En el laberinto ideológico político español, viene
prodigándose una pareja que no para de bailar. La forman Felipe González y Juan
Luis Cebrián, expresidente socialista uno; presidente ejecutivo del Grupo Prisa
o mandamás del diario El País el otro. Su música contínua es que, en la
formación de gobierno, el PSOE se tiene que abstener para que Rajoy y sus
camaradas sigan gobernando. Lo que dice el primero me causa indeferencia y lo
del segundo tristeza. Aunque también me enfada que el que era un magnífico
diario, se haya transformado en un periódico no fiable para los progresistas,
con algunos vergonzosos editoriales que hieren la sensibilidad de los
socialistas y la izquierda.
Pero, ¿Cebrián por qué lo hace? Yo no lo sé bien, ni
me importa saberlo. Se sospecha que a raíz del nacimiento de la prensa digital
y por errores de expansión y gestión; el periódico padece serios problemas
económicos. Y, en ese estado, parece que han decidido llevarse bien con el
Gobierno popular, por lo que se pudiera rascar proveniente del poder. Además de
influir egos personales y el querer mandar sin presentarse a las elecciones,
como muchos malos periodistas persiguen. Durante años, a ese diario se le
llevaba con orgullo debajo del brazo; sin embargo, ahora se oculta porque a los
ciudadanos no les gusta que los vean con él. El País ha dejado de ser
profesional y guía de la prensa libre, para no ser nada; o solamente, un
periódico más claramente de derechas como todos los existentes. ¡Que les vaya
bien! Yo nunca escupo sobre lo que he querido.
¿Y Felipe que persigue? Con él, en el movimiento
sindical nunca hemos estado totalmente satisfechos. Para los trabajadores
siempre fue una duda constante. Cuando en 1982 llegó al Gobierno los
sindicalistas lo seguimos defendiendo, mas por el malestar laboral que generaba
pronto nos dimos cuenta de que de seguir haciéndolo, se hubiera puesto en
peligro la continuidad de la propia UGT, por su carácter también socialista.
A poco de empezar a gobernar, aplicó nuestra vieja
reivindicación de 40 horas semanales, pero
sin especificar la jornada anual resultante, lo que en las negociaciones
de los convenios originó una gran confusión. Era como el haber concedido algo,
ocultándolo para que no se viera. Se puede decir que, eso fue lo máximo que
hizo a favor de las condiciones laborales de los trabajadores, en sus trece
años y medio de gobierno; lo demás fueron prepotencia y anuncios de reformas
laborales negativas continuas, que provocaron la gran e histórica huelga general
del 14-D en 1988.
El malestar en los puestos de trabajo había empezado
antes. El primer artículo crítico con el Gobierno socialista que yo publiqué en
la prensa, titulado: “Los trabajadores, Solchaga y la patronal”, data de marzo
de 1987. Le siguieron otros: “Yo con las cartas de Nicolas” (Redondo),
“Txikicomisarios políticos”, “!Ojo!, que sigue Felipe”. Y sobre éste y otros
asuntos sindicales, ideológicos y políticos, escribí y se publicaron 67
artículos de opinión más. Sí diré que, de todas esas vivencias sindicales,
llegue a la conclusión de que Felipe González es un mal enemigo, como en UGT
sabemos bien.
La primera reacción felipista al 14-D, fue buscar un
enfrentamiento descomunal con Nicolas Redondo y la UGT, al objeto de que
perdiera su autonomía del partido. La segunda, con Txiki Benegas de inductor,
trató de suplantar la labor del sindicato en las empresas, por medio de
comisarios políticos del partido, para poder trasmitir fehacientemente el
mensaje del gran señor. A ambas pretensiones, los sindicalistas ugetistas les
hicimos frente y no tuvieron efecto alguno.
Ahora Felipe la ha tomado con Sánchez y no para, si
bien otra vez fracasará porque la UGT, los afiliados, los cuadros y la verdad
están con Pedro. He tratado de explicarme, por que lo hace y no encuentro una
sola respuesta. Puede ser por querer figurar en las cuevas del dinero, dando a
entender que sigue siendo el que manda y maneja al PSOE; por el ego que
acumula; por las ideas neoliberales que ahora parece tener; como compensación
por sus prebendas adquiridas en las puertas giratorias; para presumir con otros
mandatarios mundiales y locales haciéndoles ver que él manda y el secretario
general obedece; por agarrase a la solapa de Cebrián, para los dos no caer en
el olvido.
Ahora bien, igualmente puede ser por motivos
económicos personales. Sí observamos su modus vivendi, esas declaraciones pro
Rajoy que hablan de la abstención socialista, o que Sánchez no debe repetir en
caso de haber nuevas elecciones; las suele hacer cuando está invitado y
cobrando en conferencias internacionales. Dentro y fuera del país, con las que
les da máxima notoriedad a los organizadores del evento, al repercutir sus
palabras, el país anfitrión y el nombre de la conferencia, en la prensa
española e internacional. Así, todos contentos. Unos se aprovechan de su
repercusión mediática y él va incrementando su caché de conferenciante,
repercutiendo en su bolsillo. ¿Lo hace sólo por eso? Quizá no, dado que todo lo
dicho aquí puede influir algo.
Felipe González dijo en su día, “hay que ser
socialistas antes que marxistas”; hoy yo le digo, “hay que ser de izquierdas
antes que socialistas”. ¡No lo olvide usted!
16.09.2016
Fernando Bolea Rubio
Sindicalista