La sinrazón catalana ha provocado al Estado español una vez más. El Parlament de Cataluña aprobó el día 9, por 72 votos a favor (Junts pel Sí-la CUP) y 63 en contra (PSOE, Ciudadanos, PP), el inicio del proceso de independencia con el que venían amenazando. Pero, este lamentable hecho -que el Tribunal Constitucional ha anulado-, ¿es solo una bravata o tiene alguna connotación más? Yo pienso que es más lo primero que nada, dado que analizado el proceso racionalmente, no se observan movimientos radicales firmes que pudieran preocupar. Esto parece claro.
Los catalanes no se tiran a la calle con piedras en los bolsillos. Su separatismo es de tertulia familiar, banderas en el Camp Nou, disputas en el bar, un par de grandes concentraciones para consumo de la TV, una forma de tapar la corrupción. Más bien son acciones de escaparate, que los medios difunden, sin nada claro ni decidido ni con fundamento detrás; excepto, un porcentaje bajo de iluminados separatistas, que el pueblo catalán sufre y que la mayoría censura.
Como salida, debe haber menos amenazas separatistas y más Estado en Madrid. Llegando éste, en el cumplimiento de las leyes y la Constitución, hasta todo lo que de ellas se necesite para cortar la sedición. Sin temor a emplear medidas contundentes, si se dan motivos para hacerlo. La solución ha de ser política y de negociación; Ahora bien, antes habrá que bajar un poco los humos independentistas catalanes, centrando la situación, para que el dialogo sea posible y resulte eficaz.
Se habla de la posible aplicación del artículo 155 de la Constitución, que anula facultades autonómicas por decisión del Senado. A lo que en caso de necesidad yo no me opondría. Siempre he pensado que, una manera de atajar “la política sin fin” de los separatistas podría ser, que en situaciones como esta, el Estado fuera retirándoles competencias ya cedidas, en vez de darles más; para que después utilizaran su tiempo a volverlas a recuperar. Si como me temo, el presidente Mariano Rajoy, no tuviera agallas para aplicar al menos parte del citado artículo; el desbarajuste político-catalán continuará, con el desprestigio local e internacional que para la nación supone.
Cataluña Si que es Pot (Podem, Esquerra Unida) votó por la celebración de un referéndum como la única vía posible. Mas a mí esa idea no me entusiasma demasiado. Para un separatista, perder un referéndum es pedir otro de inmediato para ganarlo. Así, la inestabilidad no termina nunca. Como dice el socialista catalán, Miquel Iceta, solo les serviría si saliera que sí. Por ello, un referéndum sería una solución cuyuntural, de corto plazo, porque de inmediato volvería a surgir el eterno fantasma. Para mí, esta es una medida que al partido que la hace lo compromete poco, con pedir el referéndum salen del paso, no se enfrentan a unos ni a otros ya que el sí, o el no, se pueden pedir con mucho o con poco entusiasmo. No teniendo que hacer nada más, al recaer su responsabilidad en los votantes. En mi opinión, tal como en Cataluña están las diferencias, limitarse a pedir un referéndum es una posición poco valiente.
Y sin embargo, la propuesta que hace el Partido Socialista (PSOE) la considero avanzada y necesaria, al proponer llegar a un Estado Federal. Que serviría, para que las comunidades y el Estado español puedan vivir juntos y en paz otros 37 años constitucionales más, con total estabilidad política. Los socialistas llaman al dialogo y el acuerdo en Cataluña, en favor de una solución pactada entre el rupturismo del president catalán, Artur Mas, y el inmovilismo del presidente español, Mariano Rajoy. Ellos piensan que el Estado de las Autonomías tiene que evolucionar, tiene que actualizarse y perfeccionarse. Y tiene que hacerlo en un sentido natural, avanzando hacia el federalismo, con todas sus consecuencias.
Dicen que “necesitamos reformar la Constitución para incorporar los hechos diferenciales y las singularidades políticas, institucionales, territoriales y lingüísticas que son expresión de nuestra diversidad”. Para Pedro Sánchez sería una reforma de la Constitución en cuatro puntos, que se basa en los siguientes ejes: Que se blinden los derechos sociales y se reconozcan otros y nuevas libertades; reformas que mejoren la calidad democrática en nuestro país; una reforma que mire a Europa, y una reforma que camine hacia la estructura federal. En todo caso, la negociación autonómica tiene que ser en beneficio de todas las comunidades y no exclusivamente para Cataluña.
Pero siguiendo con la claridad de las cosas, hay que tener totalmente asumido que la solución solo puede venir con un nuevo Gobierno. Y no con uno cualquiera. Por lo tanto diré, que ni Mariano Rajoy, Artur Mas, el PP ni por supuesto Ciudadanos -por su falta de propuestas para abordar el conflicto catalán-, serán competentes para la alta misión de superar este desafío. Debiéndose saber, que todo me hace pensar que el futuro Ejecutivo será del Partido Popular y Ciudadanos. Y, con ellos, la posible solución se encallará y lo catalán continuará... igual de mal. Difícil lo tenemos.
Eso sí, el que quiera más PP que vote Ciudadanos.
13.11.2015 Fernando Bolea Rubio
Los catalanes no se tiran a la calle con piedras en los bolsillos. Su separatismo es de tertulia familiar, banderas en el Camp Nou, disputas en el bar, un par de grandes concentraciones para consumo de la TV, una forma de tapar la corrupción. Más bien son acciones de escaparate, que los medios difunden, sin nada claro ni decidido ni con fundamento detrás; excepto, un porcentaje bajo de iluminados separatistas, que el pueblo catalán sufre y que la mayoría censura.
Como salida, debe haber menos amenazas separatistas y más Estado en Madrid. Llegando éste, en el cumplimiento de las leyes y la Constitución, hasta todo lo que de ellas se necesite para cortar la sedición. Sin temor a emplear medidas contundentes, si se dan motivos para hacerlo. La solución ha de ser política y de negociación; Ahora bien, antes habrá que bajar un poco los humos independentistas catalanes, centrando la situación, para que el dialogo sea posible y resulte eficaz.
Se habla de la posible aplicación del artículo 155 de la Constitución, que anula facultades autonómicas por decisión del Senado. A lo que en caso de necesidad yo no me opondría. Siempre he pensado que, una manera de atajar “la política sin fin” de los separatistas podría ser, que en situaciones como esta, el Estado fuera retirándoles competencias ya cedidas, en vez de darles más; para que después utilizaran su tiempo a volverlas a recuperar. Si como me temo, el presidente Mariano Rajoy, no tuviera agallas para aplicar al menos parte del citado artículo; el desbarajuste político-catalán continuará, con el desprestigio local e internacional que para la nación supone.
Cataluña Si que es Pot (Podem, Esquerra Unida) votó por la celebración de un referéndum como la única vía posible. Mas a mí esa idea no me entusiasma demasiado. Para un separatista, perder un referéndum es pedir otro de inmediato para ganarlo. Así, la inestabilidad no termina nunca. Como dice el socialista catalán, Miquel Iceta, solo les serviría si saliera que sí. Por ello, un referéndum sería una solución cuyuntural, de corto plazo, porque de inmediato volvería a surgir el eterno fantasma. Para mí, esta es una medida que al partido que la hace lo compromete poco, con pedir el referéndum salen del paso, no se enfrentan a unos ni a otros ya que el sí, o el no, se pueden pedir con mucho o con poco entusiasmo. No teniendo que hacer nada más, al recaer su responsabilidad en los votantes. En mi opinión, tal como en Cataluña están las diferencias, limitarse a pedir un referéndum es una posición poco valiente.
Y sin embargo, la propuesta que hace el Partido Socialista (PSOE) la considero avanzada y necesaria, al proponer llegar a un Estado Federal. Que serviría, para que las comunidades y el Estado español puedan vivir juntos y en paz otros 37 años constitucionales más, con total estabilidad política. Los socialistas llaman al dialogo y el acuerdo en Cataluña, en favor de una solución pactada entre el rupturismo del president catalán, Artur Mas, y el inmovilismo del presidente español, Mariano Rajoy. Ellos piensan que el Estado de las Autonomías tiene que evolucionar, tiene que actualizarse y perfeccionarse. Y tiene que hacerlo en un sentido natural, avanzando hacia el federalismo, con todas sus consecuencias.
Dicen que “necesitamos reformar la Constitución para incorporar los hechos diferenciales y las singularidades políticas, institucionales, territoriales y lingüísticas que son expresión de nuestra diversidad”. Para Pedro Sánchez sería una reforma de la Constitución en cuatro puntos, que se basa en los siguientes ejes: Que se blinden los derechos sociales y se reconozcan otros y nuevas libertades; reformas que mejoren la calidad democrática en nuestro país; una reforma que mire a Europa, y una reforma que camine hacia la estructura federal. En todo caso, la negociación autonómica tiene que ser en beneficio de todas las comunidades y no exclusivamente para Cataluña.
Pero siguiendo con la claridad de las cosas, hay que tener totalmente asumido que la solución solo puede venir con un nuevo Gobierno. Y no con uno cualquiera. Por lo tanto diré, que ni Mariano Rajoy, Artur Mas, el PP ni por supuesto Ciudadanos -por su falta de propuestas para abordar el conflicto catalán-, serán competentes para la alta misión de superar este desafío. Debiéndose saber, que todo me hace pensar que el futuro Ejecutivo será del Partido Popular y Ciudadanos. Y, con ellos, la posible solución se encallará y lo catalán continuará... igual de mal. Difícil lo tenemos.
Eso sí, el que quiera más PP que vote Ciudadanos.
13.11.2015 Fernando Bolea Rubio
Sindicalista