Los mayores debates políticos y sindicales, se dan entre
los compañeros y compañeras en los puestos de trabajo. Ni redes sociales, ni
plazas con 300, porque antes de escuchar, escribir o hablar en esos sitios, en
las que yo llamo “tribunas laborales de tajo”, se ha oído y dicho por
adelantado lo sustancial. Eso supone, que millones de personas mantienen entre
ellas un debate propio y directo que, en la política se desconoce. Pero no así
los sindicalistas, al trabajar y vivir junto a los asalariados sus inquietudes
y demandas.
Además de la gran labor divulgativa de la radio, hay
grandes fábricas, como GM España, que a las 5,15 de la mañana ya hay vendedores
de periódicos en las puertas de entrada. Por lo que desde el primer momento de
la jornada, los trabajadores más inquietos están bien informados y en
disposición de comentar la actualidad, al mismo nivel que los más aguerridos
tertulianos y tertulianas. Ahora con los smartphones y tablets, se pueden leer
y analizar las noticias hasta en los autobuses de desplazamiento. Cuando yo
llegaba a la fábrica a las 8 de la mañana, me encantaba oír a compañeros del
turno de las 6, que me hacían importantísimos razonamientos políticos y
sindicales sobre la actualidad del día. En las empresas medianas y pymes
generalmente ocurre lo mismo.
Cabe decir en apoyo de esta tesis que, durante la
dictadura no existía libertad de prensa, los medios estaban manipulados al
servicio del régimen (aunque los periodistas pronto jugaron un importante papel),
con TV española que era una cueva de ocultación. Sin embargo, de pronto el
franquismo se encontró con el pueblo español ocupando las calles para pedir
democracia y libertad. ¿Cómo se logró ese fantástico prodigio? Evidentemente,
la parte más importante fue debida al movimiento obrero, que hablaba en los
tajos y se supo organizar en las empresas. La clarificación de ideas en las
cadenas de montaje, en los talleres de mantenimiento y de todo tipo, en las
cafeteras, en las áreas de descanso, en cualquier actividad y momento de la
jornada es primordial. Esta es la fuerza de los trabajadores de siempre.
Digo lo anterior, porque es principalmente a los “debates
de tajo”, donde el secretario general socialista, Pedro Sánchez, tendría que
llegar con cierta prioridad, llevando a ellos el socialismo del nuevo Partido
Socialista Obrero Español. Los trabajadores y el movimiento sindical lo
agradecerían y al partido le iría bien. En mi opinión, el socialismo más real
se vive en el trabajo.
En las tribunas laborales de
tajo, los sindicalistas socialistas estuvimos defendiendo y aupando a Felipe
González hasta el año 1982, cuando alcanzó la presidencia del Gobierno y
durante el primer año de su mandato. Mas pronto llego el punto de inflexión y
el final del apoyo, por la reforma laboral de 1984 en la que se impulso la
contratación temporal. Aunque erróneamente la apoyó la secretaría confederal de
acción sindical de UGT, no yo; su gran fallo fue, que no se tuvieron en cuenta
las opiniones de tajo. Dado que las mismas, rechazaban totalmente la
ampliación de la eventualidad, porque no
iba a mejorar la tasa de paro (de 20,6% en ese año) como así ocurrió, e
introducía los contratos basura, los cuales han sido y siguen siendo el cáncer
laboral del sistema laboral español.
Para el profesor del IESE,
Sandalio Gómez: “Esa reforma consiguió elevar la contratación temporal en
España, pero no consiguió reducir la elevada tasa de paro. A partir de entonces
el crecimiento de la temporalidad resulta evidente. En 1985 los contratos
indefinidos fueron el 8,76% y los temporales el 91,24%”. Todos los Gobiernos
posteriores, le dieron más patadas a la pelota de la temporalidad.
En la fábrica, aparte de por
estar tajantemente en contra, nos dimos cuenta enseguida que si hubiéramos seguido
defendiendo al Gobierno, se hubiera puesto en peligro la continuidad de la propia UGT. Por lo que los
mensajes en las cafeteras y en las asambleas, cambiaron de orientación pasando
de la alabanza a la crítica; acabando todo aquello, en la huelga general de 14
de diciembre de 1988 (14-D), la cual ha sido la mayor de todas las realizadas
hasta hoy.
Este episodio sobre Felipe, lo
tendría que tener muy en cuenta Pedro Sánchez, para que aquella lamentable
situación no se llegue a repetir. El Gobierno tiene la responsabilidad de
gobernar no sólo para los trabajadores, también atendiendo demandas
empresariales y de toda la sociedad; en consecuencia, las relaciones con los
sindicatos en ocasiones se vuelven tensas, aunque de ninguna manera han de ser
de ruptura. El partido socialista sin UGT-CCOO y las opiniones laborales en
general favorables, fracasará siempre. La experiencia lo señala así.
El nuevo PSOE de Pedro, goza
ahora de expectativas favorables en el mundo del trabajo y sindical. Ahora
bien, la confianza necesita ser correspondida. Por eso, en su cartera debería
llevar para atajarla a la necesidad real, la vieja ola de la eventualidad
desbordante, para evitar los sangrantes abusos laborales que origina. Llega a
ocurrir lo siguiente: Un joven, ingeniero, con inglés fluido, trabaja en una
empresa de ingeniería con un contrato de 12 horas al mes, cuando hay veces que
en un solo día ya las hace, además de efectuar como mínimo cuatro horas por
jornada durante toda la mensualidad. En total trabaja sobre 100 horas
mensuales, todo ello por 300 euros al mes, a 3 euros la hora. La cotización de
12 horas, me imagino que la tendrá sin fecha concreta, para que el empleador
falsee la legalidad en caso de accidente. ¡Pura vergüenza!
Esta siendo una realidad, hacer
firmar mínimos contratos en fraude de ley, obligando en los parciales y
eventuales, a realizar al día muchas mas horas de las fijadas en ellos, sin
cobrar ni tener cotización de ese tiempo extra ilegal. En 2008, la juventud y
los salarios más bajos, aspiraban a ser como mínimo “mileuristas” (UGT Aragón
realizo una campaña en ese sentido). Pero se ha ido para atrás vergonzosamente,
porque lo que actualmente se va imponiendo son los “seiscientoseuristas”, con
flecos que llegan a los “trescientoseuristas”, como es en el caso denunciado.
Ante lo cual y hasta que el PSOE
gobierne o haga algo: ¿Las patronales no tienen nada que decir, delatando a los
sujetos sin escrúpulos que realizan estos contratos? ¿Y los inspectores de
trabajo que hacen? ¿Los sindicatos están presionando lo suficiente para
evitarlo? ¿Los propios afectados se revelan ante esas sangrantes
injusticias? Me temo, que todos hacen
menos de lo que deberían. Estando tan extendido el mal, que sólo con decisiones
políticas firmes, esta tamaña injusticia se enmendará. El que exista más de un
10% de eventualidad, no es de un país ni de unas empresas competentes y
socialmente responsables. Según la EPA del segundo trimestre del año, en España
la tasa de temporalidad es del 23,93%. Antes de la crisis llego ha a ser del
33,3%, cuando en el conjunto de la Unión Europea era del 14,5%. En el paro
registrado de agosto, la contratación fija ha sido tan solo del 6,43%.
Ante este estado de cosas, los
jóvenes eventuales que no se quejan por miedo a perder el puesto de trabajo,
suelen decir que más valen 300 euros que nada. Para ellos, el sistema laboral
español es de una autentica explotación y como una cárcel. Por consiguiente, la
política socialista y el sindicalismo han de realizar acciones urgentes, tanto
individual como colectivamente, para romper esas cadenas. Políticamente, desde
el Parlamento y el Boletín Oficial del Estado. Sindicalmente, denunciando ante
la Inspección de Trabajo cada abuso que se detecte, sin que tenga que hacerlo
directamente el trabajador afectado que
no se atreve. Llegando con los procedimientos a los Tribunales, la prensa, y
hasta donde sea menester. Los sindicatos son órganos de defensa de los
trabajadores y están para eso. Siempre al menos, que el trabajador se afilie al
sindicato.
Una viñeta decía: “Vale, no me
pague, acepto trabajar por la comida. No tan rápido, ¿cuánta comida?” Hay que
ir como mínimo a nóminas de cuatro cifras. ¡Que menos!
De todo esto y de mucho más, se
habla en los tajos. De la desesperada situación de los parados y del drama que
sufren si son mayores. Del futuro de las pensiones, cuando el Gobierno popular
agote el Fondo de Reserva de las mismas. Del debilitamiento de la negociación
colectiva y el arrinconamiento de los convenios. De donde trabajarán las hijas
e hijos. De que la derecha quiere convertirnos en un país de albañiles sin
trabajo y camareros explotados, porque su mentalidad no le da para más. ¿No
saben que la industria existe?
A todo este aluvión de problemas,
se tendrá que enfrentar Pedro Sánchez. ¿Su nuevo socialismo será capaz de
solventarlos? Yo pienso que sí. Si bien en ese fin, la clase trabajadora tiene
que apoyarlo. Y, el movimiento sindical estar vivo, empujar y volver a confiar
en el PSOE. Porque si no es con él... todo será, una ocasión perdida.
Sindicalista