Sigue sin despejarse del todo la tormenta salarial, pero los trabajadores tienen un buen paraguas sindical. Se ha leído: “Zapatero quiere alinear salarios y productividad”, no con el IPC. Que fatalidad. Todos a por el tema, hasta el Jefe del Estado sale en la foto. Nunca se ha visto una irrupción semejante. Aun así, tranquilidad. Este es un país constitucional. Los que tienen que cambiar o no ese concepto de cálculo, son los Agentes Sociales, al tener la facultad.
En cualquier caso, si no se desea la referencia del índice de precios y tanto se insiste en el de la productividad para fijar los incrementos salariales, cuando podría significar que los asalariados perdieran hasta tres puntos de poder adquisitivo cada año -lo cual sería una autentica locura antisocial y económica-. Yo creo que los trabajadores, hartos de tantas limitaciones, podrían perder la paciencia y pensar en soltar ataduras dialécticas, acabar con la línea de moderación salarial y volver de nuevo a las viejas teorías reivindicativas. A los dos puntos por encima del IPC real cada año y ya está. Fuera tanto tecnicismo. Así se hizo en GM España y en infinidad de convenios durante muchos años. Ante tanto bochorno, podría ser una alternativa de contestación sindical.
¿Por qué dos puntos? Porque sí, como se decía entonces. Para mejorar el nivel de vida era y sería la contestación. En 1.993, en plena crisis, UGT-Metal-Zaragoza reivindicó un 7,5% en el convenio. “Lo que pedimos ya no puede ser menos, dos puntos por encima de la inflación. Que menos que dos puntos, con los salarios de 86.000 pesetas de este convenio”, dije yo en una concentración de metalúrgicos en la puerta de la sede de la patronal. Ella, sin embargo, proponía congelación salarial, tal era su tacañería. ¿Quieren los super neoliberales, los empresarios y el Gobierno volver a ese estado? Seguro que no. ¿Qué sería negativo para la viabilidad de algunos negocios, al rondar los aumentos salariales un 6% anual? Sí, quizá. ¿Pero, quienes serían los culpables de haber roto el consenso actual y de ese cambio? Los asalariados y sus sindicatos de ninguna manera. No obstante, que no estiren tanto la cuerda... porque para el sindicalismo las cadenas son hilos de algodón fáciles de romper.
Sé de un convenio de empresa que, erróneamente, se esta negociando sin contar con la inflación y la cláusula de revisión; tomando solo como base un hipotético incremento de la productividad que, de no producirse, resultaría un acuerdo sin incremento salarial. ¿Es ese el fin de la gerencia? La inflación salvo excepciones se incrementa siempre y los sueldos con ella; sin embargo, la productividad puede llegar a ser un valor muerto e inutilizable. Sí se ha de saber (para evitar dudas y artimañas), que los crecimientos de la productividad a tener en cuenta son tres: el de la empresa, el sector y el del país; acogiéndose los afectados al incremento resultante mayor, en virtud, de que han ser beneficiarios de la mejora de la riqueza general, aunque su empresa o sector obtengan resultados inferiores o nulos. Así la aplica IG-Metall en Alemania y es recomendación de la Federación Europea de Metalúrgicos (FEM). Sea como fuere, salvo anormalidades, beneficios hay siempre. El que en una empresa no haya crecido la productividad en un año cualquiera, no significa que no obtenga beneficios en ese tiempo; porque si la productividad ha sido análoga, las ganancias serán equivalentes a las obtenidas el año anterior (o en ejercicios precedentes), debiéndose repartir, atendiendo las demandas de la plantilla. La orientación salarial la debe definir la existencia de beneficios o pérdidas, porque no se puede hacer el mismo sindicalismo en una empresa con beneficios que en perdidas, pensando siempre en términos de empleo y estabilidad laboral.
En verdad, las nubes tormentosas antiobreras vuelven siempre. Se pueden ir alejando unas pero enseguida aparecen otras, del mismo o de distinto punto cardinal. La cuestión es no parar. Si no se hace brecha por un lado se intenta por otro. Ahora, el Instituto de la Empresa Familiar (IEF), para abaratar el trabajo de los jóvenes, propone la creación de un contrato juvenil fuera de convenio, exento de pagos a la Seguridad Social, con un salario que no se atendría a lo previsto en los convenios, debido a que se pactaría entre el joven o la joven y el patrón. Pura miseria.¡Qué se va a pactar! Sería, trabajar a propina. Vuelta de nuevo a los “niños esclavos”. Diez pesetas diarias, por trabajar a los catorce años, trece horas al día en una herrería (con trabajos en un molino y una huerta), fue mi primera contratación laboral. Es lo que había. Aunque el herrero, al que tengo en buena consideración, cotizo a la SS por mi desde el primer día. Algo que el IEF no quiere hacer 50 años después. Esto ya empieza a ser una guerra total, de muchas mentes oligarcas de varias naturalezas, contra el mundo del trabajo. Cándido Méndez ha demandado “menos incoherencias en los planteamientos empresariales, ya que el presidente de IEF es, a su vez, dueño de una red de tiendas de moda joven, donde adula como clientes a los jóvenes, a la vez que intenta defender una propuesta de contrato sin derechos, sin cotización, con salarios fuera de convenio”. En este caso, el poder del consumo podría ser determinante.
Pero las vergüenzas no acaban aquí. El presidente del BBVA, un señor mercado en toda regla, posiblemente nervioso porque la corte de cien expertos de Fedea no termina de hacer faena en la plaza, ha cogido el capote y la espada de matar al señalar, que la reforma laboral es “muy insuficiente todavía”. Afirmando que millones de familias atraviesan situaciones muy difíciles, mientras que los jóvenes solo encuentran trabajo fuera de España. “Estamos perdiendo capital humano para nuestro crecimiento y bienestar futuro”, advirtió. Ay de la juventud, si no se reacciona ante tanta maldad y basura interesada. En realidad, estas personas dan pena, porque deben creer que el pueblo español es tonto, cuando para mí es tal vez el más listo del mundo. Que no se esfuerce tanto, que todos los españoles saben que las calamidades de la crisis se deben a la irresponsabilidad y los abusos de ellos, de la banca, de las finanzas que han promovido la especulación con un afán loco. ¿Qué culpa tienen los trabajadores y el sistema de trabajo de ello?, para que esta gente los haga responsables de su cataclismo financiero y del paro que ha creado. Pronto, con sus amigos populares en el Gobierno podrá matar el toro con más facilidad aún, aunque seguro que lo impedirán los sindicatos con el público asistente.
Por si es poco, otro látigo bancario, la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS), acaba de descubrir que la alta inflación española, en relación a los países del euro, es una nueva piedra en el camino. Es hoy no, ha sido siempre, la piedra esta allí a perpetuidad, sin que la banca, las autoridades monetarias y los gobiernos al uso hayan hecho nada para retirarla; como los trabajadores saben muy bien, debido a que sus salarios tropiezan con ella todos los años. Detalla ciertas causas, alegando que hasta la crisis hubo en España una excesiva relajación monetaria y fiscal que produjo un boom de demanda de consumo e inversión, con la consiguiente presión inflacionista, mas alzas de precios; y, como no, por la indexación de los salarios al IPC. Así dicen, que es imperioso reformar las bases de la negociación colectiva, por los efectos negativos que introduce utilizar el IPC total de diciembre, como referencia en la negociación de los salarios y en las cláusulas de salvaguardia. ¿Solución? Una salomónica, dividen el niño en dos partes, separando el IPC total y real del IPC subyacente (sin alimentos y energía) que suele ser la mitad –en España el 2010 cerro con un 3% uno y el 1,5% otro-. Así que de momento, un 1,5% menos para los bolsillos de los empleados.
Si, bien, la sisa salarial que proponen es mayor, al sugerir que de mantenerse la referencia del IPC debería ser la inflación subyacente media anual de la “zona euro”, no la del país, que a su vez suele ser aquella un 50% inferior. En definitiva, lo que FUNCAS añade a la pelea es otra forma de cálculo, pero con el mismo efecto negativo que si los salarios se ligaran a la productividad; porque en ambas operaciones, los incrementos serían de un 1% o menores, mientras la inflación se situará en el mismo e histórico 4% o más de toda la vida, dado que nada se dice de reducir: los precios abusivos de muchos productos, ni los desorbitados benéficos empresariales y bancarios, ni los desproporcionados salarios de los ejecutivos y directivos. Como siempre, que las clases populares lleven la carga, para que las acaudaladas no tengan que pagar el convite.
Es llamativo asimismo, la reciente creación del foro-lobby de clara presión financiero periodística: “Economismo”, organizado por el periódico El País y expertos de reconocida tendencia neoliberal, con la publicación de un articulo tendencioso semanal; como fue el primero titulado: “España necesita el látigo del Pacto del Euro” (antes de competitividad). En él se decía que, las causas de la recesión de la economía española no hay que buscarlas solamente en el pinchazo de la burbuja inmobiliaria o en la crisis financiera, lo que impedirá la recuperación será la pérdida de competitividad que ha sufrido España entre el 2001 y 2008, casi un 30% respecto a la alemana, debido al incremento de los costes laborales y el escaso crecimiento de la productividad. Califica las reformas de insuficientes y confía en que el Pacto del Euro pueda ser el revulsivo para acometer las reformas necesarias. Permitiéndose la fanfarronería de indicar que si se hacen de forma consensuada, mejor; pero si no hay acuerdo, cada uno tiene que asumir sus responsabilidades. Lo que significa, nada más ni nada menos, que los chicos éstos, han empezado despreciando el hecho sindical e intimidando descaradamente al Gobierno, para que actué aplicando sin dilación las descabelladas tesis que los banqueros y ellos quieren imponer.
De esto, lo que más me importa es el giro hacia la derecha que en economía ha dado El País, tal como últimamente yo al menos aprecio. Le puede llegar a ocurrir que, la gente progresista deje de llevar con orgullo el diario por la calle, lo que sería para él un serio síntoma de decadencia. En cuanto a los demás argumentos, no hay que dar importancia a lo que dicen, por que como se puede afirmar que los males económicos no vienen del ladrillo, ni de la caída de las finanzas y de los créditos; pero sí, de los incrementos de los costes laborales y de la baja productividad. En primer lugar, en lo que va de siglo los sueldos a duras penas han cubierto la inflación. Y en segundo lugar, como iba a crecer la productividad si todos los recursos financieros y la atención política y mediática estaban dedicados a la vivienda, desatendiendo la industria y otros sectores claves en términos de competitividad. Que no quieran cargar las culpas a los salarios de los trabajadores, porque con ese cuento asustarán a los niños.
La ultima tontería en materia salarial la acaba de proponer un filosofo sin carrera del PP, al creer que los salarios deben ligarse a la tasa de paro. Y claro, con tanto desempleo querrán imponer la tesis de incremento cero. Dan miedo. El PSOE produce enfado, pero el PP temor. Posiblemente, si los populares gobiernan como es seguro que pronto harán, todo este comando de expertos neoliberales pasarán a ocupar mayores parcelas de poder del Estado, para desde allí lanzar sus dardos envenenados contra la clase trabajadora. Posiblemente, esta llegando el momento de pensar con más detenimiento en no dejar pasar la oportunidad de ir a votar y votar a la izquierda, pensando en nuestros intereses de clase. Zapatero no creo que se vuelva a presentar. Y, si es así, el nuevo candidato o candidata tendrá menos culpa de los desatinos socialistas en la presente legislatura. No en la anterior, porque en ella Zapatero gobernó bien, con criterios si no puramente socialdemócratas, si sociales y de acuerdo con los sindicatos.
A decir verdad, si tanto empeño hay en que los asalariados ganen menos, han pensado esos tipos lo que podría pasar si los trabajadores que son los que producen la riqueza, se impusieran a la vez el que sus empleadores ganen menos, no poniendo voluntad en el trabajo para responder con la misma moneda a las presiones que reciben. En vez de la filosofía gana-gana, sería la de pierde-pierde. ¿Le gustaría más a la señora Merkel? En realidad se busca, la de yo gano y tu pierde... siervo de la gleba.
Al final, mi más firme y sincera solidaridad con la población japonesa y, todo mi pesar, por los 23.000 fallecidos que ya se calculan por el terrorífico terremoto y el tsunami que han sufrido. En ese país he estado en dos ocasiones y le tengo gran estima. Allí descubrí nuevas formas de organización del trabajo, así como el valor empresarial y laboral de la participación. “Cuando yo tenga 35 años intervendré en las decisiones de la empresa”, me decía un ilusionado trabajador japonés en mi primer viaje, sin que yo entendiera al principio el motivo de su alegría. Todo era porque a esa edad le permitirían entrar a formar parte de los equipos de trabajo, aportando sugerencias de organización y mejora de condiciones. Para un empresario japonés despedir a un trabajador es una afrenta. Y por si los agoreros del salario español no lo saben, los sueldos medios japoneses son casi el doble que los de aquí (3.118 euros) y su competitividad la sexta mejor del mundo.
Fernando Bolea Rubio
24.03.1911 Sindicalista