Desde hace muchos años, la izquierda va a la deriva
y sin capacidad de remontar. Cayó el Partido Socialista griego, al ser hoy
irrelevante políticamente. Y ha seguido el hundimiento. El Partido Comunista e
Izquierda Unida han caído en el olvido. En marzo, los socialdemócratas
holandeses pasaron de 38 a 10 escaños. En las Elecciones Presidenciales
francesas de 23 de abril, el Partido Socialista francés se ha ido abajo, al
pasar de gobernar con mayoría absoluta a conseguir un 6% de votos. Y, el
partido haberse dividido, en tres opciones electorales diferentes. La perdedora
y hundida del candidato, Benoit Hamon -que había ganado las elecciones
primarias internas al aspirante oficial, Manuel Valls-; la llamada de la
Francia Insumisa de, Jean-Luc Mélenchon -queriendo recoger el efecto Podemos de
España, con el 18,62%-; junto a la tercera papeleta del ganador, Emmanuel
Macron, que con su nuevo partido socioliberal, En Marche!, logró el 23,11%.
La derecha republicana de, François Fillon, por unos
fraudulentos sueldos públicos a su familia paso de ser el favorito en las
encuestas a bajar al 19,81%. El 7 de mayo, en la segunda vuelta, Macron se
enfrentará a la extrema derecha de Marine Le Pen, al quedarse la segunda con el 23,08%. Ella ha recibido muchos votos de la
clase trabajadora, al no sentirse la misma escuchada y respaldada por la
izquierda en sus deseos y aspiraciones. Tanto ha sido así que, conocidos los
resultados, Le Pen tuvo la desfachatez de presentarse como “la candidata del
pueblo”. Fue, lo que faltaba por oír.
Estos resultados electorales, son un estrepitoso
fracaso de la política de derechas realizada por el Presidente, François Hollande y la de
su primer ministro, Manuel Valls. Cuando en abril de 2012, celebramos el
triunfo socialista francés, en mi artículo: “La izquierda por caminos confusos”
yo me preguntaba: ¿Si ese era el inicio
de un giro político en la Unión Europea, que reemplazará a los conservadores
que gobernaban a pleno placer? Pues no, nada ha sido así.
Los socialistas han gobernado sin escuchar a todos
los suyos, ni atender sus demandas y allí tienen el resultado. Ahora se dice
que el neoliberal Macron, es el sucesor de Hollande y que hasta Valls le ha
votado en vez de hacerlo por el candidato socialista, Hamon, como era su
obligación. Y claro, así ¿dónde van? Sólo demuestran que han engañado a los
franceses, dado que si el presidente y el primer ministro en el fondo eran
socioliberales, ¿porqué han estado cinco años falseando un discurso
socialdemócrata, en el cual no creían?
Con todo, lo peor es que ninguna de las tres
derivaciones del socialismo, va en la línea correcta para satisfacer las
inquietudes de la izquierda. Yo no quiero ninguna de ellas para Europa y mi
país. Me explicaré. Con la de Benoit Hamon, se ha demostrado que los ciudadanos
están más a la izquierda y por eso votaron en mayor proporción a Jean-Luc
Mélenchon, lo que demuestra que los proyectos de izquierda no se pueden hacer a
medias, debiendo ser claros y concisos aunque no sean ambiciosos. La insumisión
de este último, no me parece del todo correcta, dado que pretender imitar al
Podemos español, cuando este partido está aletargado y en una fase de
reposición con tal enfrentamiento entre los líderes, que hasta dudo que lleguen
unidos al tercer Vistalegre. Para Josep Ramoneda: “Podemos es la izquierda
juguetona”. La que hace cosquillas y los poderes contrarios se ríen. Queda por
tratar la iniciativa socioliberal de Macron, a la que le pronostico un rotundo
fracaso, porque desde la utopía de ni de izquierdas ni de derechas, no podrá
gobernar.
Susana Díaz, esta tratando de utilizar estos
resultados para en las elecciones primarias socialistas, hacer campaña a su
favor simpatizando con Macron. Que se quede totalmente con él, ya que a la
izquierda de verdad ese personaje no nos satisface. El Partido Socialista
correcto será, el que no contradiga la palabra dada a los electores, como ha
hecho Pedro Sánchez; el que se sitúa en su propio terreno ideológico, la
socialdemocracia, defendiendo con ahínco las ideas que le son propias; sin
olvidar entre las prioridades, los derechos de la clase trabajadora que
mayormente le apoya; no estando con la derecha, sino enfrente; con suma
atención en el desempleo, la formación y emancipación de los jóvenes, con
sensibilidad hacia las mujeres, los jubilados, la sanidad, la dependencia,
recuperando y mejorando el Estado del bienestar perdido.
Con un programa tan sencillo, la izquierda volvería
a recuperar la confianza que ha perdido y la política socialista sería útil,
necesaria y ganadora. En Francia, ¿alguien hará una política así? Emmanuel
Macron ¡NO! Sí podría hacerse algo, entre los socialistas de Benoit Hamon y los
insumisos de Jean-Luc Mélenchon. Pero como aquí ocurre, será difícil entenderse
porque el socioliberalismo lo impregna todo.
Pensando en el futuro de la izquierda, en España los
socialistas tienen que empezar a preguntarse si están mas cerca del PP o de
Podemos. En mi caso, la respuesta es rápida y rotunda, con la derecha nunca,
jamás. Sin embargo, el presidente de la gestora socialista, Javier Fernández,
no lo tiene tan claro... Así nos va.
18.04.2017 Fernando Bolea Rubio
Sindicalista