Si de verdad se quiere hacer frente a la crisis, hay que empezar por enumerar las desventajas y las ventajas, sabiendo que uno de los inconvenientes es el minimizado tejido empresarial español. Aquí podemos elaborar muchas tesis reformistas y económicas, pero mirando continuamente con un ojo los polígonos industriales y los negocios existentes, para llegar al convencimiento de que la inmensa mayoría de las empresas son pymes. De menos de siete trabajadores. Por lo tanto hay que pensar que, en la medida de lo posible, estas empresas deberían adquirir mayor tamaño, unificándose entre ellas las que puedan y quieran hacerlo, eso si, sin que peligre el puesto de trabajo de nadie; para disponer de mayores posibilidades económicas, de inversión, formación, desarrollo. Si se están uniendo algunas cajas de ahorros para ser mas solventes, también se debería hacer en este segmento de empresas y en otros. Parece pues, necesario, que se haga una reforma general en todo el país que tenga como objeto unificar entre si, pequeñas empresas, para fortalecerlas y fomentar su viabilidad.
Según el Ministerio de Industria, en España existían más de 3,4 millones de pymes en mayo de 2009, lo que representaba el 99,86 por ciento de las empresas existentes en nuestro país. El porcentaje de pymes en relación al total de empresas es mayor en España que la media de la Unión Europea, ocupando un porcentaje superior del total de trabajadores. Un Plan de Agrupación de Pymes (PAP), que tuviera como objetivo que el 10% incrementara su tamaño, significaría que en torno a 350.000 sociedades aumentarían su solidez y competitividad, repercutiendo en mayor estabilidad laboral tanto como en la mejora de los beneficios. Si sería conveniente que hubiese líneas de crédito especiales para abordar las operaciones, e incluso aportación de ayudas publicas.
Con tantas pymes y tan pocas empresas medianas y grandes, es casi imposible que España alcance los niveles necesarios de productividad, para abrir mayor brecha en los mercados internacionales, compitiendo en producto, calidad y precio. La competitividad no se consigue solo con superior formación como se llega a decir. La buena preparación de las personas, debe ir acompañada de empresas sólidas, riesgo empresarial, inversiones, investigación, relaciones de confianza con los trabajadores, trabajo en equipo, sistemas laborales de participación compensada, gerencias horizontales y, ante todo, colaboración y empeño de grupo en salir adelante, superando los retos cuanto más unidos mejor. Si cuando una empresa seria esta en dificultades, las personas que la componen deben colaborar para ayudarla a levantarse; lo mismo tendría que suceder en el fin de ampliar la estructura de las pymes, en aras de la capacidad y eficacia que ahora es menester.
Ir hacia una unificación de pymes, es más necesaria aun, si consideramos que en Aragón la mediana empresa ha tenido una tremenda caída en los últimos treinta y tres años. ¿Cuántas empresas quedan de más de 200 personas? Pocas y cada día menos. Si se piensa en todas las que se han cerrado, invade la tristeza. Principalmente, el sector de automoción ha logrado paliar algo esa perdida con nuevos centros, pero con eso no es suficiente pensando en la necesidad de la diversificación industrial. La Comunidad necesita tener con urgencia un mayor entramado de medianas empresas; como una medida más, para robustecer su economía y hacer frente al futuro incierto que se aprecia. En la última década, la trayectoria del ladrillo ha tapado esta carencia, pero ahora, al caer este, se descubre la perdida en toda su intensidad. Uniendo pymes no se logrará totalmente suplir las sociedades medias perdidas, sin embargo se irá en la dirección correcta. Lo ideal es que se implanten empresas nuevas del tamaño que se demanda, por lo que también se ha de seguir peleando en ese sentido, al ser la pieza capital.
Lo anterior, nos lleva directamente a la tremenda pregunta, ¿Cuántas empresas medianas y grandes quedan con capital español en Aragón? Pocas, ¿verdad? Cuidado con esta desventaja local. ¿Y, que ocurre con la industria, que para salir de la crisis nadie la menciona? La industria no tiene quien la represente. Hace falta sentimiento industrial y llegar a la conclusión, de que es el único sector con capacidad motora para, junto a los demás, levantar el país. La industria es una ventaja segura siempre. ¿Dónde están los ministros que menos valoraban la industria, diciendo que, había que apostar por el sector servicios, dado que en España iba a ser el fundamental. Sin menospreciar a este, ¿el sector servicios nos esta sacando ahora de la crisis? Ni este sector, ni el primario pueden ser la solución esencial, dado el débil estado de la agricultura. Solo queda el sector secundario, la industria, dispuesta siempre a recibir inversiones y capacitación, para cruzar los Pirineos y llegar a las zonas más remotas... si se impulsa con interés, acierto y determinación. Hay que dar una patada industrial a la crisis, demostrando al mundo, la capacidad española de superación.
25.11.10 Fernando Bolea Rubio
Sindicalista