Una nueva fechoría laboral del
Gobierno se va a padecer, con el Decreto-Ley 16/2013, de 21 de diciembre. Quizá
hecho, para conmemorar dos años y un mes después, el triunfo electoral del
Partido Popular, de tan tristes resultados sociales y de todo tipo. Lo
estropean todo. No dejan nada en pie. El Estado del bienestar desaparece por
encanto, la legislación laboral la han hecho añicos, a los trabajadores los
hunden en la escasez diariamente. Y no paran. Incendian todos los bosques. Su
mecha habrá que apagarla, parando las fábricas por tercera vez, en tres años.
Se dice que la ignorancia es muy
atrevida y por supuesto, la derecha española de salón, la no productiva ni
empresarial, lo es. Está, lo mismo que la ministra de Empleo, Fátima Báñez,
viven en la inopia. No saben lo que se ha de hacer, para que las empresas y la
industria prosperen. Al contrario, burócratas patronales neoconservadores como
ellos, le cuentan al Ejecutivo cuentos chinos; e, inmediatamente éste, los
lleva al Boletín Oficial del Estado, sin diálogo sindical ni consenso político.
En mi opinión, todo esto el PP lo pagará electoralmente; aunque de momento, sus
abusos y vejaciones se sufren. No saben que “los trabajadores son el principal
valor de una empresa”. Esas personas que medio odian, porque si no, no se
explica el que les hagan tanto mal.
La felona ley, lleva por título: "Medidas
para favorecer la contratación estable y mejorar la empleabilidad de los
trabajadores". Pues bien, con ella va a ocurrir todo lo contrario. En vez
de en estabilidad laboral, influirá en inestabilidad contractual; debilitándose
el empleo, dado que tiende a reducir plantillas en vez de incrementarlas,
porque los representantes de los trabajadores no las van a poder defender.
Todo, porque la “jornada irregular” se legaliza incorrectamente, con el texto
siguiente: “Mediante convenio colectivo o, en su defecto, por acuerdo entre la
empresa y los representantes de los trabajadores, se podrá establecer la
distribución irregular de la jornada a lo largo del año. En defecto de pacto,
la empresa podrá distribuir de manera irregular a lo largo del año el diez por
ciento de la jornada de trabajo”.
Las posibilidades de la jornada
irregular se vienen contemplando desde la reforma laboral de mayo de 1994, en
tiempos de Felipe González, sin embargo su redactado era totalmente diferente.
Se limitaba a decir lo mismo que el texto anterior, excepto lo referente a la
potestad empresarial del diez por ciento. Se facultó con la obligatoriedad de
que las partes la tuvieran que negociar y pactar, dando las mismas
posibilidades de acuerdo a los trabajadores que a los empresarios. Lo cual era
lo correcto. Pero como en todo, llego la voraz mano del Gobierno del PP y, en
su reforma laboral de febrero de 2012, ya concedió a los empresarios un primer
premio, dándoles la facultad de poder implantar unilateralmente, un cinco por
ciento de la jornada irregular. En la de julio de 2012, ese galardón lo dobló
llegando a ese lamentable diez por ciento.
Y ahora, con su última gracia, en
el decreto de 21 de diciembre de 2013, ha completado la pirámide dando al
vértice más poder y posibilidades, por medio de este nuevo párrafo: "La
compensación de las diferencias, por exceso o por defecto, entre la jornada
realizada y la duración máxima de la pactada será exigible según lo acordado
(...) En defecto de pacto, las diferencias derivadas de la distribución
irregular de la jornada deberán quedar compensadas en el plazo de doce meses
desde que se produzcan". En definitiva, que la regulación del tiempo antes
era a lo largo del año y ahora más allá del año en curso, en los doce meses
siguientes.
Después de esta hazaña de visión
laboral tan pobre, gente del Ejecutivo presumía en las ruedas de prensa,
alardeando: “Se potencia la distribución irregular del tiempo de trabajo, al
permitirse regular los excesos o defectos de jornada en las “bolsas de horas”.
Una flexibilidad interna que ha revelado su eficacia en sectores como el de
automoción”. Sí, es cierto. En GM España, mi fábrica, los resultados de la
jornada irregular en sus doce años de implantación (desde febrero de 2002) son
magníficos, tanto en lo laboral como en lo industrial. Si bien ha de quedar
cloro, que la jornada irregular implantada en automoción, ha sido pactada no impuesta.
Siendo esta diferencia sumamente
importante, porque puede significar un triunfo colectivo para las partes
económica y social de la empresa; o un fracaso estrepitoso para todos. Me
explicaré.
Un 10% de la jornada a voluntad
del empleador significa que, en una jornada anual de 1.700 horas, 170 serían
irregulares. El equivalente, a una bolsa anual de más de 20 días. Esa cantidad de flexibilidad productiva,
puede cubrir todas las necesidades que una empresa puede llegar a tener. En la
planta de GM España, pactamos 25 días de jornada irregular a la baja,
acumulándose de año en año, siendo esa bolsa de días una de las mayores
existente en el sector de automoción. Digo esto, porque si la empresa de por sí
puede imponer por ley, toda la flexibilidad que puede llegar a necesitar, ¿para
que va a negociar con los comités de empresa la nueva jornada, teniendo que
compensar a los trabajadores con algo a cambio? Con imponerla, le basta.
Ahora bien, así la compañía no va
a lograr su objetivo, sino que levantará un fuego laboral interno que podría
ser eterno. Por lo siguiente. Las bolsas son a la baja y al alta, con jornadas de recuperación y jornadas
adicionales. Por ejemplo, nosotros pactamos las 25 jornadas de recuperación a
la baja o de paro técnico; con 8 turnos por empleado y año al alta o de
jornadas adicionales. A la baja, supone que cuando disminuyen las ventas, la
empresa paga los salarios a los trabajadores, sin que estos trabajen ni asistan
a los puestos de trabajo. Recuperándose esas jornadas después, cuando las
puntas de producción mejoran. Al alta, es aumentar la fabricación o la
actividad una jornada más, pasando a ser esas semanas especificas de seis días.
Pero ha de quedar claro, que la
jornada irregular significa tener que trabajar en sábados. Convirtiéndose estos
en sábados productivos, cuando en los convenios la jornada semanal es de lunes
a viernes. Es la manera de devolver a la empresa, los días cobrados y no
trabajados de paros técnicos. O al tener que trabajar sábados al alza, por necesidad
de mayor producción. Y, en este punto, se da el mayor escándalo de la
equivocada ley, debido a que no tiene el
mismo valor trabajar en sábados o festivos, que en días normales. Por lo tanto,
ese valor se le tiene que compensar al trabajador en tiempo o en dinero;
negociándose las cuantías que correspondan. Mas, ¿el flamante decreto que dice
al respecto? Nada. O mejor dicho, todo, porque anula el mayor valor del trabajo
en sábados, si las jornadas irregulares no han sido negociadas y la empresa las
ha impuesto, como puede hacer ahora.
En GM España pactamos, que las
jornadas a la baja y al alta fueran compensadas con el mismo valor que las
horas extraordinarias. Las jornadas a la baja se acordaron con el valor de 1,75
en tiempo, significando el que cada sábado trabajado casi valía por dos días a
recuperar. En las jornadas al alza, la compensación fue del 1,75, en este caso
en dinero; pudiendo ser también, con un día de descanso más la diferencia en
dinero entre 1 y 1,75. Además, garantizando 18 días de vacaciones colectivas en
el año natural, la empresa podía fijar hasta 9 días de vacaciones flotantes o
no colectivas, para utilizarlos como devolución al precio de 1x1. Así, en el
caso de 23 días a recuperar, serían 9+(8x1.75)=23, con 8 turnos en final de semana
sería suficiente.
En todo caso, la suma de turnos
de recuperación en fin de semana y turnos adicionales en fin de semana en un
mismo año, no podía exceder de 10 turnos por empleado (desde 2006 son 15). Si
procede aclarar que, porque se trabaje algunos sábados al alza, no se impide
generar nuevos puestos de trabajo, ya que para poner en marcha las cadenas de
producción, se necesita la plantilla completa. Y nada se podría hacer, con más
operarios de producción contratados si las líneas estaban en stand by.
Yendo la compensación a más,
porque por la “jornada irregular y un Plan Industrial por la Competitividad y
el Empleo que firmamos”, se obtuvo el contrato de jubilación parcial y contrato
de relevo a los 60 años para toda la plantilla (saliendo un trabajador y
entrando otro). Generándose cientos de nuevos empleos de jóvenes, al irse los
mayores sustituidos por ellos. Habiéndose implantado, a modo de principal
contrapartida, la estabilidad laboral contractual casi total de los
trabajadores en la empresa, al haber introducido la flexibilidad productiva por
medio de la jornada irregular. Más un Programa de Complemento de Incapacidad,
para las personas afectadas.
Este tipo de jornada, además de
favorecer la fabricación, reduce las horas extraordinarias, evita expedientes
de regulación de empleo de suspensión y el que los trabajadores vayan al
desempleo. El Plan Industrial con su jornada flexible, es uno de los
principales pilares que GM España tiene, tanto en lo social como en lo
industrial y competitivo.
A lo largo de estos años, la
evolución de la bolsa de días ha sido constante, llegándose a utilizar completa
varias veces. Ante lo que cabe preguntar a la ministra responsable... ¿Piensa
usted, que en GM España hubiera sido posible hacer todo lo que se ha hecho, con
una jornada irregular sin pactar y los trabajadores cobrando los sábados como
un día normal, como su decreto permite? Le haré otra... Si usted fuera la
presidenta de una empresa, ¿donde
designaría antes los nuevos volúmenes de fabricación, a una fabrica con la
jornada irregular y la flexibilidad productiva pactada; o a otra, donde todos
estos conceptos hayan sido impuestos con el descontento de los trabajadores y
su radical oposición?
Como sabe, en los últimos 12
meses, los fabricantes de automóviles ubicados en nuestro país, han confirmado
inversiones por valor de 4.500 millones de euros. De los 34 modelos que en
España se fabricaban en el 2011, se pasará a 44 modelos en 2015, un 30% más. En
todo caso, no diga que eso se hace por sus reformas laborales, porque en el
sector de automoción no se aplican y dado que, cuando las marcas decidieron
estas inversiones, usted seguramente no había nacido. El gerente del cluster
aragonés de automoción, David Romeral, ha escrito: “La innovación y las inversiones
no servirían de nada sin el talento de los trabajadores”. Por supuesto que sí.
Señora ministra, no estropeen ustedes lo que va muy bien.
A la legislación sobre la jornada
irregular, no se le debió dotar de la facultad empresarial de imponer el diez
por ciento. Que es lo mismo, que si se les concediera la facultad completa,
dado que con ese porcentaje se puede cubrir las necesidades que se puedan
tener. Marginando totalmente a los trabajadores, cuando ellos son los
principales garantes de cualquier sociedad. ¡Que se sepa y se enmiende, no
haciendo uso de esta fatídica ley!
12.01.14 Fernando
Bolea Rubio
Sindicalista