La inmediata huelga general de 14 de noviembre, tiene un
nuevo significado y un fin más común. Si las anteriores han sido casi
exclusivamente por cuestiones laborales, ésta también lo será, en clara lucha
por la derogación de la vigente reforma-estafa laboral impuesta por el Gobierno
popular, por sus devastadores efectos negativos para los trabajadores. Dado que
no crea ni creará empleo como falsamente se aseguró, precariza la contratación
no dando a la juventud estabilidad laboral en el trabajo, altera las relaciones
laborales rompiendo los canales de negociación y entendimiento entre las partes
económico-sociales, facilita el despido de manera vergonzante para las personas
afectadas y el movimiento sindical. Todo lo cual hay que eliminar, limpiando la
basura de la legislación para que sea de todos y no de parte, con etiqueta
netamente patronal.
Pero si sólo lo anterior merece la más agria repulsa, en
esta ocasión la protesta ha de ser mayor a otras y la reprobación más
contundente. Expresada no exclusivamente por los trabajadores, sino por toda la
sociedad con sus clases medias bajas y altas al frente, porque la movilización tiene un componente
más a modificar, la ideología radical de la austeridad. Sí, la política de
contención total del gasto público que la derecha española y de la Unión
Europea han impuesto; eliminando de raíz el crecimiento económico y la creación
de empleo. El despilfarro si lo hay se elimina, pero no se debe prescindir del
acompañamiento con fondos públicos a la economía cuando ésta se halla en
recesión y sufriendo el país una atroz crisis bancaria y financiera.
Con el credo de la austeridad y la tijera de los recortes,
mientras se salva a los bancos, España caerá más cada día y la población pagará
las consecuencias, perdiendo el Estado del bienestar que mayormente es su único
patrimonio. Es una vergüenza que a mí me produce hastío, oír hablar a los
jóvenes en los autobuses diciendo ellos y ellas que se van a ir a buscar
trabajo fuera del país, porque aquí no hay nada. ¿Hasta que extremo hay que
aguantar para saltar? Los ejemplos de Grecia y Portugal los tenemos a la vista,
el que no los quiera ver que no mire ya que pronto los sufrirá.
Que los gobiernos sigan con sus presupuestos míseros y de
raquitismo inversor, si así sueñan con luces y campanas de recuperación
económica, cuando casi nadie las oye sonar y se sabe que ningún país ha salido
de la crisis con austeridad. España sería el primero en hacerlo. Pero al menos,
que pongan cinco euros en una cuenta para políticas de crecimiento, con
generación de empleo en nichos adecuados de actividad; porque la austeridad,
debe tener una línea paralela de crecimiento, para salir del pozo de la
recesión, e ir acabando con el paro. Generando actividad al objeto de que no se
vayan y regresen esos jóvenes que, expulsan la crisis y la política económica
errónea de la Cancillera Angela Merkel y la del Presidente Mariano Rajoy.
No es pedir demasiado. Simplemente, que se aplique en España
y en Europa el tipo de política económica con tintes keynesianos que Barack
Obama realiza en Estados Unidos, que aún sin ser la ideal, después de superar
la crisis de las hipotecas subprime, de la banca, del automóvil, esta creciendo
y situando el paro en un 7,9%; haciéndole ganar las elecciones presidenciales,
para satisfacción de las capas mas desfavorecidas estadounidenses y de la
izquierda mundial.
Es cierto que allí tienen la Reserva Federal y no un Banco
Central Europeo malo como aquí, con una moneda propia que controlan y no el
euromarco que gobierna esta zona a voluntad germánica. Ante este abuso
avasallador, desde la política se calla, se obedece, se asiente con
complacencia. Sin embargo, el sindicalismo europeo ha dicho basta, al convocar
la Confederación Europea de Sindicatos (CES), una jornada de Acción y
Solidaridad Europea el 14-N, con huelgas y movilizaciones en todos los países;
en contra de esta lacra de la austeridad que, los gobiernos ejercen con las
consecuencias antisociales e inhumanas conocidas, para exigir otra forma de
política y de vida.
Los mayores, los jóvenes, profesores, alumnos, parados,
jubilados, el tendero, la carnicera, los trabajadores, autónomos, los pequeños
y medianos empresarios, los ejecutivos, profesionales liberales, en concreto el
99% de la población que necesita lo que el 1% tiene, según afirma el Nobel
Joseph E. Stiglitz, tendría que salir a la calle y alzar la voz en pro de la
rectificación y el cambio de orientación económica que se necesita y reclama.
No conozco a nadie que este a favor de la austeridad sin
más. Ni los empresarios la defienden. Todo el mundo entiende, que a la vez debe
haber crecimiento y estímulos públicos para que progrese la economía. Así, se
ha de entender que esta huelga es en beneficio de todos y a una hemos de
responder. Nos dejan sin futuro. Hay culpables. Hay soluciones. ¡Vamos!
8.11.2012
Fernando Bolea Rubio
Sindicalista