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Zaragoza, Aragón, Spain
Sindicalista de UGT Zaragoza entre 1977 a 2006. Periodo en el que fue uno de los refundadores de UGT Zaragoza, Sº de Acción Reivindicativa de UGT Zaragoza, Sº General de UGT en General Motors España, Presidente del Comité de Empresa de GM España, Sº General de UGT Metal Zaragoza, miembro del Comité Confederal de UGT y formó parte del Comité Europeo y Mundial de General Motors .

sábado, 8 de febrero de 2014

Vuelta a lo social


En Alemania se ha abierto una pequeña ventana de esperanza social, por la influencia que parecen tener los socialdemócratas de Sigmar Gabriel, en el Gobierno de coalición con los democratacristianos de Angela Merkel. Se habla de un interesante ejercicio de cohabitación marcado por el pragmatismo. ¿Pero, no hay nada más? ¿No influyen las ideologías que, a partir de 1945, supieron combinar estas dos tendencias para implantar en su país el Estado del bienestar? ¿Son capaces de hacer algo similar ahora, para reimplantarlo en la Unión Europea, después de las políticas destructivas que lo han erosionado sobre todo en el Sur? ¿Solo es un espejismo electivo de cara a las próximas elecciones europeas?

Me gustaría que no fuera así, que sea algo más, porque Europa ha de volver a lo social a la mayor urgencia, controlando la economía y los capitales que la destruyen; si se quiere evitar el mal trato que se sufre, conflictos sociales, que la Unión Europea y el euro desaparezcan para siempre. Puesto que, con esta situación de crisis, pérdida de empleo, deudas, semi estancamiento, semi deflación y suma debilidad económica y social, no se puede continuar. La política se ha de unir en contra de los abusos del capital y de los mercados. 

A la cohabitación alemana, parece que se acercan los socialistas franceses de François Hollande, al objeto de fortalecer el eje franco-alemán. Con un gobierno socialdemócrata en Francia y medio más del mismo signo en Alemania, el panorama ideológico europeo empieza a cambiar. Para José Ignacio Torreblanca: “Solo falta saber si la convergencia entre Hollande y Merkel será buena para Europa. Y parece que lo será”. Aunque en el Parlamento Europeo, se necesita más fuerza progresista; tanta como le podrían dar en las elecciones al mismo, los votos de la no abstención de la izquierda. Los sindicatos alemanes, franceses, españoles, de todos los países, se deberían unir a esa posible fiesta de la equidad.

Resulta reconfortante que, en nombre de su Gobierno, Angela Merkel diga: “La humanidad de una sociedad se mide según el trato que dé a los débiles, sobre todo cuando son mayores y están enfermos”. Aseguró que su Ejecutivo tiene como brújula “la economía social de mercado”, que ha puesto a Alemania en la vanguardia de Europa al situar “a las personas en el centro de la importancia”. “La flexibilización del mercado laboral abre posibilidades de abusos”. “La austeridad presupuestaria debe ir acompañada de una regulación más estricta del sector financiero”. Hablo de “excesos irresponsables en los mercados” como causa de la crisis y asumió uno de los lemas de la campaña electoral socialdemócrata: “El que arriesgue su dinero, cargará con las consecuencias y ya no el erario público financiado por los impuestos”. “Lograr el paso de la energía nuclear a las renovables, será un nuevo ejemplo de economía social de mercado”.

Bueno, al menos no repite la cansina canción de la austeridad. Eso sí, las primeras reformas de Merkel no son un programa keynesiano, porque también dijo: “Sin unas finanzas sólidas no hay futuro”. Por esto, las inversiones públicas de estímulo serán insuficientes. El SPD ha obligado a Merkel a un Giro Social que contempla, reducir de 67 a 63 años la edad de jubilación con 45 de cotización, mejorar las pensiones para las madres y las prestaciones para las personas dependientes, la implantación de un salario mínimo (antes no existía) de 8,5 euros la hora.

La patronal alemana esta disconforme con las medidas. ¿Cómo no? El excanciller socialliberal Gerhard Schröder -que hace una década impulso subir la edad de jubilación- aseguró, que las reformas anunciadas “son una señal completamente equivocada, en particular para los socios europeos”. En mi opinión, lo que se tendría que aclarar es, el mal uso que se hace del Plan Schröder de 2003, cuando se afirma que fue la salvación de la economía del país. Dado que, a modo de orientación, se pone de ejemplo para implantar recortes en países como España. La economía alemana mejoró en esa época, porque empezaron a crecer sus exportaciones, no por esas medidas antisociales, como sindicalmente se sabe.

La llamada Agenda 2010 consistió: Uno, aceptar un empleo aunque el salario sea inferior al subsidio de desempleo. Dos, creación de los “minijobs”. Tres, se redujo de 32 a 12 los meses de seguro de paro. Cuatro, fusionó las oficinas de paro con los servicios de protección social. Cinco, retraso de la edad de jubilación de los 63 a los 65 años, y a los 67 en 2017. Seis, reforma del sistema de salud, subida de las cotizaciones de los trabajadores y una tasa fija para los pacientes. Todo ello, acompañado por una bajada del IRPF.

Las secuelas son, que ocho millones de alemanes tienen subempleos, los denominados “minijobs”, con sueldos muy bajos y jornadas reducidas. Después, como es lógico, Schröder perdió las elecciones, derrotado por Angela Merkel. ¿Por eliminar protección a los trabajadores, se levanta la economía de un país? ¿No influyen las inversiones y la economía productiva que se realiza? Las reformas laborales a la baja no eliminan las crisis, lo único que hacen es disgregar los países. A grandes rasgos, esas medidas y otras más espinosas, el Partido Popular ya las ha puesto en vigor aquí y la economía sigue a la deriva.

Sí que resultan contradictorias y merecedoras de escarnio, las recientes palabras de la jefa del FMI, Christine Lagarde, al afirmar: El éxito de la reforma laboral española dependerá de que los tribunales no hagan una “interpretación restrictiva de la normativa”. A esta señora ¿quién le dice que diga esto? Que yo sepa, los Juzgados de lo Social se limitan a corregir los abusos legales que los contratantes privados y públicos cometen y nada más. ¿Tampoco eso pueden hacer? ¿No dice la superjefa Merkel que la flexibilización del mercado laboral abre posibilidades de abusos? ¿En que quedamos?

Estos días, el FMI, Bruselas, Berlín, a instancia de las patronales y Madrid, han cogido las hachas para seguir su contienda contra los trabajadores fijos españoles. Dicen de todo, pero nada cierto. No hay que desaprovechar una buena crisis. ¿Esto es copia de la economía social de mercado alemana, o explotación laboral salvaje a la española? Quizá no saben que una se contesta con moderación y otra con ira. Ellos verán.   


8.02.2014                                                                    Fernando Bolea Rubio
                                                            Sindicalista