Lo nunca visto ha ocurrido. El día 22 de enero
(22-E), en la primera ronda de consultas, el Jefe del Estado encargó a Mariano
Rajoy la formación del nuevo Gobierno, para que como es preceptivo se sometiera
a la investidura en el Congreso de los Diputados; y lo inimaginable sucedió,
dado que el ganador de las elecciones declinó hacerlo, alegando no tener los
apoyos suficientes. Pero, por eso no se retiró dejando que otra persona del
Partido Popular o de otro partido lo pudiera intentar. Todo lo contrario, no
fue ni para adelante ni para atrás, dejando en entredicho el papel de las
instituciones del Estado y de la propia Corona.
Como hay políticos cobardes y valientes. A
Rajoy, posiblemente le influyó el temor
de encarar el debate de investidura que sabía que iba a perder y, además, su
falta de capacidad para ganarlo dialécticamente, con lo que hubiera dejado en
buen lugar a su formación, aunque la votación le hubiese sido negativa. Si ha
sido principalmente por estos motivos, Rajoy -del que intuyo que no volverá a
gobernar-, no podría acabar su carrera política de peor manera. Sin la mayoría
absoluta de los últimos cuatro años, que le permitió hacer lo que le venía en
gana, imponiendo su política sin dialogo, por lo que se echó a toda la oposición
encima; viéndose ahora abandonado por
los partidos al negarse a pactar con él.
En mi opinión, lo que le pasa se lo merece, después
de la legislatura tan desastrosa que se ha padecido, sobre todo por las clases
baja y media. Su fracaso político se refleja, en que podría ser el único
presidente de la democracia que solo habría gobernado una legislatura. Siendo
una vergüenza para él, porque todos los presidentes aspiran a permanecer como
mínimo dos. En el PP se comenta: “Rajoy esta muerto y solo un milagro lo puede
salvar”.
Sin embargo, el 2 de febrero (2-F), en la segunda
ronda de consultas, en mucha gente renació la ilusión, puesto que el Rey
dispuso que fuera el socialista Pedro Sánchez, el que formara el Ejecutivo; lo
cual fue aceptado por él con sumo agrado y claridad de ideas como se pudo ver.
Así, en medio de tanta incertidumbre, se rompió el bloqueo institucional debido
al rechazo de Rajoy; abriéndose paso la negociación entre los partidos, que es
la mejor solución que puede haber. Durante la misma, los nuevos políticos
tienen la oportunidad de demostrar su valía y Pedro Sánchez el nivel de
estadista que se le supone y que el momento requiere. Con el resultado
electoral (PP: 123 diputados, PSOE: 90, Podemos: 42 con las mareas 69, C´s: 40,
IU-Unidad popular: 2), es muy difícil formar en el Parlamento una mayoría de
diputados que permita gobernar con estabilidad. Por lo que en estas
condiciones, surge la pregunta: ¿Para el Partido Socialista es mejor gobernar o
seguir en la oposición? Un sindicalista socialista como yo no tiene duda, es
mejor gobernar que no hacerlo. Ahora bien, no de cualquier manera.
Sí, desde la concepción de un gobierno progresista
reformista, como el PSOE propone. Y no,
gobernando la izquierda con la derecha del PP, ni en esa llamada “gran
coalición” que formarían el PSOE, PP, C´s. Locura esta, que hace las delicias
del Partido Popular, del diario EL País, las empresas del Ibex, la derecha
mediática, y de infinidad de poderes ocultos. Todo un conglomerado de personas
que las une los intereses inmediatos, si bien a medio plazo piensan poco,
porque con esa operación todos esos partidos estarían gobernando y el partido
líder de la oposición sería Podemos. Asimismo, cuando esa coalición perdiera
fuerza electoral o fracasara, la única alternativa de gobierno disponible sería
el líder de la oposición, pudiendo dar ya por seguro que Pablo Iglesias sería
el siguiente presidente del gobierno.
La tarde del 2-F fue rica en acontecimientos
políticos, de los que se pudieron apreciar dos reacciones muy diferentes. Una
negativa protagonizada por Rajoy e Iglesias y otra constructiva y esperanzadora
de Rivera y Sánchez. El primero, se va a quedar agazapado sin hacer ni ceder en
nada, siguiendo con la cantinela de ser el partido más votado (aunque no pueda
formar gobierno) y de la “gran coalición”, a la vez que espera que Pedro
fracase para él tener alguna oportunidad en unas nuevas elecciones.
Iglesias, fue tan patético como Rajoy. Realizó una
rueda de prensa a destiempo y sin saber lo que le pertenecía, por hacerla antes
de la del protagonista del momento, Pedro Sánchez, con el fin de robarle cámara
y protagonismo. Sacando su mejor pose de come niños, con un tono bronco y
faltón. Finalizando la primera ronda de consultas, lo que el día 22-E hizo aún
fue peor, debido a que sin decirle nada a Sánchez y mientras este estaba con Su
Majestad, presentó a la prensa una propuesta de gobierno donde él se postulaba
como vicepresidente del mismo, guardándose para sí cuatro ministerios más.
Dando a entender que lo único que les importaba eran los sillones. Con la
novedad actual, de que el nuevo bloque o “pinza” PP-Podemos apremia hoy para
que la investidura se vote dentro de quince días, en vez de un mes. Pedro
Sánchez ha lanzado a los socialistas la siguiente directriz: “Cuando veamos
desplantes, arrogancia o propuestas inasumibles, respondamos con respeto”.
Rivera, dio un mensaje constructivo y colaborador. Y
Pedro, expuso un discurso político-social atractivo que me gustó mucho, en
línea con las pautas de lo que será su intervención en el debate de
investidura. En consecuencia, yo percibí a dos líderes de pasado: Rajoy e
Iglesias, este último por demostrar con sus actos que está inmaduro para la
política. Y a dos líderes de futuro: Rivera y Sánchez, que pueden llegar lejos
si siguen como van. Aún diría más, un gobierno de centroizquierda compuesto por
el PSOE y Ciudadanos, dejaría al PP en la extrema derecha y a Podemos en la
extrema izquierda, situándolos en las franjas ideológicas que de momento,
realmente les corresponden. La política española se clarificaría mucho.
Se comenta que Pablo Manuel Iglesias y Podemos no
quieren pactar con el Partido Socialista, porque su fin es sobrepasarlo. Pues
bien, que lo intenten y que se pongan a la cola, porque lo mismo han deseado
otros partidos durante muchos años y todavía no lo han conseguido, ni lo
conseguirán. Izquierda Unida soñó con esa posibilidad, intentándolo con más
ahínco que nadie. Sin embargo ahora, basta con mirar donde están ellos y el
PSOE.
Según El País, las últimas palabras de secretario
general, Pedro Sánchez, en el Comité Federal del 30 de enero fueron: “No
pactaremos con independentistas, ni haremos un gobierno de coalición con
Podemos”. El primer triunfo de Pedro va a ser la caída de Rajoy. Él dice que
“para poder hay que querer” y como Cervantes “a cualquier mal el buen ánimo
repara”. Ha prometido “más y mejor empleo”. Se ha dicho que el “paso dado por
Sánchez es inteligente y valiente”. Quiere hacer un gobierno sensato y
socialdemócrata. Ha hecho dos afirmaciones rotundas: “Yo voy en serio... Esto
empieza bien”.
5.02.2016
Fernando Bolea Rubio
Sindicalista