En Alemania se ha abierto una pequeña ventana de esperanza
social, por la influencia que parecen tener los socialdemócratas de Sigmar
Gabriel, en el Gobierno de coalición con los democratacristianos de Angela
Merkel. Se habla de un interesante ejercicio de cohabitación marcado por el
pragmatismo. ¿Pero, no hay nada más? ¿No influyen las ideologías que, a partir
de 1945, supieron combinar estas dos tendencias para implantar en su país el
Estado del bienestar? ¿Son capaces de hacer algo similar ahora, para
reimplantarlo en la Unión Europea, después de las políticas destructivas que lo
han erosionado sobre todo en el Sur? ¿Solo es un espejismo electivo de cara a
las próximas elecciones europeas?
Me gustaría que no fuera así, que sea algo más, porque
Europa ha de volver a lo social a la mayor urgencia, controlando la economía y
los capitales que la destruyen; si se quiere evitar el mal trato que se sufre,
conflictos sociales, que la Unión Europea y el euro desaparezcan para siempre.
Puesto que, con esta situación de crisis, pérdida de empleo, deudas, semi
estancamiento, semi deflación y suma debilidad económica y social, no se puede
continuar. La política se ha de unir en contra de los abusos del capital y de
los mercados.
A la cohabitación alemana, parece que se acercan los
socialistas franceses de François Hollande, al objeto de fortalecer el eje
franco-alemán. Con un gobierno socialdemócrata en Francia y medio más del mismo
signo en Alemania, el panorama ideológico europeo empieza a cambiar. Para José
Ignacio Torreblanca: “Solo falta saber si la convergencia entre Hollande y
Merkel será buena para Europa. Y parece que lo será”. Aunque en el Parlamento
Europeo, se necesita más fuerza progresista; tanta como le podrían dar en las
elecciones al mismo, los votos de la no abstención de la izquierda. Los
sindicatos alemanes, franceses, españoles, de todos los países, se deberían
unir a esa posible fiesta de la equidad.
Resulta reconfortante que, en nombre de su Gobierno,
Angela Merkel diga: “La humanidad de una sociedad se mide según el trato que dé
a los débiles, sobre todo cuando son mayores y están enfermos”. Aseguró que su
Ejecutivo tiene como brújula “la economía social de mercado”, que ha puesto a
Alemania en la vanguardia de Europa al situar “a las personas en el centro de
la importancia”. “La flexibilización del mercado laboral abre posibilidades de
abusos”. “La austeridad presupuestaria debe ir acompañada de una regulación más
estricta del sector financiero”. Hablo de “excesos irresponsables en los
mercados” como causa de la crisis y asumió uno de los lemas de la campaña
electoral socialdemócrata: “El que arriesgue su dinero, cargará con las
consecuencias y ya no el erario público financiado por los impuestos”. “Lograr
el paso de la energía nuclear a las renovables, será un nuevo ejemplo de
economía social de mercado”.
Bueno, al menos no repite la cansina canción de la
austeridad. Eso sí, las primeras reformas de Merkel no son un programa
keynesiano, porque también dijo: “Sin unas finanzas sólidas no hay futuro”. Por
esto, las inversiones públicas de estímulo serán insuficientes. El SPD ha
obligado a Merkel a un Giro Social que contempla, reducir de 67 a 63 años la
edad de jubilación con 45 de cotización, mejorar las pensiones para las madres
y las prestaciones para las personas dependientes, la implantación de un
salario mínimo (antes no existía) de 8,5 euros la hora.
La patronal alemana esta disconforme con las medidas. ¿Cómo
no? El excanciller socialliberal Gerhard Schröder -que hace una década impulso
subir la edad de jubilación- aseguró, que las reformas anunciadas “son una
señal completamente equivocada, en particular para los socios europeos”. En mi
opinión, lo que se tendría que aclarar es, el mal uso que se hace del Plan
Schröder de 2003, cuando se afirma que fue la salvación de la economía del
país. Dado que, a modo de orientación, se pone de ejemplo para implantar
recortes en países como España. La economía alemana mejoró en esa época, porque
empezaron a crecer sus exportaciones, no por esas medidas antisociales, como
sindicalmente se sabe.
La llamada Agenda 2010 consistió: Uno, aceptar un empleo
aunque el salario sea inferior al subsidio de desempleo. Dos, creación de los
“minijobs”. Tres, se redujo de 32 a 12 los meses de seguro de paro. Cuatro,
fusionó las oficinas de paro con los servicios de protección social. Cinco,
retraso de la edad de jubilación de los 63 a los 65 años, y a los 67 en 2017.
Seis, reforma del sistema de salud, subida de las cotizaciones de los
trabajadores y una tasa fija para los pacientes. Todo ello, acompañado por una
bajada del IRPF.
Las secuelas son, que ocho millones de alemanes tienen
subempleos, los denominados “minijobs”, con sueldos muy bajos y jornadas
reducidas. Después, como es lógico, Schröder perdió las elecciones, derrotado
por Angela Merkel. ¿Por eliminar protección a los trabajadores, se levanta la
economía de un país? ¿No influyen las inversiones y la economía productiva que
se realiza? Las reformas laborales a la baja no eliminan las crisis, lo único
que hacen es disgregar los países. A grandes rasgos, esas medidas y otras más
espinosas, el Partido Popular ya las ha puesto en vigor aquí y la economía
sigue a la deriva.
Sí que resultan contradictorias y merecedoras de escarnio,
las recientes palabras de la jefa del FMI, Christine Lagarde, al afirmar: El
éxito de la reforma laboral española dependerá de que los tribunales no hagan
una “interpretación restrictiva de la normativa”. A esta señora ¿quién le dice
que diga esto? Que yo sepa, los Juzgados de lo Social se limitan a corregir los
abusos legales que los contratantes privados y públicos cometen y nada más.
¿Tampoco eso pueden hacer? ¿No dice la superjefa Merkel que la flexibilización
del mercado laboral abre posibilidades de abusos? ¿En que quedamos?
Estos días, el FMI, Bruselas, Berlín, a instancia de las
patronales y Madrid, han cogido las hachas para seguir su contienda contra los
trabajadores fijos españoles. Dicen de todo, pero nada cierto. No hay que
desaprovechar una buena crisis. ¿Esto es copia de la economía social de mercado
alemana, o explotación laboral salvaje a la española? Quizá no saben que una se
contesta con moderación y otra con ira. Ellos verán.
8.02.2014 Fernando Bolea Rubio
Sindicalista