreso ordinario no signifique una mayor decepción.
35 sugerencias más para el proyecto socialdemócrata
- Se gobernará de la mano de los afiliados, simpatizantes, votantes.
- Realizarán políticas propias, con arreglo a su ideología.
- Actuarán de manera clara y de forma que los allegados entiendan lo que se hace.
- No se aplicará nada que los afiliados no estén dispuestos a asumir.
- Si no se practica la política abierta expuesta, se dimitirá sin pérdida de tiempo, en bien de los ciudadanos que se representan y para evitar fracasos electores seguros.
- Se gobernará formando un lazo de unión con el pueblo: Las clases trabajadora, baja y media.
- En ningún caso los gobiernos socialistas procederán por su cuenta, sin tener presente la opinión mayoritaria de la población.
- En todo momento se dirá a los españoles la verdad de lo que ocurre y se quiere hacer. Informando después de lo que se ha hecho.
- Se tendrá en cuenta a los afiliados y militantes del partido.
- Los electores socialistas han de estar siempre en la mente de los dirigentes.
- Se abolirán las políticas neoliberales, retirándose a los dirigentes y cargos designados por el partido de tal condición.
- La socialdemocracia real no adulterada será la política del partido.
- Se dictaminarán políticas fiscales progresivas, para que aporten más los que más tienen.
- Se mantendrá permanentemente la consideración de los representados.
- Se sabrá que ni al partido ni a los líderes los vencen las crisis, lo hace la inseguridad ideológica y la ineptitud.
- El PSOE ha de girar a la izquierda.
- El cambio y los postulados de mayor izquierda deben ser asumidos en primer lugar y como primera condición, por las personas del partido a nivel individual, por los responsables de los órganos de dirección, para posteriormente practicarlos con carácter colectivo. La reimplantación ideológica se convertirá en la hoja de ruta política a seguir.
- Siempre que sea posible se demostrará que se está con los trabajadores y que se cuenta con ellos en primer lugar.
- Se apoyará permanentemente a los sindicatos y en mayor medida que a las patronales.
- La política social, el Estado del bienestar, tendrán prioridad ocupando la mayor parte de la agenda.
- Hay que olvidar las nuevas o terceras vías políticas y volver a la izquierda, de donde nunca se debió salir.
- Es necesaria más firmeza izquierdista en los jóvenes, mandos y con carácter general
- El keynesianismo será siempre una política económica fundamental
- Ser de izquierdas es el estado natural de los socialistas.
- Socialdemocracia no es liberalismo o neoliberalismo.
- La readaptación socialdemócrata no significara seguir en la practica por la marea neoliberal.
- El PSOE ha de ser lo que las clases trabajadora, baja y media ahora demandan y quieren que sea.
- El partido en ningún caso será refugio y amparo de liberales y neoliberales.
- Con eliminar el neoliberalismo habría mucho avanzado.
- Entre socialdemocracia y socialismo democrático no hay ninguna diferencia. Son lo mismo.
- En España se desconocen popularmente la socialdemocracia y el keynesianismo. Esta carencia se ha de remediar, incorporándola al debate socialista.
- El partido dejará de ser la maquinaria obediente que ahora es, haciendo política activa interna, con valor critico, para corregir errores e imponerse a lo incorrecto.
- Hay que levantarse de la silla y participar activamente en los debates.
- Los socialistas procederán siempre con la mente limpia e ideales de izquierda claros.
- Que el próximo Congreso no signifique una mayor decepción.
¿De donde partimos? Para el catedrático Vicenç Navarro: “La filosofía del equipo Zapatero queda reflejada en el libro de Jordi Sevilla De nuevo socialismo, influenciado por el New Labor del Sr. Tony Blair. En este libro del asesor económico de mayor influencia en lo que en España se llamaba la Nueva Vía -más tarde conocida como zapaterismo- queda bien definida esta política de que hay que bajar los impuestos, de que debe diluirse la progresividad fiscal, de que hay que desregular los mercados, incluido el financiero, de que hay que evitar la expansión del gasto público (contradiciendo a Keynes) y otras medidas de claro corte neoliberal. En términos económicos, el neoliberalismo es la versión acentuada del liberalismo”.
En una entrevista realizada por estudiantes progresistas de Catalunya, a la pregunta de si su neoliberalismo económico y fiscal fue la causa del declive electoral del PSOE. Navarro contesta: “No hay ninguna duda de ello. La respuesta del equipo económico del gobierno Zapatero a la crisis fue típicamente neoliberal. No hay que olvidar que su Ministro de Economía, el Sr. Solbes, había dicho que su máximo logro al final de su mandato, 2004-2008, había sido no aumentar el gasto público”. Otro liberal o neoliberal (también antikeynesiano). En fin, es lo que hay.
La situación económica y social no requiere continuar con medias tintas. Estos días se ha podido leer que los poderes financieros-bancarios quieren privatizar todo el Estado del bienestar: La sanidad, la educación, las pensiones, los seguros de desempleo. Ven en ello grandes oportunidades de negocio y las aves de rapiña financiera, llamadas mercados, que descaradamente se han hecho ya con el control económico y político de Europa, no van a ceder en su empeño. Dibujándose por tales avaricias, una sociedad futura donde muchas personas no tendrán oportunidad de trabajar en toda su vida, ni poseerán dinero, ni servicios sociales públicos de protección. Una sociedad del caos que, antes de que los ricos paguen impuestos, dejara morir a la gente.
Ya vale de enredar políticamente y de callar. Hay que cambiar las políticas contemplativas, pasando a la acción con decisión y firmeza. Todo lo que la lucha obrera sindical y socialista han conseguido a lo largo de la historia lo quieren arrebatar, ante lo cual el partido y el sindicato (sindicatos) tendrían que volver como antaño, al menos a analizar juntos los problemas. Pablo Iglesias decía: “Si unimos la lucha en las fábricas a la del Parlamento, el edificio del capitalismo se caerá por su peso”. Ya sé que aquella experiencia es hoy irrepetible, pero me apetece recordarla. Si, hay que levantarse de la silla y andar de frente contra el egoísmo del capital.
14.12.2011 Fernando Bolea Rubio
Sindicalista