Con 6 millones de parados, 850.000 empleos perdidos en un
año, 700.000 nuevos desempleados y 900.000 jóvenes en paro; llegamos al 10 de
febrero, para maldecir el primer año de vigencia de la reforma laboral, al
significar un gran drama para cientos de miles de personas, e ir paralizando
las empresas al dejarlas sin personal ni actividad. La contratación ha caído.
Los ERE han subido un 66%, junto a la conflictividad ya que el 77% de ellos no
han sido pactados. La juventud huye. Los inmigrantes se van. El país se apaga.
El desastre va a más.
Para Cándido Méndez: “La reforma laboral no solo no ha
frenado la sangría de la destrucción de empleo, sino que es una herramienta de
deterioro de la situación económica”. “Ha servido para que el desempleo haya
aumentado y la rebaja de salarios se haya generalizado”. Tras convocar contra
ella dos huelgas generales en el 2012, UGT y CCOO la tachan de “desastre para
las personas porque han bajado los contratos y crecido los despidos”. Sin
embargo, puesto que aquí se miente más que se gobierna, llegando el Ejecutivo a
la cobardía de mentir aproximadamente en todo; como un buen trilero, el
ministro de Economía, Luis de Guindos, festejó el aniversario de la reforma con
la frase-timo siguiente: “Si hubiéramos tenido esta reforma laboral hace dos o
tres años nos hubiéramos ahorrado un millón de parados”. En mi opinión, estas
palabras son un insulto a los trabajadores y a la inteligencia sindical, siendo
muestra de su inmoralidad por mentir así.
Se ha de saber que, en términos de empleo 2012 ha sido
peor que 2009, el año más duro de la crisis. En una magnifica comparación, en
función de la evolución del PIB, la manera más exacta de valorar la incidencia
de esta reforma; los sindicatos señalan: “Aunque el PIB cayó menos en el 2012
(-1,3%) que en el 2009 (-3,7%), la destrucción de empleo ha sido mayor en este
primer año de reforma laboral. Por cada punto menos, el empleo asalariado cayó
2,2 puntos porcentuales en 2009, mientras que en el 2012 llegó a 4,4 puntos. Un
punto inferior del PIB en el 2009, supuso un descenso de 370.000 personas
ocupadas, frente a los más de 587.000 desempleados que dejó una bajada menor de
la economía en 2012”. En resumen, por cada punto perdido del PIB, con la
reforma laboral del Partido Popular, se generan 217.000 parados más. Con esta
ley en 2009, hubiese habido medio millón de despidos por encima de los que
hubo. Para que se cree empleo, el PIB ha de ser como mínimo del 2%. Sobre las falsedades
del ministro, mejor demostración no cabe. El sindicalismo debe triturar esta
maldita legislación laboral.
Y se sigue rodando la bola. El Gobernador del Banco de
España, Luis Linde, con engaños como su antecesor, sigue golpeando la piedra al
decir: “De haber existido la flexibilidad laboral en el pasado, hubiera
mitigado el paro actual”. Pero ¿Quién le ha dicho a esta equivocada persona,
que antes no había flexibilidad laboral? Son afirmaciones que en el mundo del
trabajo producen indiferencia. La había y sólo era mejorable por medio de la
negociación, no con imposiciones sindicalmente rechazadas. En las pymes, que
son más del 95% de las empresas españolas; en la práctica, la flexibilidad
productiva ha sido siempre la necesaria y casi total. En las grandes, se
negoció e implantó hace mucho, por eso en el sector de automoción se invierte
hoy, no por esta equivocada reforma, como presume el Gobierno. Las medianas,
siguen los calendarios y los sistemas de organización del trabajo fijados por
las principales firmas, a las que proveen o emitan. Los tipos de ERE: de
extinción, suspensión de empleo,
reducción de jornada diaria, semanal o mensual, por días o por horas; tal como
son ahora, han existido y se han venido aplicando desde hace 35 años. En el año 1977 ya los negociaba yo.
El principal problema no ha sido la falta de flexibilidad
operativa, para amoldar la plantilla a las necesidades de las oscilaciones de
ventas y así salvar puestos de trabajo. La causa mortal del alto desempleo es, precisamente,
el exceso de flexibilidad contractual, que facilita el despido y la salida de
trabajadores de los centros de trabajo; por el abuso de la contratación
temporal, mas las facilidades de despido, que la legislación permite. Lo cual
requería que, para cortar la sangría de despidos durante las crisis, las leyes
atajasen la temporalidad y la desorbitante facultad empresarial para despedir,
sin contrapeso legal. Pero interesadamente, las últimas reformas laborales, han
ido en dirección contraria, incrementando el poder patronal y la eventualidad
con modalidades por ejemplo, como el
despido objetivo, el exprés (ahora anulado) y facilitando los ERE. Aparte de
eliminar derechos y condiciones. Igual que el ministro, el Gobernador miente
también, al dar a entender que la reforma laboral ha descubierto e implantado
la flexibilidad, siendo dique de contención de puestos de trabajo; cuando por
así decirlo, está era ya tan vieja y usada como el propio empleo, mientras
ahora el paro crece como nunca.
Naturalmente, sepamos de fondo que ésta es la reforma
laboral del capital. La que querían hacer y han hecho para ellos, la derecha
financiera, patronal y política del país. Con el apoyo, de las fuerzas
político-burócratas conservadoras de la Unión Europa, siempre dispuestas a
favor del dinero y de los actuales guardianes alemanes del corral. Para todos
ellos, las consecuencias sociales posteriores de la reforma y lo que se diga
después, no tiene importancia. Lo que alegan es solo una campaña y un proceso
de disimulación, tratando de ocultar a los españoles, el verdadero alcance a su
favor de la destrucción del sistema laboral; al socavar el valor del trabajo
para que sea peor renumerado, sin derechos ni estabilidad. Quedando todo, como
en los tiempos de los señoritos con caballo -niño vete de la finca y no vuelvas
más-, que renacen con esta ultraliberal reforma laboral. Aunque ahora se les
llama emprendedores en vez de explotadores. Tipos que se enriquecen con mínimas
inversiones y sin ningún tipo de responsabilidad laboral ni social.
El Presidente de la CEOE, Joan Rosell, muy activo en el
embuste oficial de los elogios a la reforma laboral, ha insultado y mentido
cínicamente en el cumpleaños de la ley. Ofendiendo a los funcionarios al
plantear que, se les mande a casa con un subsidio en lugar de que vayan a trabajar
“para que no gasten en papel y en teléfono”. Añadiendo que, “la Encuesta de
Población Activa (EPA) de los seis millones de parados no es verdad, para saber
los parados lo mejor es ir al registro, a los que se apuntan”, dijo. Su
estrategia es clara, como la reforma incrementa el paro, niega la realidad
provocando a los afectados, tratando de tapar su interés por ella y la
responsabilidad empresarial.
Esta trampa tan mezquina obedece, a que en la actualidad
la EPA cifra en 5,965 millones el numero de parados, mientras que en las listas
del paro hay apuntadas 4.980.778 personas. Es un millón de diferencia,
coincidiendo los expertos en dar más credibilidad a la EPA, al no depender de
que el parado quiera apuntarse o no. Se ha echado a la nación encima, pero
sigue fresco, descarado y campante. Y, como no hay un buen pastel sin guinda,
aportó la suya: “Si a mi me dejas la legislación laboral, te la cambio en una
semana”. ¿Querrá llegar al sistema feudal, donde el conde desflora a las
doncellas y la patronal tira de látigo?
Este país no se merece una patronal así. Con el anterior
presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, en la cárcel. Con un frívolo torpe
como el actual. Mas el vicepresidente, Arturo Fernández, envuelto en un fraude
monumental, al descubrirse estos días que su empresa paga en negro a sus más de
2.000 trabajadores, las horas extraordinarias y algunos complementos. Otro robo
de dinero al Estado, al no cotizar a la Seguridad Social ni ingresar el IRPF en
la Hacienda Pública. Él, por supuesto, continúa en el cargo.
Los delitos de corrupción y estafa alcanzan a cada vez más
personas, círculos y estamentos. Estando involucrados desde el yerno del Rey
hasta el extesorero del PP, pasando por la trama Gürtel, los ERE en Andalucía,
la que se descubre en Cataluña, lo que hubo con anterioridad, más infinidad de
casos asimismo deplorables. El paro con sus mentiras y la corrupción, califican
a la marca España.
He oído hablar a un chico en la radio de “movilizaciones
de estudiantes y obreros”. Lo mismo que en la transición a la democracia. Ante
tanta basura, ha sido para mí un “soplo de aire fresco”, descubrir que hay
jóvenes que aun mantienen la bandera de la ideología de izquierdas y de la
lucha. ¡Viva el movimiento estudiantil! ¡Viva la clase obrera!
15.02.2013 Fernando
Bolea Rubio
Sindicalista