Desde que escribí en junio de 2010, el artículo "¿De
qué reforma laboral se habla?" en este blog, he escrito 25 artículos más*,
que hacen referencia a las dos reformas laborales habidas desde entonces. La
primera, promovida por el expresidente socialista, José Luis Rodríguez
Zapatero, que provocó la huelga general de 29 de septiembre de 2010 (29-S). La
segunda, realizada por el presidente popular, Mariano Rajoy, que fue contestada
con dos huelgas generales en un año, la de 29 de marzo de 2012 (29-M) y la de
14 de noviembre de 2012 (14-N). Todas ellas de 24 horas, en todos los sectores
del país.
En los comentarios he estado en contra de las dos
reformas, siendo muy crítico con los cambios laborales aplicados. Sin embargo,
he tratado de ayudar siempre, para que se hicieran las modificaciones más
convenientes para los trabajadores, el desarrollo de las empresas, la economía,
el bien de Aragón y del país. Incidiendo en lo que creía sería lo mejor y más
provechoso para todos, en base a mi experiencia sindical y como mediador
propuesto por la Unión General de Trabajadores (UGT), en el Servicio Aragonés
de Mediación y Arbitraje (SAMA), desde febrero de 2007, al principio de la
crisis. Pero, toda esta buena intención
fue en vano, dado que las dos reformas fueron impuestas por los Ejecutivos y el
Congreso de los Diputados de uno y otro color; rechazando en ambas, las
importantísimas aportaciones que en cada momento, las principales centrales
sindicales hacían.
Ante la socialista y en el artículo
mencionado, yo escribí: “Sí, hace falta una reforma, pero orientada a eliminar
radicalmente el enjambre de la contratación eventual y el fraude de ley que en
ella se da. Y claro está, se ha de partir eliminando sustancialmente los
privilegios patronales existentes de contratar y despedir temporales a su
voluntad”. Añadiendo: “Se han de limitar y dar más valor económico a las
contrataciones eventuales, para que las fijas florezcan de una vez”.
Proponiendo así que, como ocurría en Japón, los trabajadores eventuales
cobraran más que los fijos; porque por su inestabilidad laboral, deberían
recibir un plus de compensación por parte del empleador. Logrando de paso, que
para los empresarios llegara a ser más atrayente la contratación fija que la temporal.
Mas a este respecto no se hizo
nada, sino todo lo contrario. Debido a que el fin real de esa reforma fue, que
se pagara menos por despedir y que legalmente fuera más fácil hacerlo. Se
legisló, pagar menos por echar a los fijos, al pasar las indemnizaciones de 45
a 33 días; abriendo así, una nueva vía para más eventualidad, al poder cubrir
los puestos dejados con trabajadores más baratos. Había un vergonzoso fraude de
ley en los contratos y en las causas del despido; si bien todo se cubrió con un
tupido velo, ampliando las facultades empresariales y las causas para despedir.
No aflorando lo suficiente, los fraudes en la contratación y los despidos
individuales y colectivos no justificados, que era entre otras cosas lo que los
sindicalistas deseábamos.
Se podían aprobar los Expedientes
de Regulación de Empleo (ERE) por pérdidas actuales y “previstas”, o la
disminución persistente del nivel de ingresos, como si fueran despidos
preventivos, lo que era ilógico e injusto. Por tanto, ¿qué se hizo? Simplemente,
todo lo dicho y en vez de cerrarlas, abrir de par en par las puertas del
despido objetivo, tan usual entonces, para que salieran por ellas los
trabajadores, su honor, más la basura de los abusos empresariales, al quedar
impunes. Un auténtico desastre, para la clase trabajadora y los jóvenes a
contratar.
Después de esto, como era de
esperar, el Partido Socialista sufrió un durísimo castigo electoral por perder
la confianza de los trabajadores y del movimiento sindical. Y, en consecuencia,
la derecha del Partido Popular llegó al Gobierno con mayoría absoluta, teniendo
en sus manos todo el poder, para deshacer de una vez derechos fundamentales e
imprescindibles de los trabajadores.
Por eso, en su resentida y torpe
reforma laboral de 10 de febrero de 2012, el PP amplió los motivos para
facilitar más los ERE, asestó un duro golpe a la negociación colectiva, eliminó
los salarios de tramitación (los que se recibían desde el momento del despido
hasta la sentencia improcedente), que venían a suponer cinco meses más de
salario. Se sacaron de la manga, un contrato llamado de emprendedores, con un
periodo de prueba de un año, pudiendo ser despedidos los pobres chicos y
chicas, cuando los principales quisieran y sin indemnización. Cándido Méndez,
la llamaba con razón: “La reforma del garrote”. La misma fue injusta, ineficaz
e inútil. Y, ahí sigue, aunque quizás por poco tiempo.
Nuevo “Estatuto de los Trabajadores” del PSOE
Digo esto, porque me han gustado
las ideas de Pedro Sánchez, sobre el nuevo Estatuto de los Trabajadores que si
ganan las elecciones están pensando aprobar, derogando este melodramático folletín
de reforma laboral. Hacía años, que a los sindicalistas el PSOE no nos daba una
alegría. Por fin parece que se iría en la dirección correcta, gobernando para
limitar la temporalidad al porcentaje medio de la Unión Europea, al prometer
bajarla del 24% a un 15% en cuatro años. Eliminando además, los fraudes
contractuales y con efecto en los despidos.
De manera que, se esta pensando
en únicamente tres tipos de contrato: indefinido, temporal, formativo con
contrato de relevo. Los temporales tendrán un limite máximo de un año,
pudiéndose reducir a medio año o ampliarse a dos en los convenios colectivos.
No permitiéndose que se sea temporal durante más de dos años. La temporalidad
consentida se fijará en la negociación colectiva de cada sector. Si se infringe
la ley, se incrementaran las cotizaciones. No habrá contratación temporal sin
causa. Se vinculará el contrato al puesto de trabajo.
Se clarificarán “los falsos
autónomos”. Quieren que sean los sindicatos y no los comités de empresa los que
negocien los convenios. Lo que me parece fabuloso, puesto que siempre he
pensado que tendrían que ser los trabajadores organizados los que decidieran
sobre la negociación colectiva, teniendo derecho los demás a ser puntualmente
informados. Reformar el trabajo a “tiempo parcial”, para evitar situaciones de
explotación. Rechazan, como yo, el “contrato único”, dado que supondría la
conversión de todos los trabajadores en temporales y precarios. Los
subcontratados por una empresa, cobrarán lo mismo que los empleados de su
plantilla. Acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres. Vincular los
salarios a la productividad, lo cual me gusta menos. Clarificándose el papel y
la financiación de los agentes sociales.
En definitiva, según la
secretaria de Empleo del PSOE, Luz Rodríguez: Que este ordenamiento vuelva a
ser “una carta laboral, para recuperar los derechos de los trabajadores
desvastados por la crisis y las contrarreformas del PP”. Yo diría y de
Zapatero.
Aún con todo, en las próximas
elecciones autonómicas y municipales del 24-M, sigamos confiando en el PSOE,
porque está sabiendo corregir sus errores y para los trabajadores es el
mejor... sin duda.
18.05.2015 Fernando Bolea
Rubio
Sindicalista