Tú
haz lo que quieras, pero yo sigo. Y continuaré siempre, porque nunca renunciaré
a mi ideología socialista, ni renegaré jamás de mi sindicato la Unión General
de Trabajadores. La organización obrera con 125 años de historia, que ha visto
de todo, superando en todo momento los
intentos de su liquidación.
UGT
ha vivido periodos revolucionarios, la república, la guerra civil, la dictadura
franquista, la clandestinidad y por fin la democracia y la libertad. Ha
luchado, lucha y luchará, contra gobiernos y patronales por: La emancipación de
los obreros, contra el hambre, la esclavitud en el trabajo, la precariedad, por
el empleo, por mejoras salariales y sociales para los asalariados, por la
justicia social en las empresas, por el Estado del bienestar. Siempre con un
único fin, poder ser una herramienta de apoyo a la clase trabajadora y a las
capas más desfavorecidas de la sociedad. Su trayectoria es impecable por sus
objetivos, limpieza y claridad. Yo estoy profundamente orgulloso de ser
ugetista y militante sindical. Si este sindicato desapareciera, los
trabajadores lo volverían a reimplantar, como ya lo hicimos fortaleciéndolo en
los pasados años setenta. Que el ultraliberalismo político y mediático lo
tengan presente en sus oraciones antiobreras.
Los
capitostes de la ultraderecha intolerante, no cesan en su empeño destructor del
sindicalismo. En su interés anulador utilizan todo, hasta que los trabajadores
puedan comer lo que les gusta. Esperanza Aguirre, esa aguerrida ultraderechista,
acaba de hacer el ridículo más espantoso, al publicar una foto donde aparece un
compañero del sindicato Comisiones Obreras cortando jamón. Como si los
sindicalistas no tuvieran derecho a consumirlo. Los pobres saben criar el cerdo
y comerse el jamón, pero ella sin los pobres que le crían el cerdo... comería
esparto. Son tan ridículos e insignificantes que sus artimañas me producen
tristeza, por su bajeza intelectual y mala intención.
¿Pero
que derecha es ésta? ¿Cómo este país ha caído tan bajo? No se pueden aguantar
estas estupideces y hay que reaccionar, más cuando ellos están destruyendo los
derechos de los trabajadores, la educación, la sanidad, las pensiones, en suma
el Estado del bienestar. Naturalmente, toda esta tropa liquidadora sabe muy bien
que, el sindicalismo es la piedra que les duele en el zapato y el principal
freno, a sus cruzadas patrióticas y privatizadoras de lo público. Por eso van a
por él. Y seguirán yendo, con razón o sin ella. Su meta es eliminar la
capacidad de respuesta de sus contrarios de clase, en detrimento de los
intereses de la mayoría del pueblo español.
¿UGT
hace todo bien? Yo diría que casi todo y que si alguien suyo comete un error lo
sabe depurar y enmendar pagando sus deudas. ¿Acaso no lo hizo con su cooperativa
de viviendas PSV, al dedicar todo el capital recibido por su patrimonio
histórico para no perjudicar a los cooperativistas? El fracaso de este
proyecto, se fraguó en parte, por culpa del ataque financiero demoledor que
recibió, al no permitirse por más tiempo, que el sindicato tuviera la
cooperativa de vivienda sociales más grande de España.
Mas,
como los músicos no paran de tocar, en agosto estamos contemplando dos campañas
orquestadas. Una, de la CEOE, proponiendo eliminar los pocos derechos laborales
que quedan, e intentado implantar lo que llama “hiperflexibilidad” contractual;
o sea, contratos de capricho, baratos de coste, de superdominación de los
empleados, con jornadas inacabables y
sin cobrar el tiempo de más. Otra, contra UGT, con el impulso del periódico El
Mundo, como primer actor, sacando con cuentagotas para que tenga mayor impacto
negativo, una serie de acusaciones sobre posibles facturas falsas de eventos
del sindicato en Andalucía, giradas para su pago a la Administración andaluza.
Pues
bien, con estas dos cuñas querían debilitar al sindicato de cara a las
movilizaciones sindicales de otoño que, sin duda se harán, para impedir los
sueños empresariales-gubernativos de liquidación total de la legislación
laboral. Sin embargo, la estrategia de acoso y derribo les va a salir mal. Dado
que, por un lado, UGT ya ha dicho que no va a negociar la pretendida
“hiperflexibilidad”, “porque suena a una desregulación total”; y, como es
previsible, los esperará en los centros de trabajo y en la calle. Y, por otro
lado, el nuevo Secretario General de UGT Andalucía, Francisco Fernández
Sevilla, bético e internacionalista según dice, acaba de declarar que “no es
verdad que allí se utilicen facturas falsas”.
Se
les acusa de girar 29.774,94 euros, por la publicidad de un curso en la
contraportada de una revista sindical, cuando aseguran que facturaron muchísimo
menos. Harán una revisión documental para si existe algún error del gasto
corregirlo y reintegrarlo. Han informado que en los últimos cuatro años, el
sindicato ha impartido 7.000 cursos de formación para 108.000 trabajadores. UGT
Andalucía cuenta con 93 centros acreditados para impartir dichos cursos y
cuenta además con un aula bus para llegar a todos los rincones de la comunidad.
Asimismo, una media de 161 personas trabajan allí en orientación laboral.
Fernández Sevilla ha declarado: “Somos los primeros interesados en que todo se
clarifique y que todo se justifique correctamente, para que el buen nombre de
UGT Andalucía siga manteniéndose y que la entidad sea útil para los
trabajadores”. De todas formas, aunque no parece haber habido ningún lucro
personal; la Comisión Ejecutiva Confederal de UGT, tiene que involucrarse
también en este asunto, revelando algún delito si lo hubiera.
Yo
no conozco a ningún sindicalista rico. Si sé que todos ellos y ellas pierden dinero por su actividad sindical y
cuanto más tiempo la desempeñan mayor es la pérdida. Como ha sido en mi caso,
la inmensa mayoría de ellos, únicamente cobran el salario profesional de la empresa
que pertenecen y nada más, cuando son mayores los gastos que conlleva la
actividad. Cabe incluso decir que, los salarios que reciben sus máximos
responsables orgánicos, no son acordes ni mucho menos con la alta
responsabilidad de los cargos que desempeñan. El sueldo del máximo líder de
UGT, Cándido Méndez, es de 2.574 euros al mes, una vez deducidas las
cotizaciones sociales.
Sobre
los intoxicadores antisindicales, allá ellos con sus fobias y odios. Al
sindicalismo de clase no lo vencerán jamás. Quitarán una piedra y les caerá la
montaña encima. El historiador Ian Gibson, en 2007 dijo: “Sin una derecha
razonable y dialogante, España nunca será el país que tantos anhelamos”.
Vivimos tiempos de niebla y sin confianza en que brote la primavera. Que los
sindicatos empiecen a regar los floreros.
29.08.2013
Fernando
Bolea Rubio
Sindicalista