Las Elecciones Catalanas del 27-S, han dado como
resultado: Los separatistas de Junts pel Sí, la lista del presidente en
funciones, Artur Mas, obtuvo 62 escaños. La izquierda radical de la candidatura
d´Unitat Popular (CUP), consiguió 10. Ciutadans (C´s) 25. Partit dels Socialistes de
Catalunya (PSC-PSOE) 16. Catalunya Sí que es Post (Podem, Esquerra Unida) 11.
Partido Popular 11. En definitiva, los independentistas contando con los 10 de
la CUP, lograron 72 diputados superando
los 68 de la mayoría en el Parlamento.
Sin embargo, no consiguieron mayoría de votos, al obtener el 47,8% de los
mismos, frente al 51,7% de las papeletas no independentistas. Así diré que, los
soberanistas ganaron las Elecciones Autonómicas ampliamente, pero que el
resultado no les permite hacer una “DIU” o Declaración de Independencia
Unilateral; como siguen queriendo hacer, porque esa posibilidad la perdieron,
al no alcanzar el 50% de los votos.
En virtud de lo cual, Artur Mas y sus amigos
tendrían que meterse en el bolsillo su hoja de ruta secesionista, reconociendo
de una vez que hay mayoría de catalanes que no quieren separarse de España. En
democracia un 52% de los antisoberanistas es más que el 48% de los
soberanistas. Y esa voluntad se ha de respetar. Para iniciarse un proceso de
independencia así, todas las personas cabales saben, que sería necesario contar
al menos con una mayoría calificada de dos tercios, 90 diputados. No con 72
(Junts pel Sí y la CUP) como se quiere hacer, al suponer 18 escaños menos a los
dos tercios, en un total de 135. Y no cabe ni pensarlo, en minoría de votos.
Con este resultado el presidente en funciones, Artur
Mas, se ha quedado en tierra de nadie. No tiene autorización para seguir su
plan separatista y además, la CUP no lo quiere votar para salir elegido
presidente -por representar la “corrupción, los recortes, y las
privatizaciones”-, no obteniendo así los votos necesarios para ser investido.
Ellos mismos se han metido en un túnel sin salida, dado que Ciudadanos ya habla
incluso de convocar nuevas elecciones. Sin la CUP, Mas no puede ser presidente
ni en primera ni en segunda vuelta. Y, tampoco quiere dimitir, e irse, como
tendría que hacer.
Con todo, hay una fecha limite, el 9 de enero, para
elegir al presidente o se tendrían que convocar nuevas elecciones. Que es lo
que pienso que ocurrirá, porque Mas no se va a bajar del caballo una vez en él.
Quedando únicamente la posibilidad, de que sus propios compañeros le claven el
puñal, proponiendo a la CUP otra persona para president que estos pudieran
consentir. Ya suenan los nombres del presidente de ERC, Oriol Junqueras, el del
primero de la lista, Raül Romeva (Mas iba camuflado en cuarto lugar), o la
expresidenta de Ómnium, Muriel Casals. Por lo tanto, o traición, o nuevas elecciones, porque no hay
otra posibilidad.
No obstante, queda la parte positiva, en el sentido
de que con un resultado tan ajustado, llegará el momento que habrá que sentarse a negociar. Pero en el
túnel solo veo, una luz socialista reformista de salida. No una rupturista, ni
constituyente, ni por descontado inmovilista como la que el Gobierno de Mariano
Rajoy mantiene. En todo caso, aunque en este momento se llamara a los
socialistas a la mesa de negociación; con las llamas encendidas que el
separatismo ha provocado, las familias divididas, los balcones con banderas,
las calles en tonos subidos, así no se podría negociar. Este debate y la negociación
se debe hacer en frío, sin pasiones que harían fracasar la negociación,
provocando desilusión y nuevos enfrentamientos innecesarios.
Los sindicalistas sabemos muy bien, que no se
negocia y a la vez se hace una huelga. La presión tiene su tiempo y la
negociación también. Pero los dos procesos no van a la par, acabado uno empieza
otro. La negociación requiere tranquilidad, dejándose los pitos en el cajón y
el calentamiento en stand by, en reposo.
Por consiguiente, que se vayan calmando los ánimos
de los separatistas y de los separadores de Madrid, que también los hay.
Mientras tanto, que en la mesa se ponga el mantel, no se necesitan flores; pero
sí voluntad, creer en la negociación, inteligencia, tolerancia, saber ponerse
en el lugar de la otra parte para comprender mejor sus argumentos. Sabiendo de
antemano, que en una negociación nunca se consigue todo lo pretendido. Antes se
decía que cuando las dos partes perdían, la negociación estaba bien hecha.
Aunque esa apreciación, fue superada por la filosofía Gana-Gana, donde el
beneficio es mutuo. No solo ha de ser para Cataluña, igualmente para las demás
comunidades. Una negociación así, sería la ideal.
Actualmente, Cataluña está en un periodo de
agitación, de calentamiento y se necesita tiempo para que las brasas se puedan
enfriar. El fuego se va apagando si le falta leña. Y, ante todo, sin más
provocaciones de nadie, por favor. Se ha de saber que, Cataluña ahora con la
mirada al frente, en realidad camina para atrás; hacia otro siglo ya vivido y
que el internacionalismo ha superado. Eso sí, Cataluña debe tener en cuenta,
que el Estado español nunca se dejará perder el 20% del PIB, que esa comunidad
supone. Serían malos políticos y gestores si lo permitieran. Nunca se
consentirá.
Asimismo debo decir, que no me gusta nada el afán
independentista que observo allí, porque me lleva a pensar que ese separatismo
de los dineros que capto, tiene claros signos de insolidaridad con el resto de
los territorios españoles. La insolidaridad es mala compañera, amigos. Sin
ella, esa comunidad y el mundo serían mucho peor. Del mismo modo, el
separatismo de la CUP para mi es desorientador. Sí son tan de izquierdas, ¿por
qué defienden los intereses burgueses del independentismo catalán? Sigo
pensando que los nacionalistas e independentistas no son de izquierdas. La
izquierda real lucha por el bienestar de las clases humildes y de los
trabajadores de todo el mundo por igual. Lo demás es postureo.
Y así, que se vayan bajando los ánimos y
configurando la designación de la persona tolerada para ser el nuevo President.
Perdiendo tiempo hasta diciembre, para conocer la configuración del nuevo
gobierno de la nación. Con la esperanza, de que el próximo Presidente del
Gobierno sea el socialista Pedro Sánchez. El cual, en aguas tranquilas deberá
empezar y concluir la negociación del proceso catalán a satisfacción de todos.
El PSC y el PSOE proponen para Cataluña y España, la
llamada Tercera Vía Federal. Porque como dicen: “El federalismo es sobre todo
negociación, es pacto, es tender puentes y dar soluciones”. El candidato
socialista, Miquel Iceta, dice: “Por desgracia todo apunta a que Junts per Sí y
la CUP se inclinan por crear un gobierno de confrontación”. “El PSC no esta por
sumarse a un frente independentista, ni tampoco a un pacto inmovilista, en
referencia a Ciutadans y el Partido Popular.” Para la candidata del PSC por
Barcelona, Carme Chacón: “Solo queda negociación, acuerdo y votación final.
Unos querrán votar ruptura y otros queremos votar acuerdo”. El periodista,
Iñaki Gabilondo, vaticina: “Problemas serios y muy pronto”.
En el año 2013, a través de la Declaración de Granada,
el PSOE trazó las líneas de una España Federal, que plantea la defensa de la
unidad de España, el “respeto a las singularidades territoriales” y “la
igualdad de derechos de todos los españoles, vivan donde vivan”. El partido
tiene pues, proyecto, voluntad y líderes capaces para llevarlo a cabo. ¡Que no
se desaproveche esa oportunidad!
El PSOE representa el reformismo frente a la
inacción política de Rajoy. En mi opinión, el socialismo reformista es lo más revolucionario que en la izquierda
existe hoy. De todas formas, la cúpula socialista no tiene intención de enseñar
todas sus cartas... cuando los demás no lo han hecho. Magnífico, ningún buen
jugador o negociador lo hace.
En ocasiones se critica a los sindicatos
mayoritarios y de clase, UGT y CCOO, porque parecen aislados de la iluminación
divina del señor Mas. Ahora bien, hay que pensar que con su actitud,
posiblemente están evitando el nacimiento de un sindicato amarillo
independentista catalán, que agravaría más el culebrón. Los sindicatos no luchamos
contra los dioses.
2.10.2015
Fernando Bolea Rubio
Sindicalista