Parece que todo se mueve por dinero e intereses
personales; pero no es así siempre, ni para muchas personas es el beneficio
personal el motivo de su aportación. En mi caso no, ni será nunca. Por dinero o
en beneficio propio no doy un paso; cuando por criterios sociales, camino lo
necesario. Personalmente, he actuado y actúo por ideología sindical y política.
Por el empleo, la justicia laboral; ayudando a que progrese el país, para que
así la clase trabajadora mejore su bienestar, la principal meta de mi
actividad. Yo al dinero no le doy ningún valor, si lo tienen los principios y
los valores universales, tales como: La honestidad, la responsabilidad, la
verdad, la solidaridad, la cooperación, la tolerancia, el respeto, la paz.
Volver a la cultura de la ideología socialdemócrata
verdadera, actualizada al momento, es lo primero a conseguir, porque sin ella
la política es como ir en bicicleta al revés. Como un motor sin aceite.
Principalmente, la ideología progresista ha modernizado y dado valor social a
España. Por ella, hemos avanzado hasta que la derecha ha empezado a parar el
país, destruyendo sin freno el Estado del bienestar, en sus cuatro pilares
principales: La sanidad, la educación, la dependencia, las pensiones. Éstas,
son el último bocado del monstruo capitalista financiero, con el aval político
de Mariano Rajoy. Un manjar que se comen, sin que la ración les siente
mal.
Las ideologías de izquierda y derecha se diferencian en el
concepto del Estado. Para los progresistas, el Estado del bienestar es el
patrimonio de las capas populares, cuyo coste en este país a medio hacer
financia fundamentalmente la clase trabajadora, con sus impuestos salariales
fiscalizados en las nóminas. En los conservadores, más en los “neocon” como el
PP, prevalece la directriz de Ronald Reagan: “El Estado no es la solución; es
el problema”. Así, su fin es eliminarlo privatizándolo para hacer negocio con
él, cayendo por simpatía los impuestos de los acaudalados. Sabemos, que la
derecha impone el bienestar de los mercados financieros, al bienestar de las
personas. Consecuentemente, a las ideologías no se les apoya por capricho, no
se juega con ellas por desdén o como castigo electoral, sin una opinión bien
forjada. Las ideologías como la política son defensa de intereses. Por eso,
antes de votar o de defenderlas ciegamente, hay que pensar y situarse cada
persona en el lado que le beneficia o corresponde.
De cualquier modo, si el Gobierno esta desmontando el
andamiaje del bienestar, quitando a los
españoles lo que es suyo: ¿Cómo lavarán sus conciencias? El Partido
Popular, tiene que acusar electoralmente el hambre y el sufrimiento que esta
haciendo pasar. Y sus afiliados y militantes: ¿Que piensan? ¿Cómo les afecta?
¿No tienen sangre en las venas? ¿Saben que defienden los planes de pensiones
privados y contra quien van? ¿Allí no hay nadie que reaccione, que se le
revuelvan las tripas, ante banquetes con tanta pimienta antisocial y
menosprecio a los ciudadanos? ¿Qué bicarbonato les dan? ¿Tan grande es su
ignorancia y el fanatismo partidista e ideológico? ¿Cuándo el gobierno
socialista hacia cosas mal, muchos afiliados reaccionaban censurándolo. Sin
embargo, en el PP: ¿No tiene alguien ni una pizca de ideología social? ¿Todos
duermen en paz? Que al menos traten de limpiar desde dentro tanta política sucia
y adversa. ¡Porque ya está bien!
El problema es tan grave, que requiere la fuerza de las
dos alas del avión. La de la izquierda, con las personas de esa condición;
viajando en el ala derecha sus afines, para impedir la misma malversación. Los
simpatizantes populares tienen que dilucidar, a quien juran amor eterno, al
partido o a su pensión; dado que la inmensa mayoría de ellos, son asimismo
afectados, damnificados y hasta victimas de su propio partido e ideología
impropia.
Y sobre todo, con este bárbaro ajuste de las pensiones, no
cabe la tonta política de los otros lo hicieron antes. Me enoja oír hablar así.
El asunto es de tanta envergadura y el efecto tan demoledor, que se ha de decir
que tanto los socialistas como los populares lo han hecho mal, muy mal; fijando
la vista en el blanco real de los que influyen y no dan la cara. Por lo cual,
se ha de entender que los poderes financieros y políticos europeos, obligaron
al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero a congelar las pensiones en 2011.
Lo mismo que actualmente exigen a Mariano Rajoy, rebajar la cuantía de las
mismas en un porcentaje alarmante. Si bien ahora, el tijeretazo es sumamente
mayor.
El hecho censurable es, el que ambos gobiernos se hayan
plegado a los intereses de esos poderes -aunque el PP pudo tener voluntad
política de hacerlo-, recayendo las consecuencias negativas en todos los
españoles, jóvenes y mayores. En consecuencia, hay que pelear contra esa
política sumisa al dinero, venga del partido que venga. No verlo así, sería
hacerle el juego a los carteristas manipuladores ocultos, rebotando las flechas
en nuestro culo. Las pensiones no corrían peligro. Se puede hablar de ingresos
también y no solo de gasto. Lo que se dice en contrario es incierto. El
gobierno Zapatero, las negocio y pacto además con los sindicatos en 2011, con
entrada en vigor en enero de 2013; un proyecto, que el gobierno Rajoy ha
enterrado antes de dejarlo progresar. ¿Por qué? Todo es por interés financiero
y bancario. La verdadera razón de este desaguisado consiste, en rebajar las
pensiones públicas, para obligar a los jóvenes a tener más planes de pensiones
privados con los bancos. ¡Trampas ninguna! Para los capitales, la reforma
socialista en ciernes ha debido generar menos fondos de pensiones de los
previstos y quieren más. No tienen en cuenta que, con el paro, la precariedad
laboral y las rebajas salariales, no hay dinero ni para planes, ni para gaitas.
La
burla en números
La pérdida radica, en un incremento anual según variables
de crecimiento de ingresos, del número de pensiones, de la pensión media, de
ingresos y gastos, con un mínimo del 0,25% y un máximo de IPC más 0,25%;
anulando la referencia de la inflación real. Por ello, si el proyecto del
Gobierno no se anula, o se cambia a este, las pensiones van a perder en poco
tiempo más de un 20% de poder adquisitivo. De momento en 2014 un 0,75%, por la
previsión del IPC del 1% con el vergonzoso incremento señalado, para los años
malos, del 0,25%. Desde la entrada del euro, el crecimiento medio de la
inflación en España ha sido del 2,8%. No obstante, el Ejecutivo ha previsto una
inflación del 1%, cuando podría ser casi tres veces superior. A un 2,8%, con
0,25%, la pérdida anual sería del 2,55%. En diez años, de un 25,5%. Al pensar
que, en una década, la economía no se va reponer lo suficiente, para aplicar la
segunda formula de revisión, la de los años buenos, con un techo del IPC más
0,25%.
El plan gubernamental prevé bajar el coste de las pensiones
33.000 millones de euros en nueve años. Cantidad que los pensionistas van a
perder. El portavoz socialista, Valeriano Gómez, calcula: “Con un 2´8% de
inflación media en la próxima década el recorte se situaría en 94.000
millones”. Él ha avanzado el tiempo que se perdería en recuperar el poder
adquisitivo perdido en diez años: “Mas de un siglo, exactamente 103 años”. Para
la posible caída en 2014, cuatro años. Para el Consejo Económico y Social
supondría: “Una pérdida de poder adquisitivo en contextos de crisis como la
actual, que además no llegaría a recuperarse”. El 50% de las prestaciones son
de menos de 650 euros al mes. El Factor de Sostenibilidad, con la utilización
de la esperanza de vida a los 67 años, más los ingresos y los gastos del sistema
para calcular la pensión, a partir de 2019, será otro tajo a las pensiones
futuras que nadie puede permitir. Así todo, el secretario general de UGT,
Cándido Méndez, ha anunciado movilizaciones sindicales para noviembre. Lo que me parece muy
bien.
En torno a esto, los simpatizantes populares deberían
saber, que en la derecha las ideologías son parecidas, pero no iguales. Ahora
la derecha alemana ha vuelto a ganar las elecciones, pero que la española no
mueva las plumas, porque la CDU -partido del centro, demócrata cristiano,
liberal y conservador- no es tan negativo ideológicamente para los ciudadanos
como el PP. Ni Angela Merkel es tan fundamentalista, antigua y torpe para los
suyos, como Mariano Rajoy lo es. Esta, es una derecha soberbia, neoconservadora,
revanchista, sin sensibilidad social. Aquella, es prudente y dialogante, con
mucho respeto y estima al sindicalismo. En el Comité Europeo de GM-Opel, he
conocido sindicalistas socialdemócratas y democratacristianos alemanes, todos
del sindicato IG Metall, sin que hubiera entre ellos diferencias sustanciales
sobre la mesa. Quizá esta realidad explica, porque en Alemania es posible hacer
gobiernos de coalición entre los dos grandes partidos, aun con ideologías
distintas; mientras que en España, por la radicalidad del Partido Popular, ni
se desea esta temática, no son posibles consensos puntuales, ni se hace a la
par política de Estado.
Por tanto, las ideologías menos distantes, no destructivas
y sensatas, llegan a ser más fructíferas. Ahora nos iría muy bien, que los
votantes socialistas y populares ofendidos por las pensiones, jugáramos en el
mismo equipo para ganar el rounds. El campo común tendría que ser los
sindicatos, con trompetas, tambores y ritmo duro... para que los banqueros
invisibles salgan a bailar.
11.10.2013 Fernando Bolea Rubio
Sindicalista