Ante la debilidad socialista actual, las elecciones
europeas de mayo, la evolución de la crisis, los padecimientos que esta
sufriendo la población por las políticas adversas de la derecha; la izquierda
ha de hacer valer su discurso y que este sea entendido y defendido por sus
votantes.
Así, en la izquierda se han de asumir cuatro ideas
iniciales que me parecen determinantes, si no se quiere perder el tiempo y
continuar igual. Una, que hay que vencer a la derecha en las urnas, uniendo
para ello a todo el potencial progresista que sea posible. Dos, que el resto de
la izquierda sin el PSOE no tiene nada que hacer, nunca ganaría. Tres, que sin
los socialistas, aunque se unieran el resto de los partidos de izquierda y
todos los movimientos sociales en activo, la derecha ganaría siempre. Cuatro,
el que los partidos socialistas han de ser de centroizquierda, porque sin votos
de la clase media nunca podrían ganar y la derecha seguiría venciendo.
Teniendo en cuenta estas
premisas, ha sido sorprendente el revuelo mediático y de análisis político que
ha generado la reciente propuesta del Presidente francés, François Hollande, de
recortar el gasto y cargas sociales a las empresas: “Cambio de rumbo en
Francia, Hollande vira a la derecha, Alemania y Gran Bretaña aplauden el
drástico giro del presidente francés en materia económica”. Paul Krugman ha
escrito: “Escándalo en Francia”, algunos esperábamos que Hollande plantara cara
y en lugar de eso, cayó en la sumisión intelectual. Francisco G. Basterra, con
el título: “Banderas arriadas”, ha dicho Europa ha perdido la última plaza del
socialismo en el poder, rendida por Hollande. Jean-Marie Colombani, en su artículo:
“La sorpresa de Hollande”, hace otra lectura al considerar que restablecer la
economía francesa es la condición previa para volver a tratar de tú a tú a
Alemania.
Para mí, fue asimismo asombrosa
la extrañeza de un periodista que en una multitudinaria rueda de prensa le vino
a decir a Hollande, ¿usted por que no se declara socialdemócrata?; a lo que
contestó, el que a estas alturas no sepa que soy socialdemócrata (...) Los
franceses se han hecho llamar socialistas siempre y los alemanes
socialdemócratas; sin embargo, son cuña del mismo árbol y sus políticas
semejantes, porque ambas palabras ideológicamente son lo mismo. En España, pasa
como en Francia, pocos se declaran socialdemócratas cuando lo son tanto los de
aquí como los de allí. Los partidos socialistas europeos son socialdemócratas o
socialistas democráticos si se prefiere. Nada más, ni nada menos. Que la prensa
plantee hoy disyuntivas así es paradójico, porque Hollande ideológicamente
seguiría siendo el mismo, fuera una cosa u otra. Como Santiago Carrillo decía, la socialdemocracia
ha traído lo que Carlos Marx quería, sanidad y educación para todos. El problema no es ser
socialista o socialdemócrata de verdad, sino el socialliberalismo que se
inmersa en las filas socialistas.
El socialliberalismo llego
principalmente por medio de las terceras vías del ingles Tony Blair y del
alemán Gerhard Schröder. Ellos se acercaron peligrosamente a la derecha para
ampliar su influencia electoral, lo que les sirvió para ganar comicios; pero su
desviación fue tan acentuada que, finalmente perdieron a sus fieles
tradicionales de la izquierda, quedándose en terreno de nadie. En España, José
Luis Rodríguez Zapatero inició su andadura hablando de una nueva vía, de la que
nunca más se supo, si bien ahí ha quedado su mal final presidencial.
Mas en el ortodoxo socialismo
francés, no ha ocurrido nada de esto. Allí las malas hierbas socialliberales no
han brotado tanto hasta ahora. ¿Será Hollande, el Blair galo? En mi opinión, es
pronto para decir sí o no. Porque de momento, su ajuste me parece
económicamente defensivo, dado el aciago estado actual de la economía en la
Unión Europea. Con los neoliberales de la derecha, gobernando en casi todos los
países; y empujando a Europa -a la social, brillante y querida Europa del
recuerdo-, hacia el abismo de la injusticia social y el estancamiento
económico, lo que le influye sobremanera, limitando sus posibilidades de
crecimiento. En la Unión Europea manda la derecha, de ese laberinto trata de
salir. Subió los impuestos hasta un 75% a los ricos. Su economía sigue mal y trata de
desbloquearla. ¡Ojalá lo consiga!
El Partido Socialista español, ha
hecho su anunciada Conferencia Política que me ha parecido interesante, tendría
que optar por “listas electorales abiertas”, esta renovando su liderazgo. El
líder del Partido Laborista británico, Ed Miliband, arrecia su lucha contra los
bancos, las eléctricas, quiere crear un nuevo capitalismo para acabar con el
declive de las clases medias. En Alemania, los socialdemócratas gobiernan con
los democratacristianos, donde van obteniendo avances, como la implantación del
Salario Mínimo y la jubilación a los 63 años en vez de la establecida a los 67.
De cara a las europeas, hay que
fijar la atención sobre el Presidente del Parlamento Europeo, el
socialdemócrata que viene de Alemania (no como alemán... como le gusta decir),
Martín Schulz, candidato de los socialistas a presidir la Comisión desde
noviembre. Es europeísta, sincero, duro. Su denuncia es constante, contra las
penurias que la clase media y los más desfavorecidos sufren, a causa de la
austeridad. Él piensa que el capitalismo salvaje ha destruido Estados e
individuos. Considera que Europa es el continente más rico del mundo, pero tiene
una distribución de la riqueza muy injusta. Propone una regla simple: pagas los
impuestos allí donde tienes beneficios. El candidato de los conservadores será,
el neoliberal y azote del tercio de su majestad Angela Merkel, el comisario
europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn.
Así pues, o Schulz o Rehn. La
diferencia es abismal. Pensemos con la cabeza y sintamos con el corazón. No al
revés, por favor. Estas son las banderas socialistas de hoy. Ondeémoslas yendo
a votar y votando socialismo. Sin ellas, la humanidad no tendría esperanza.
25.01.2014
Fernando Bolea Rubio
Sindicalista