En la noche del 6 de mayo, París saltó a la calle, para
festejar en la plaza de La Bastilla el triunfo electoral (51,62%, 48,38%) del
socialista François Hollande, el nuevo Presidente de la República Francesa.
Esta victoria reabre la esperanza de millones de personas en la Unión Europea,
que permanecían cabizbajos y sin expectativas de progresar, por culpa de la
política neoliberal al uso, cuyo principal emisario en Francia era el
expresidente conservador Nicolas Sarkozy.
Él dijo: “He escuchado vuestra voluntad de cambio”, “otros
países también quieren acabar con la austeridad”, “Europa no puede tener a la
austeridad como único horizonte político”, “soy el presidente de la juventud de
Francia”. Magníficas palabras. Buenas de verdad, en el momento que el país
vecino ha optado por otra política económica. En la que habrá austeridad; pero
que a la vez pretende que haya crecimiento de progreso, para ir acabando de una
vez con la decadencia económica y social que avergüenza a la Unión. Según el
diario El País: “Para muchos europeos esto ya no es una recesión; es una
depresión. Veinticinco millones de personas están desempleadas en el
continente, el consumo está parado, la confianza de las empresas bajo mínimos y
a diario se anuncian recortes del Estado de bienestar ante la interminable
crisis fiscal y financiera”. “La recesión es más grave de lo previsto y afecta
a 8 de los 17 países del euro”. Para Josep Borrell: “Hacer compatible la
austeridad con el crecimiento y el equilibrio de las finanzas públicas con la
justicia social es todo un proyecto para toda Europa”, “François Hollande es
una persona que ve lejos y aguanta el rumbo más que los que hablan fuerte y
ceden pronto”. Por sus responsabilidades políticas, Borrell lo conoce bien.
Hollande propone reabrir el tratado que consagra la
austeridad en la zona euro, para añadir un anexo sobre crecimiento. Sin
embargo, Alemania se sigue resistiendo al crecimiento. Su cancillera universal
considera que tanto por su parte como la de Hollande “hay un deseo de encontrar
la solución al problema del crecimiento”. Añadiendo seguidamente que “eso no
significa dejar de lado los principios”. Eso sí, ella rechaza los programas de
estímulo a crédito en Europa, para evitar “crear espejismos de crecimiento”
financiados con deuda. Evidentemente, este planteamiento es el ideal siempre
que sea posible hacerlo; porque significa, potenciar políticas activas de
recaudación por parte de los Estados. Surgiendo la gran pregunta: ¿Habrá
disposición ideológica y política para hacerlo? De entrada, Bruselas -siempre
más volcada con Alemania que con Francia- piensa en un Plan de Estímulo a
través del Banco Europeo de Inversiones, en una Tasa de Transacciones
Financieras y en la reutilización de los Fondos Estructurales bloqueados
(80.000 millones).
En este sentido, han sido clarificadoras las palabras del
socialdemócrata alemán y Presidente del Parlamento Europeo, Martín Schulz, al
decir: “Si aquí en Barcelona ustedes van al mercado y compran medio kilogramo
de manzanas, pagan IVA; si van a la Bolsa, también en Barcelona y compran unas
acciones, no pagarán IVA”. “Si a las transacciones financieras de la UE
imponemos un 0,005%, estaríamos hablando de unos ingresos adicionales de 50.000
millones de euros en la Eurozona”. Además, él cree que el crecimiento se puede
financiar con bonos-proyecto destinados a inversiones en infraestructuras, por
ejemplo en materia energética, poniendo freno a la evasión y al fraude fiscal,
eliminando los paraísos fiscales, se debería replantear la idea de los
eurobonos. Considera, que la situación de los jóvenes debe constituir una
prioridad absoluta. Entiende, que el dinero que el Banco Central Europeo,
ofrece a los bancos a un tipo de interés favorable -al 1%-, debe prestarse, a
su vez, a las pequeñas y medianas empresas. Para Schulz: “Europa está, por fin,
cambiando de rumbo”.
Los halcones de la austeridad dicen que no hay dinero para
estimular el crecimiento; pero como queda demostrado, sí lo hay. Solo falta
voluntad política para obtenerlo y orientarlo mejor. Todo se debe a que su
fundamentalismo los ciega, ya que su ideología ultraliberal se opone a la
reactivación oprimiendo la economía. Hasta que en la Unión Europea no haya una
mayoría de izquierdas, será difícil que prevalezca el sentido común y que la
población deje de vivir con tanta privación, desempleo e inestabilidad. De
momento se inicia ese camino, lo que es intensamente positivo. ¿Pero que
ocurrirá en España?
Con la elección de Hollande, el Gobierno español se había
quedado sin discurso, en terreno de nadie; dado que su austeridad como única idea ha pasado de moda y ya ni los
alemanes la defienden con tanto ahínco. Mas, como se ha dicho, “cuanto más débiles,
más inflexibles” y torpes añado yo. En la XXV cumbre hispano-lusa, del pasado
día 9, sus primeros ministros, Pedro Passos Coelho y Mariano Rajoy, se
alinearon sin fisuras con Angela Merkel, frente al francés François Hollande, al
presentarse públicamente como adalides del ajuste y el rigor. Bruselas maneja
una propuesta para ampliar un año, de 2.013 al 2.014, el objetivo de recorte
del déficit hasta el fijado 3% del PIB; como medida para que el Estado español
obtenga mayor solvencia económica, para que pueda pagar su deuda pública con más
facilidad. Sin embargo, por duro y fantasioso que no quede. Cuando Bruselas y
todo el país sabe que el 3% en 2.013 es inalcanzable sin hacer un roto social
incalificable, Rajoy contestó a esa cuestión con la siguiente tontería: “El
debate no es como relajar los objetivos, sino cómo cumplir los compromisos
adquiridos”. Defendió el equilibrio presupuestario a cualquier precio,
apareciendo ante el portugués como el gran capitán de la península Ibérica.
¿Le dijo acaso que desaparecido el dúo Merkozy, el siguiente
no sería Merkollande, sino Merkojoy, disputando al francés ese segundo lugar,
como se ha comentado que por su ignorancia y aires de grandeza puede estar
equivocadamente pensando? Así diré, que el Gobierno está cometiendo un grave
error político, porque a menos de una semana del surgimiento del fenómeno
Hollande, ya se ha postulado en contra de él. Y, lo ha hecho, cuando desde el
análisis político más simple, se debe deducir que aun con diferencias de
concepto, a España no le interesa, a la primera ocasión y sin reunirse
previamente con él, cerrar la puerta con tan poca diplomacia y saber político,
al proyecto europeo del Presidente francés. Y, menos al tratarse de un vecino,
que tanto se puede necesitar. Más si se entiende, como yo pienso, que Francia y
Alemania acabaran entendiéndose. El liderazgo del eje franco-alemán, estará por
encima de sus diferencias ideológicas y económicas ciertas. El interés de sus
Estados, unirán sus voluntades dispares. A España le conviene la política de
crecimiento de Hollande, lo mismo que al Partido Popular, aunque este lo
niegue; dado que es la única manera real, de que se salve económicamente el
país y por ende la gestión gubernamental. Por tanto, que se obre en
consecuencia y sin más deslices estratégicos como este inicial.
Estrepitoso
fracaso bancario
Otro
fenómeno de gran relieve ha agitado estos días a la sociedad, debido al escándalo financiero y bancario del ladrillo,
que sonroja a los españoles en medio mundo. A los gobernantes de los dos
principales partidos, en su día, les explotó la burbuja inmobiliaria, sin que
hubieran hecho lo necesario para prevenirla; causando damnificados por doquier,
con el agravante de la casi desaparición del sector de la construcción y de
cientos de miles de trabajadores sufriendo el desempleo. Y, cinco años después,
les vuelve a estallar la burbuja bancaria del ladrillo, por presión del Fondo
Monetario Internacional, del Banco Central Europeo y como consecuencia de una
auditoria fallida de Deloitte a BFA-Bankia. Al considerar, que BFA tenía
sobrevalorado su patrimonio en 3.500 millones de euros, hallándose en una
situación de práctica quiebra técnica; después de haber recibido 4.465 millones
de euros de capital público, del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria
(FROB). En ambos casos, los políticos del PSOE y del PP, no han estado a la
altura de las circunstancias, siendo pésima su labor. No ha podido ser peor,
cuando dada su importancia, era uno de los principales asuntos que tenían que
supervisar y orientar, designando los gestores adecuados, tanto desde los
gobiernos como en la oposición.
Para sanear los activos tóxicos del ladrillo y con tres
anteriores fallidas, el Gobierno acaba de instaurar la cuarta reforma bancaria, dividiendo a los bancos
entre “buenos y malos”. Estos segundos, como satélites de los primeros, para
agrupar los activos tóxicos de la vivienda, con la aportación de 15.000
millones de euros de dinero público, a intereses del 10%; en caso de que lo
prestado se pueda devolver, de lo que razonablemente dudo. Tendré que verlo
para creerlo, porque todo me parece una pantalla engañosa, para inicialmente
calmar el ánimo crispado de la sociedad, impidiendo que se rebele, ante tanta
desfachatez y desmadre financiero. Pero, que finalmente, todos o parte de los
capitales aportados por el Estado, acabarán siendo a fondo perdido, recayendo
su coste en las espaldas de los españoles, siguiendo con la máxima bancaria de
siempre, de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas. Si con
intereses más bajos, BFA no ha podido devolver lo prestado, ¿Quién puede creer
que lo harán con un interés tan alto, si para cualquier empresa o negocio,
obtener capital al 10% es inviable, una operación ruinosa? Sólo cabe pensar
que, en muchos casos, lo dotado públicamente se triturará en acciones que no
valen nada, como ha ocurrido en BFA-Bankia, para así reflotar el banco
correspondiente y devolverlo sano y salvo, a los incapaces Rodrigos Rato del
momento.
Esta nueva reforma que, el Periódico de Aragón titula:
“Ladrillazo a la banca”, exige además provisiones por unos 28.000 millones de
euros al conjunto del sector. Con lo cual, se van a limitar aun más los
créditos a las empresas y las familias, lastrándose más el consumo y la
economía, agravándose la crisis actual. Si el capital publico que el Estado
genera, solo sirve para ir tapando los agujeros de la banca, ¿qué porvenir nos
espera? Algo más habrá que hacer. Empezando por exigir condiciones serias y
practicas como las siguientes:
¿Sabe el Gobierno donde están los fenomenales beneficios,
que durante años el ladrillo proporcionó a los bancos y cajas? ¿Antes de
aportar dinero público, el Ejecutivo indaga
si el banco beneficiado tiene capitales ocultos en paraísos fiscales?
¿Este Ejecutivo va a exigir como primera condición a los bancos malos, que
repongan sus capitales con sus recursos de los paraísos fiscales, en caso de
tenerlos? ¿Se va a exigir de una vez que se reduzca los precios de la vivienda,
equiparándolos al valor real del mercado? ¿Van a dimitir los culpables? ¿Se va
a exigir a las entidades acogidas, que reserven una parte del capital, para
obligatoriamente destinarlo a créditos a pymes y familias? ¿Y si en vez de
entre 700.000 y 1.1 millones de pisos nuevos sin vender, como se ha llegado a
decir; fueran muchísimos menos, siendo el estado de
las cuentas bancarias todavía peor? Y, sobretodo, que se juzgue en los
Tribunales de Justicia lo que ha ocurrido y si hay que condenar a los
responsables que se haga ya, sin dilación.
La Comisión Europea vaticina para España una recesión
profunda para este año, con los datos siguientes: “El PIB español caerá el 1,8%
este año y el 0,3% el año próximo -se crea empleo a partir del 2,5% de
crecimiento, no de recesión-. El déficit no bajará del 6% al menos hasta el
2.014. El paro seguirá subiendo hasta superar el 25% de la población activa”.
Hoy la prima de riesgo española esta alcanzando la peligrosa cifra de 490
puntos básicos. Con estas circunstancias que nos toca vivir, la gente esta
inquieta y perdida.
Una persona muy competente en su profesión y conocedora del
mundo empresarial, me preguntó en la calle: “Pero... ¿Hasta donde vamos a
llegar? Si hubiera sido antes, le hubiera dicho: “Hasta donde la banca quiera”
(articulo de 9.01.11: “Verdades, recortes y desencanto”). Sin embargo, le dije:
“Es como si volviéramos a empezar, porque el
principal problema de la crisis era la banca y hemos perdido los años en
reformas laborales que nada tenían que ver. Así que, ahora que los organismos
internacionales, han obligado al Gobierno a mojarse con los banqueros, con el
problema real, calcula cinco años más, para ver la luz”. O el mar, porque
estamos en mitad del desierto, pero yendo para atrás.
14.05.2012 Fernando Bolea Rubio
Sindicalista