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Zaragoza, Aragón, Spain
Sindicalista de UGT Zaragoza entre 1977 a 2006. Periodo en el que fue uno de los refundadores de UGT Zaragoza, Sº de Acción Reivindicativa de UGT Zaragoza, Sº General de UGT en General Motors España, Presidente del Comité de Empresa de GM España, Sº General de UGT Metal Zaragoza, miembro del Comité Confederal de UGT y formó parte del Comité Europeo y Mundial de General Motors .

viernes, 17 de octubre de 2014

Pobreza laboral y trabajo decente

En tres años de Mariano Rajoy, se ha hecho realidad y popular la frase “pobres con empleo”, que oí pronunciar por primera vez a un sindicalista aragonés. Son necesitados con trabajo: Sobre todo los jóvenes, muchísimos mayores, así como una elevadísima parte de las trabajadoras y trabajadores españoles debido a los recortes salariales que sufren. Como resultado del calamitoso contexto laboral en que la crisis y el Partido Popular han dejado el país.

Así, este excesivo e injusto retroceso, debería ser tenido como un vergonzoso castigo para el mundo del trabajo, reaccionando éste en consecuencia. La presidenta de honor de ATTAC, Susan George, acaba de asegurar: “Los españoles son ratas de laboratorio: a ver cuánto castigo toleran sin rebelarse”. En agosto de 2012, yo ya escribí aquí que podríamos ser un campo de pruebas del capital gobernante, en su contienda de ir desmontando el Estado del bienestar en la Unión Europea.

Sonrojo, pena, enfado, me producen estas abusivas calamidades que sufren tantísimos asalariados. Con padres que dicen: ¿Para que he luchado yo, si principalmente lo hicimos para que nuestros hijos vivieran mejor que nosotros y están teniendo empleos esclavistas? Es verdad, a los jóvenes los han convertido en simples autómatas del trabajo, quitándoles por su inseguridad contractual... hasta la dignidad de protestar. Únicamente les queda emigrar o mendigar un trabajo y hasta en él. De modo, que esto se tiene que acabar, sin pérdida de tiempo.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, dice: “Deberíamos afrontar juntos el problema del trabajo, es necesaria una gran coalición entre el Gobierno, las empresas y los sindicatos”. A mí me parece muy bien, porque toda la vida he creído como mi sindicato UGT, que el diálogo y la negociación son la mejor solución. Aún sabiendo que, a muchos empresarios españoles les cuesta aceptar lo nuevo y la realidad de los tiempos, dado que no entienden que los sindicalistas también queramos a las empresas. Si bien deseamos, que sean seguras y justas para los trabajadores.

El primer ministro francés, Manuel Valls, ha dicho: “Amo a las empresas”. Lo mismo podría decir yo, al igual que cualquier buen sindicalista, siempre que la organización del trabajo, la estabilidad laboral, los salarios, sean acordes con la aportación que los trabajadores hacen. ¿Qué no hay empresas así? Ya lo creo que las hay. A las que no han llegado a tanto, hay que hacerlas rápidamente tan humanitarias como productivas. El procedimiento de puesta en práctica podría ser, por medio de esa gran coalición que con acierto Pedro propone. El empleo se crea en las empresas, ¿cómo los sindicalistas no las vamos a querer?

El nuevo ministro de Economía francés, Emmanuel Macron -al que sus oponentes llaman “social-liberal” y “socialdemócrata”, vaya contradicción- afirma: “Hay que repensar uno de los principios de la izquierda, según el cual la empresa es el lugar de la lucha de clases”. Hoy, sin duda, voy a parecer algo afrancesado y flojo en la contienda empresarial; pero en este caso, yo estoy de acuerdo con él. En mi ideario sindical, hace mucho que opte por cambiar el Sistema de Confrontación por el que yo llamo de Participación Compensada de los Trabajadores en la Empresa. Considerando, que las partes económica y social de las firmas han de unir y superar sus diferencias, con el criterio  “gana-gana” en “zonas de interés compartido”, por medio de relaciones laborales de mayor consenso y confianza y menor conflictividad laboral.

Estas ideas, se podrían añadir a la solución del problema del trabajo, que el secretario general socialista propone, al aumentar la competitividad y la rentabilidad empresarial; a la vez que el empleo, las mejoras salariales y de condiciones, la estabilidad laboral de las personas. Por lo que voy observando, la implantación mayoritaria de esta nueva cultura empresarial y sindical, tiene todavía mucho recorrido por hacer. No cabe duda, de que la gubernamental reforma laboral de 2012 (de la que el Presidente Rajoy tanto presume cuando viaja), ha paralizado sobremanera y muy negativamente los avances que anteriormente había en este sentido. Cabe hasta decir que, por culpa de ella, se ha producido un lamentable retroceso, de la que debe ser la auténtica modernización de las empresas y del sindicalismo español.

De otra parte, los ciegos mentores de la teoría de reducir los salarios españoles para ganar competitividad exportadora; por fin, se dan cuenta de su error, al comprobar que han arrinconado la demanda interna. Defendiendo ahora la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE), que los sueldos españoles empiecen a mejorar tras años de recortes como forma de fortalecer el consumo y la recuperación. Siendo de la misma opinión, la Organización Internacional del Trabajo (OIT); después de que en agosto de 2013, recomendó “bajar los sueldos españoles hasta el 10% en dos años, para crear empleo”. En todo caso, el director general de esta última, Guy Ryder, hoy indica: “No creo que sirva para nada bajar más los salarios en España”. Así pues, la realidad y la coherencia se empiezan a imponer. Razones estas que como una lámpara, iluminarán las mesas de negociación.

Al Secretario General de MCA-UGT, Carlos Romero, le he oído decir en Zaragoza que, la recuperación está lejos y que no habrá recuperación hasta que no haya recuperación en el empleo. Que el “empleo no se crea con subvenciones, se crea con demanda”, por eso es necesario mejorar el empleo y los salarios. Afirmó categóricamente, que es el “momento de subir los salarios” un dígito más, sector por sector y empresa por empresa (la subida salarial media esta en torno al 0,55%, por debajo del 0,6% recomendado). Alegó, que es el momento de vincular el salario a la productividad, no al IPC real, en parte por su tendencia negativa; sólo por eso y coyunturalmente, a mí me parece bien. Razonó, que la industria tiene que recuperar el poder que tenía, alcanzando inicialmente un 20% del PIB en 2020. Demandando socialmente, el reconocimiento del papel de los sindicatos en la sociedad, más la defensa del hecho sindical en la Constitución. Todo perfecto y así se lo dije.

Actualmente, los sindicatos y la patronal están negociando un nuevo acuerdo para el empleo y la negociación colectiva y en el horizonte se ha fijado la idea de poner fin al ajuste salarial. UGT, CCOO y CEOE se han sentado en la mesa, con la idea de que a partir del 2015, los convenios colectivos deberán reflejar el fin de la recesión y recoger incrementos en las retribuciones. Pactándose estas, en cada uno de los sectores y empresas en función de la recuperación de la actividad. Lo que me parece magnifico.

Sin embargo, continuamente acechan los malos pensamientos patronales interesados. Ya han saltado voces como la del socio de Cuatrecasas, Salvador del Rey Guanter, que quieren cambiar la estructura del salario, al declarar: “En España el problema ha sido que teníamos un tanto por cien de salario fijo muy alto comparado con el variable -en función del rendimiento y objetivos- que era demasiado escaso. Ahora esperamos que con la reforma laboral, podamos tener un nivel de variabilidad en los salarios mayor al que teníamos antes”.

Por lo anterior y lo que he oído comentar a empresarios, mucho me temo que en algunas negociaciones, la estrella del momento sea el salario variable en detrimento del fijo y seguro, que querrá introducir la parte empresarial. Hasta puede ocurrir, que se proponga que todo el incremento sea variable, lo que no se ha de admitir nunca. El variable, ha de estar ligado a objetivos de participación de la plantilla en mejora de la calidad, de sugerencias, de ahorro del despilfarro; pero en una pequeña parte y con la idea de subir más de lo habitual los incrementos. Por ejemplo, si la reivindicación sindical de 2015 fuera de un 1,5%, perfectamente se puede acordar un 1% más como incremento variable (1,5+1=2,5% en total), como consecuencia de los objetivos obtenidos por la colaboración. En un artículo de abril, incidí en esta cuestión.

Así todo, yo pienso que la fundamental idea sindical tendría que ser, pelear con mucho tesón por la recuperación del poder adquisitivo perdido, en el menor tiempo posible. En eso, el sindicalismo alemán esta dando un buen ejemplo. Los salarios reales en Alemania subieron entre abril y junio de este año un 1,2% en términos interanuales, al incrementarse los salarios nominales un 2,3% mientras la inflación avanzo un 1,1%. Sin embargo, como su planteamiento sindical a día de hoy es también la recuperación de lo devaluado. En julio de 2014, el sindicato IG Metall solicito un incremento salarial del 5% -con  manifestaciones en la calle y carteles alusivos al número que me hicieron recordar sus históricas demandas por las 35 horas-, porque en los últimos años los salarios se les han quedado desfasados en relación al coste de la vida. En esto los sindicatos tienen un buen aliado, el Bundesbank. Aquí, no esperemos lo mismo del Banco de España.

La OCDE calcula que en España las reducciones salariales durante la crisis han sido de alrededor de un 2% anual. Solo con una caída del 10% de manera general y bastante más en muchos casos, ¿cuántos años se tardarán en recuperar el poder de compra perdido? A un 2% por año serían cinco hasta el 2020 y con menos cuantía se podría llegar al 2025. De ser así, habrá que recorrer antes la carrera, porque la clase trabajadora española no debe soportar una década más, las penurias salariales y de inestabilidad laboral del presente.   

En resumen: acción, cautela con el variable y recuperación del honor salarial, en la reconquista del trabajo decente.


17.10.2014                                              Fernando Bolea Rubio
                                                             Sindicalista