La clase trabajadora española lleva cinco años, desde mayo
de 2010, soportando: amenazas, despidos, expedientes, cierres de empresas,
rebajas salariales, mermas de derechos individuales y colectivos, empeoramiento
de las condiciones de trabajo, jornadas abusivas y en algunos casos sin cobrar,
contratos basura hasta fuera de la ley, el desempleo, la pérdida de esperanza,
la necesidad de emigrar para poder vivir. Sí, son cinco años terribles, sobre
todo los cuatro últimos gobernando el Partido Popular (PP), con su tonta
política de la austeridad que ha gripado la economía; y, con la imposición de
su inconfesable reforma laboral, que amordazo a los asalariados favoreciendo a
los empresarios.
Sin que todos esos atropellos hayan servido para crear
empleo como se decía, toda vez que sigue habiendo más parados que cuando en
2011 Mariano Rajoy llegó al poder. Con el agravante, de las malas cifras de la
primera Encuesta de Población Activa (EPA) de 2015, dado que calcula en
5.444.600, el 23,7%, el número de desempleados, cuando antes de la crisis (en
2007) era del 7,93%, de más de 15 puntos menos.
En tan poco tiempo y con la excusa de la crisis, la
derecha ha transformado el mundo del trabajo, arrebatando al movimiento
sindical conquistas históricas teñidas de esfuerzo, como la negociación
colectiva tan devaluada hoy. Facultando a la parte económica de las empresas,
para imponer métodos de flexibilidad sin haber sido pactados. Entre otras
atrocidades y humillaciones.
Esta escalada de degradación salarial y social, yo la
atribuyo a la que llamo “revolución conservadora” que, a lo callado, el
Gobierno del PP va implantado en España. Para recortar severamente, el avance
económico y social que los empleados venían conquistando, favoreciendo así a
las elites de los negocios. Para eso, el líder del PP puede estar cumpliendo a
la perfección, su programa más oculto.
En virtud de lo cual, la pregunta que los trabajadores y
trabajadoras deben hacerse es: ¿Vamos a permitir que este disminuido modelo de
sociedad se quede así, sin pelear por reconquistar la situación anterior y
continuar la vieja línea ascendente de bienestar laboral? Sin duda, si hay
empeño habrá reacción. A pesar, de que los ambientes laborales están algo
paralizados, principalmente las cúpulas sindicales, aunque no tanto el
sindicalismo que en las empresas se practica.
Los sindicatos tienen que ser fuertes y valientes. Para lo
primero, se requiere que los trabajadores estén organizados y activos en los
sindicatos, siendo necesario mejorar en esta condición. En relación a la
valentía, en situaciones sumamente difíciles los sindicatos han demostrado que
la tienen y sin duda la tendrán siempre. Solo necesitan marcarse el objetivo,
exponerlo al movimiento obrero e ir a por él.
No sería la primera vez que las organizaciones sindicales
se superan, alcanzando grandes metas. Lo hicieron, para erradicar las leyes y
mejorar las condiciones que la dictadura franquista dejó. Volviendo a repetir
la hazaña, para superar socialmente los estragos y alto nivel de paro (23%) de
los noventa. En la crisis de 1993 -para salvaguardar el espíritu reivindicativo
sindical y porque era verdad-, yo declaraba en la prensa, que “no había crisis,
sino falta de competitividad, porque las empresas no estaban preparadas para
competir”. Ahora el escenario no es mucho mejor, puesto que se puede asegurar
que las empresas están más dispuestas, si bien no tienen dinero para invertir
lo necesario, debido a la limitación crediticia de la banca. Por lo que, el
profesor José Carlos Díez, ha dado en el clavo al decir: “España pide a gritos
un plan de inversiones, como recomienda el Fondo Monetario Internacional (FMI),
para sacarla del estancamiento y la deflación”.
Lo primero que habría que hacer es poner a los sindicatos
a punto, tanto por abajo como por arriba, actualizándose organizativa y
sindicalmente. Porque la tarea es tanta y tan ardua que, solo en el terreno
económico, esté esta tan desecho y limitado que como Díez ha escrito también:
“La creación de empleo se concentra en la costa por el turismo, especialmente
en las islas, y en aquellas regiones que tienen fábricas de automóviles, único
sector industrial que mantiene vigor en sus exportaciones. Sin los coches,
nuestra producción industrial y nuestras exportaciones continúan cayendo y en
recesión”. Así es, en Aragón fundamentalmente por la industria y la fabrica de
General Motors España, la EPA da un 18,59% de paro, cinco puntos menos que a
nivel nacional.
Siendo ridículo, que el presidente del Gobierno se quiera
aprovechar de esa favorable circunstancia, al indicar que la crisis se ha
superado “porque la gente esta comprando coches”, cuando el 90% de la
fabricación automovilística se exporta. Y cuando él no ha tenido nada que ver
con el crecimiento de las ventas en automoción, ni en sus factorías se aplica
su negra reforma laboral. Dado que todo el mérito hay que atribuirlo, al alto
nivel de entendimiento y de consenso habido entre los departamentos de personal
de las empresas y a los sindicatos en ellas. Fundamentalmente la Unión General
de Trabajadores (UGT), mi sindicato, con mayoría sindical en el sector y en
todas las fabricas del automóvil españolas, desde hace muchos años.
El lema sindical de UGT y CCOO en este 1º de Mayo es: “Así
no salimos de la crisis”. Frase que la Junta Electoral Provincial de Teruel ha
intentado prohibir a los sindicatos, al poder
interferir en el sentido del voto. Gracias por la publicidad. Palabras
éstas, que en las manifestaciones del día, se gritarán ahora con más ahínco:
¡Así! ¡Así! ¡No salimos! ¡No salimos! ¡Rajoy... vete ya!
01.05.2015
Fernando Bolea Rubio
Sindicalista